Miércoles 4.11.2020
/Última actualización 9:22
El jueves a las 22 (repite el sábado a la misma hora) se estrena en Cine.ar TV "La muerte de un perro", ópera prima del joven guionista y director Matías Ganz, una coproducción entre Uruguay, Argentina y Francia, que protagonizan Guillermo Arengo y Pelusa Vidal. El filme se exhibirá desde el vienes en la plataforma Cine.ar Play, por una semana sin costo. Su estreno en Uruguay está previsto para fines de noviembre en la Cinemateca.
"Mario y Silvia atraviesan traumáticamente su jubilación cuando su casa es desmantelada por ladrones. Esto los sumerge en un espiral de inseguridad y paranoia al que arrastrarán también a su familia, hasta mancharlo todo con sangre", afirma la promoción del filme. "La muerte de un perro" combina elementos de la comedia, el absurdo y hasta la tragedia. Cuenta además con un interesante trabajo de fotografía y con sólidos intérpretes que dan cuerpo a una trama cuyo arco narrativo va del género de espionaje o el suspenso a la comedia.
En la previa, el director conversó con El Litoral para contar el proceso creativo que llevó a este thriller a la uruguaya.
-¿Cómo surgió la idea del guión?
-Surgió hace varios años ya, parte de un contexto social que se está dando en Uruguay cada vez más: es el tema de la inseguridad, que en otros países de Latinoamérica ya viene de más larga data. En Uruguay empezó hace fuerte después de la crisis de 2002. En los últimos años se fue intensificando: entró el gran narcotráfico a Uruguay, entonces eso empezó a generar una sensación de inseguridad en la población, que no se condecía con las tasas reales de criminalidad. Aumentó el crimen, pero la sensación de inseguridad aumentó muchísimo más.
-No había una relación directa.
-Claro, y estaba ese imaginario de que Montevideo particularmente (en otras localidades es distinto) es una especie de ciudad chica, un pueblo tranquilo, y que ahora está sacudido por delincuentes. Que no necesariamente es lo que uno siente cuando sale a la calle, pero sí lo sentís si estás todo el día mirando la tele, por ejemplo: las crónicas policiales son constantes, y se va generando un clima de inseguridad en la población. Y se generan debates que muchas veces terminan en el absurdo.
Dentro de ese contexto vi un par de noticias que me parecieron también absurdas dentro de lo trágicas que podían ser. Una era una familia que tenía un empleada doméstica ilegal; eso también vino a colación de la ola inmigratoria de gente de la parte más alta de Latinoamérica, del Caribe. Se está dando mucho algo que antes no se daba: las empleadas domésticas inmigrantes entre la gente de clase media alta para arriba. Esta familia tenía una empleada doméstica ilegal que tuvo un accidente laboral; y para que no saliera a la luz trataron de llevarla a Punta del Este, meterla en un avión y mandarla a Perú o Bolivia de vuelta. Una trama complicada en vez de llevarla al hospital para que le curaran la rodilla.
Otra noticia: acá no hay más Zoológico, pero hace unos años todavía tenía animales. El elefante estaba muy viejo, tenía una enfermedad degenerativa horrible, que le iba a hacer sufrir hasta que se muriera. Entonces decidieron sacrificarlo, el que estuvo al frente de esa operación era el veterinario del Zoológico. Le hicieron un escrache animalista en el frente de su casa: le llenaron la casa de pintura negra a un tipo que, más allá de que uno esté a favor o en contra del concepto de los zoológicos, estaba haciendo su trabajo.
-Era lo humanitario en ese momento.
-Mal o bien el tipo conocía al animal y estaba tratando de que sufriera lo menos posible. Empecé a ver en distintos lugares de la sociedad que cada vez se iba poniendo más absurda, llevando ciertos razonamientos hacia el lado radical absurdo. Eso se me hace un poco torpe: tiene un lado trágico pero como casi todo lo trágico tiene un lado cómico también: el absurdo de la gente que está desesperada, que deja de racionalizar las cosas y termina haciendo torpezas; que es lo que haría uno.
Eso me llevo a pensar: ¿Qué me haría a mí o a mi familia llegar a tener ese tipo de razonamientos, ese tipo de acciones que se vayan al carajo? Entrar en la irracionalidad. Porque todos podemos cuestionar, "qué horrible la gente", hasta que te roban tu casa. ¿Quién no se pone paranoico? Traté de meterme en eso, a ver qué me podría llevar a tener esos razonamientos y actitudes que terminan siendo violentas. Como siempre le veo el lado torpe, creo que la torpeza humaniza; entonces lo vi por el lado más de la comedia que por hacer un drama social.
-Hay un quiebre en la vida cotidiana, y eso te lleva a un vacío. Ahí ya lo empezás a resolver mal, o derrapar para cualquier lado.
-En realidad también siempre los miedos concretos contra los que pelea la gente en general son reflejo de miedos más profundos: le tenés miedo a los chorros, pero en realidad tenés miedo a perder tu trabajo, al final todos tenemos miedo a la muerte. Canalizamos en ciertas personas miedos más grandes, que en realidad no tienen que ver necesariamente con esas personas individuales, o esos colectivos.
-¿Cómo elegiste al elenco y cómo fue el trabajo con cada uno de los intérpretes para alcanzar ese tono?
-Tenemos intérpretes de lo más diverso: uruguayos actores; peruanos que viven en Uruguay que no son actores; argentinos actores. A los actores uruguayos les hicimos un casting común y corriente: ahí destaco un poco el papel de Silvia, que es Pelusa Vidal: era su primer rol en una película; hizo teatro toda su vida pero nunca estuvo frente a cámaras. Me deja muy contento del resultado, porque pude trabajar muy bien: ella se entregó completamente a la propuesta y al código que es distinto al teatral.
Ruth (Sandoval), que interpreta a la empleada doméstica, es peruana y vive en Uruguay. Ese fue un casting no tradicional: fuimos a buscar en las comunidades inmigrantes gente que le interesara; ella no tenía idea de nada. Hicimos un trabajo bastante extenso con ella y los otros actores para acoplarla al tono, a los ritmos, a lo que se necesitaba, y se laburó muy bien con ella.
Los argentinos salieron de un casting que hizo Nicolás Grosso, que es el productor argentino de la película, que es una coproducción Uruguay-Argentina-Francia. Nicolás consiguió el fondo de coproducción del Incaa; charlamos mucho con el sobre los personajes, cuáles podían encontrarse en la Argentina. Ahí llegamos a Guillermo Arengo, que es el protagonista, y a Lalo Rotavería, que tiene un rol secundario pero que también es importante.
Fui a Buenos Aires, tuve reuniones con ellos, tuve un buen feeling personal. Creo que los castings son un poco para los dos lados: cuando uno como director hace un casting en realidad es para ver cómo te llevás con esa persona; que el otro entienda lo que vos le planteás, que puedan hablar un lenguaje similar. No creo en el director que va y dice "este actor es bueno, este no".
-Que el actor también sepa si quiere estar en tu película.
-También: al actor no tiene por qué interesarle lo que el director plantea. En este caso yo planteaba una estética bastante particular del tono de actuación: muy sobrio, más allá de que los uruguayos ya somos un poco más sobrios (risas), esto era muy sobrio para los uruguayos. Laburamos muy bien: Guille tiene muchísimo oficio, me aportó mucho como realizador y le aportó mucho a la película. La mayor carga de comedia, que es lo más difícil de interpretar en general, la lleva él; y me parece que muy bien.
Después tuvimos como una perlita, que es una participación de Ana Katz: fue de casualidad. El rol que hace ella lo iba a hacer otra actriz, pero como llovió el día que íbamos a filmar hubo que cambiar la fecha de rodaje; la otra actriz no podía, porque creo que se iba a Camboriú y no podía cambiar la excursión. Justo Ana venía a presentar una obra teatral sobre "El juego de la silla", en un teatro en Montevideo. Iba a estar unos días acá, que justo eran los que íbamos a filmar esas escenas. "Perdido por perdido, llamemos a Ana Katz"; la llamamos y se copó con la idea de participar, con el personaje. Y realmente fue un honor: es una directora que admiro mucho, me encantan sus películas, y que sea parte de la mía es maravilloso.
-Sofía Scheps hizo la música. ¿Le pediste algo en particular?
-Hice dos series de tele en Uruguay antes de esta peli, y veníamos trabajando en la música con ella. Hablamos mucho de eso: la música te impone el tono, de cómo el espectador lee todo lo que está pasando. Esto es como una especie de suspenso torpe; entonces tenía que ser un tono de suspenso pero que fuera un poco autoconsciente; que se deslizara hacia otros lados. Lo mismo que estábamos buscando con los actores: que fuera un tono serio pero torpe.
-Por el lado de la fotografía, ¿les diste a los directores (Damián Vicente y Miguel Hontou) alguna indicación, o alguna referencia fílmica para ver cómo trabajar la luz?
-Sí. En realidad creo que la referencia que tuvimos en su momento eran pelis alemanas o austríacas, muy oscuras; como las de (Michael) Haneke de los 90: esa onda de tonos bajos. Tratar de buscar algo sombrío en las locaciones, sobre todo en la casa de ellos. Después hay un contraste con la casa de la hija, que tiene más plata que los padres: todo es más luminoso, inorgánico; es todo más cuadrado en la casa.
En realidad hay un cambio de puesta, en los tipos de planos: en la casa de los padres (Mario y Silvia) los planos son más angulados, se buscó una cosa orgánica. En la casa de la hija se buscó la simetría, cosas rectas, haciendo esa diferencia: ellos entran a un mundo más duro.
-Obviamente aparece la ciudad de Montevideo. ¿Cómo la quisiste mostrar?
-Fue un dilema en un principio: en unas versiones de guión ellos tenían que atravesar zonas del Montevideo más pobre. Pero al final se definió mantenerlo en los barrios donde habita esta gente. Para nosotros meternos en la paz que viven estas personas, y que más allá de que ellos tienen pequeños "intrusos" a esa paz, no viven en un mundo peligroso y violento (aparentemente). Viven en un mundo tranquilo, verde, en ese pueblito donde no pasa nada, pero igual están atemorizados.
-Circuló por varios festivales, en Estonia, China, Estados Unidos. ¿Qué respuesta tuviste en lugares tan diferentes?
-El hecho de que un estonio pueda entender lo que le pasa por la cabeza a un uruguayo... (risas). Entiendo que en la Argentina, en Latinoamérica, es más o menos lo mismo lo que pasa. Pero gente de otros contextos muy disímiles no sé hasta qué punto entienden de lo que se está hablando: no sé si hay gente que va a pedir a las puertas de las casas en Estonia; y no tengo ni idea de lo que pasa en China.
En los países como más anglosajones la gente se copó. En Estados Unidos a alguna gente le gustó y otros la sintieron lenta; iban esperando un thriller, y es un thriller uruguayo: lento. Si estás esperando "Misión imposible" esta película te parece aburridísima: son planos largos, la gente no habla (risas). Pero Uruguay es así un poco: la gente habla poco, se mueve lento. La idea era sacar de ahí la comedia: este pueblito se ve inmerso en un thriller que los excede (o al final no).
En general la gente que te viene a hablar más directamente te viene a dar para adelante; nadie viene y te dice "tu película es una porquería" (por lo menos no me pasó). Supongo que alguien lo habrá pensado. Las críticas que vi en realidad son por cosas esperables, por decisiones de tiempos y estilo de narrativa, que es lógico que no le van a gustar a todo el mundo.
-¿Qué próximos proyectos tenés en vista, ahora que se estrena, en una forma que tampoco era la esperada?
-Lo que es esperado o no este año, en este mundo, es una utopía. En Uruguay íbamos a estrenar en abril y cerró todo. Ahora parece que a fin de año capaz que estrenamos, si no pasa nada: siempre puede haber un rebrote y se cierra todo. Por un lado es una tristeza que no pueda estar en sala, porque mal o bien la película está hecha para verse en una sala: tiene un trabajo de imagen y sobre todo de sonido, que es lo que más pierde cuando lo sacás de una sala de cine. Pero hay un potencial en el VOD (video on demand) que le puede llegar a mucha gente que no te va al cine a ver una película que no conoce, no conoce al director, es una ópera prima. De repente si está solo en la casa se la cruza y es más fácil que le de play en la tele; y conseguís llegarle a más personas.
Estoy con una película nueva, pero en una fase muy temprana: todavía ni siquiera tengo guión. Acabo de ganar un fondo de escritura, todavía no hay nada escrito. Pero va un poco por el mismo tono.