La obra de Delmira Agustini marca un hito en la literatura hispanoamericana, al explorar la relación entre cuerpo y deseo desde una perspectiva femenina audaz.
La autora uruguaya Delmira Agustini redefine el modernismo con "Los cálices vacíos", donde fusiona erotismo y subjetividad en una poética que desafía los límites de su tiempo.
“Los cálices vacíos” (1913) es el tercer y último libro de Delmira Agustini (1886-1914) y constituye una de las obras más representativas del modernismo rioplatense en su etapa final. En 1907 había publicado “El libro blanco” y en 1910 “Cantos de la mañana”.
“Los cálices vacíos” reúne una selección de poemas de esos dos volúmenes junto con textos nuevos, y marca la culminación de su búsqueda poética dentro del modernismo latinoamericano y de la generación uruguaya del novecientos.
Su publicación coincide con un momento de transición estética: el movimiento modernista comenzaba a declinar, mientras emergían en Hispanoamérica sensibilidades más introspectivas y experimentales.
En ese contexto, Agustini desarrolla una voz personal que reconfigura el tratamiento del erotismo y la identidad, desplazando los límites temáticos de la corriente. Su escritura se orienta hacia una exploración de la subjetividad femenina y de la intensidad emocional como forma de conocimiento.
Como muestra su poema “¡Oh, tú!”, donde se lee: “Yo vivía en la torre inclinada/ De la Melancolía…/ Las arañas del tedio, las arañas más grises,/ En silencio y en gris tejían y tejían”, la poeta construye imágenes de encierro y deseo que funden una poética de la interioridad. En "Los cálices vacíos", el erotismo aparece simultáneamente como fuerza creadora y destructiva.
El símbolo del cáliz -figura de cuerpo y ofrenda- organiza esa tensión entre plenitud y vacío. Frente a los tonos impersonales del modernismo tardío, Agustini introduce una voz intensamente subjetiva, en la que la experiencia del deseo se confunde con la revelación y la trascendencia. Poemas como “Tu boca” evidencian cómo el impulso erótico opera como una alteridad que desestabiliza al yo lírico.
En el plano formal, su obra mantiene la imaginería modernista -cisnes, lámparas, perlas, rosas, divinidades-, pero le otorga una función expresiva más audaz, donde la acumulación de metáforas y el tono declamatorio hoy puede resultar retórico y hasta peligrosamente kitsch, ensayando los límites de la ornamentación verbal.
Subjetividad femenina. Portada del poemario de Delmira Agustini.
“Los cálices vacíos” puede leerse como una de las primeras expresiones de la subjetividad erótica femenina en la literatura hispanoamericana, junto a Teresa Wilms Montt, e influyó en poetas como Juana de Ibarbourou (“Las lenguas de diamantes”, 1919). La relación entre cuerpo, lenguaje y deseo constituye el núcleo de la obra, considerada una de las más audaces del modernismo rioplatense.
Esta edición incluye un interesante texto de Luzmaría Jiménez Faro sobre la biografía y el epistolario de la autora, así como diversas opiniones de figuras literarias de la época sobre la obra de Agustini.
+ INFO
“Los cálices vacíos”, obra de Delmira Agustini, publicada por Ediciones Torremozas. Madrid, España, 2023 (186 páginas)
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