Los robots peleadores o jugadores de mahjong toman el protagonismo en la viralización de la Conferencia Mundial sobre Inteligencia Artificial 2025, desarrollada en Shanghái, China, entre el 26 y 28 de julio, pero sus fundamentos son más profundos.

Desde Shanghái, los anfitriones de la Conferencia Mundial de IA avanzaron con un proyecto de mayor control sobre la inteligencia artificial, un aporte al "sur global" y una indirecta crítica al reciente plan de Trump.

Los robots peleadores o jugadores de mahjong toman el protagonismo en la viralización de la Conferencia Mundial sobre Inteligencia Artificial 2025, desarrollada en Shanghái, China, entre el 26 y 28 de julio, pero sus fundamentos son más profundos.

El evento que albergó a más de 800 empresas de IA de más de 70 países y regiones, exhibió más de 3.000 logros tecnológicos de vanguardia y presentó más de 100 productos influyentes, también coincidió semanalmente con el lanzamiento del plan de Acción de Inteligencia Artificial de Donald Trump en Estados Unidos.
Los modelos de lenguaje, los anteojos inteligentes, las creaciones humanoides o los “operarios” de líneas eléctricas fueron la excusa del gobierno chino para presentar su propio Plan de Acción para la Gobernanza Global de la IA, con foco en las regulaciones, la cooperación y el “sur global”.
Es claro que ni uno ni otro son una respuesta directa o fueron presentados en consecuencia, pero sí marcan una idea expresada recientemente por el responsable de IA de la Casa Blanca, David Sacks: “Hay una competencia global para liderar la inteligencia artificial”.
Desde el Partido Comunista Chino no textualizan dicho panorama, sino que lo plasman con su sutileza característica y lo reflejan en la búsqueda de un organismo mundial, posiblemente con centro en Shanghái y con el objetivo de una influencia de base en el “sur global”. Este aspecto preocupa en evidencia a Washington.
El primer ministro del Consejo de Estado de China, Li Qiang, se encargó de resumir el extenso plan: “Busca absorber las experiencias provechosas de diversos países, propone 13 acciones concretas y viables destinadas a promover el desarrollo y la aplicación de una IA segura y controlable. El documento enfatiza el principio de respeto a la soberanía y un enfoque justo y para todos, otorga importancia a la respuesta a las cuestiones energéticas y ambientales y llama a llevar a cabo la cooperación internacional y una gobernanza concertada. Aporta la sabiduría y la contribución de China para mejorar la gobernanza global de la IA”.

China propuso a Shanghái como sede de esta nueva organización mundial de cooperación en IA, argumentando que allí se puede “aprovechar las ventajas pioneras de la ciudad en el campo de la IA, así como para aglutinar consensos y fomentar la cooperación”.
La postura del gobierno de Xi Jinping es clara ya que buscan poner énfasis en la “gobernanza común” y el “beneficio universal”, con el objetivo de “subsanar la brecha de la IA y garantizar que la IA sea para el bien”.
El miércoles 23 de agosto, tres días antes de la Conferencia Mundial de IA en China, Estados Unidos lanzó “AI Action Plan”, un proyecto oficial de 28 páginas que busca “Ganar la Carrera de la IA”, según se tituló al eventó de presentación.

El concepto que tiene a Trump a la cabeza posee cuatro pilares: acelerar la innovación, el desarrollo de infraestructura local, hardware-software estadounidenses como plataforma “estándar” para todo el mundo y la eliminación del “sesgo” en la IA.
Este último resulta el menos fáctico y el más irónico de todos. Hasta hace un par de meses, Elon Musk era un fiel ladero del presidente estadounidense y se jactaba del funcionamiento librepensador de su IA conversacional Grok. La cuenta artificial “anti-woke” se pasó tres pueblos y tuvo que darse de baja por unas horas al autoconsiderarse nazi e incrementar sus respuestas machistas. Las cuáles no han mermado.

Si se observa el resto del plan, la idea es concreta y apela al concepto MAGA. El trumpismo quiere devolver a “America” lo que es de “America” y en pleno proyecto, China podría incluso arreabatarle parte del dominio de la actual revolución industrial y tecnológica.
“Queremos que Estados Unidos gane esa carrera. La IA es una tecnología revolucionaria que tendrá profundas consecuencias tanto para la economía como para la seguridad nacional, por lo que es fundamental que Estados Unidos siga siendo la potencia dominante en IA”, explicaron desde la Casa Blanca en la previa al anuncio.
Uno de los objetivos concretos es eliminar la “burocracia” que "obstaculizan el desarrollo y la implementación" de la IA en un plazo de seis meses a un año.
Desde el comienzo de su gestión, Trump ha implementado una serie de medidas que van en la misma línea respecto al desarrollo tecnológico local. Apenas asumido, derogó un decreto de gran alcance aprobado por Joe Biden, que buscaba implementar restricciones al implemento y uso de la IA.

Durante el mismo mes, firmó el acuerdo Stargate, una inversión de 500.000 millones de dólares en colaboración entre el CEO de OpenAI, Sam Altman, el CEO de SoftBank, Masayoshi Son, y el presidente de Oracle, Larry Ellison.
Si de posturas de líderes se trata, en la audiencia sobre IA en el Senado el pasado mes de mayo, el presidente de Microsoft, Brad Smith, aseguró que “el factor número uno que definirá si Estados Unidos o China ganan esta carrera es qué tecnología será adoptada más ampliamente en el resto del mundo”.
Y quizás un factor para entender los procedimientos de China y Estados Unidos en diferentes planos tenga que ver con su estructura interna. Xi puede apelar a un proyecto sustentado en regulaciones debido a su gran aparato de control estatal y su tradición, mientras que Trump debe apelar a una mayor libertad ante el peso individual de Silicon Valley y su propia cultura.
Lo concreto es que esta nueva “guerra” en busca del dominio de la inteligencia artificial (la cuál posiblemente pueda ganarla por sí misma), posee un particular escenario en el cual la Unión Europea (UE) y la Organización de la Naciones Unidas (ONU) estarían del lado chino.
Desde la UE ya es naturaleza avanzar en primera instancia respecto a regulaciones tecnológicas y la IA no fue la excepción. Su Ley de Inteligencia Artificial entró en vigor en agosto del pasado año y busca garantizar la seguridad y los derechos fundamentales de los ciudadanos europeos, ante los riesgos que plantea esta tecnología.

El objetivo central es garantizar "un elevado nivel de protección de la salud, la seguridad y los derechos fundamentales", según indica su Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
Quién se ha manifestado recientemente es la ONU. Doreen Bogdan-Martin, secretaria general de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), aseguró en una reciente entrevista con AFP que un marco regulatorio global se debe establecer antes de que surjan daños irreparables y que, aunque la IA tiene la capacidad de "beneficiar a la humanidad", esto no es posible si no hay un diálogo responsable entre los principales actores políticos. “Los enfoques fragmentados no ayudarán a servir y llegar a todos", afirmó.
El propio secretario general de la ONU, António Guterres, asistió a la Conferencia Mundial sobre IA en China, interviniendo en la ceremonia de inauguración y avalando la "gobernanza digital inclusiva y basada en principios multilaterales".
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