“La poesía es la perpetua tensión del poeta hacia un absoluto del lenguaje, en la esperanza de cautivar la realidad, lo efímero, eso mismo que se desvanece en el momento en que uno lo piensa, da un paso, con palabras que no se esperan y milagrosamente se ordenan, gracias a la cadencia que el mismo artista vacila en considerar como el fruto de su paciente trabajo”
Recuperar la memoria a través de la historia de la humanidad nos trae al presente hechos y personajes enaltecidos o agraviados (Troya, Ulises, Jesús…), que permanecen vivos y trascienden espacio y tiempo.
Si accedemos a la lectura del último poemario del escritor santafesino Julio Gómez, percibimos que sólo los grandes poetas de amplias lecturas y una frondosa biblioteca interior, pueden lograr una exquisita poesía. Cada verso, cada palabra conforman un todo inquebrantable desde una mirada segura.
Julio divide su trabajo poético en dos partes, y nos sorprende en primera instancia regresando al mundo antiguo y a sus eternas batallas cuando dice con solemnidad: “Duerme Troya en la paz de sus murallas”, mientras se percibe la presencia de los dioses como un susurro lidiando entre egoísmos y ambiciones: “Todo es calma y silencio./ Que no venga la guerra a despertarme”.
La riqueza de la escritura manifestada por nuestro poeta engrandece el significado de cada palabra, utiliza la puntual, aquella cargada de sentidos, pero que con un único significado que lo dice todo.
En busca del “absoluto del lenguaje” las ordena en un arduo trabajo y nos sugiere con un dejo de precisión intuitiva en “Aquellos mares”, que Ulises hoy ya no exigiría ser amarrado al mástil de la embarcación para permitirse gozar una noche, sólo una, compartido con las sirenas.
Según Sigmund Freud “el principio del placer rige el 'ello', la parte más instintiva y primitiva de la personalidad que contiene recuerdos, deseos y pulsiones”. Nuestro Ulises eterno solo puede soñarlo, para no alterar el rumbo de la historia y su largo regreso a Ítaca.
Avanza en la escritura recurriendo a hechos bíblicos y con una perspectiva actual plantea cómo Jesús fue utilizado como objeto de desafíos políticos e ideológicos y allí aparecen los roles desempeñados por Poncio Pilato, Barrabás y Simón de Cirene.
Ellos, entre otros, y gracias a la infinita trascendencia de los Evangelios estaban predestinados a persistir por sus actos, arrepentimientos y aceptación de los designios divinos. Todo estaba escrito y nada podía alterar su curso.
Nos sorprende en la segunda parte utilizando un recurso literario de suma singularidad, cuando retoma versos que permanecen en la memoria y no aceptan el transcurrir del tiempo ni la evolución de la lengua. Perseveran allí, resisten e invitan a ser retomados por otros poetas para a partir de ellos desplegar la imaginación creadora.
Respetando un tiempo histórico, primero aborda a los grandes poetas de la literatura clásica y cita a Jorge Manrique (“… cualquier tiempo pasado/ fue mejor”, San Juan de la Cruz (“un no sé qué que quedan balbuciendo”), Lope de Vega (“¿Por qué, mi Dios, si mi amistad procuras,/ y estás, para esperar, los pies clavados?”) y Sor Juana Inés de la Cruz (“Si te labra prisión mi fantasía”), cuyos versos se ofrecen como disparadores de nuevas miradas.
Avanza para desembarcar en las generaciones del 98 y del 27, y ahí nos invita a retornar la obra poética de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre… Con breves versos desplegados por su yo poético, Julio Gómez nos sugiere la imprescindible lectura de estos maestros de la lengua castellana.
Su inquietud no se detiene para llevarnos de la mano por los poemas de grandes hombres de la literatura argentina como Leopoldo Lugones, Jorge Luis Borges… y así avanza hasta acercarnos a hombres contemporáneos como César Bisso, Juan L. Ortiz, Antonio Requeni y Álvaro Mutis… que personifican con recursos poéticos una verdad al alcance de nuestras manos.
Luís García Montero alguna vez dijo: “La poesía representa hoy el refugio intelectual de la conciencia de los individuos. La conciencia poética significa un diálogo con el otro y con lo otro, reconocimiento personal en las otras voces y en la distancia que debemos asumir ante nuestra propia voz. Porque la poesía se transforma, se hace viva y actual, en la búsqueda de sentido”.
No existe más apropiado comentario para definir la obra poética de Julio Gómez en ese permanente diálogo “con el otro y con lo otro”, librando del olvido personajes y situaciones trascendentales que no deben caer en el abandono de los tiempos.
En sus obras, los recursos literarios juegan, uno autoriza la presencia de otro en fraterna armonía, y en un magistral intercambio las palabras asumen profundos significados. Las imágenes conviven con las metáforas y la musicalidad alcanza puntos de mayor clima, para regresar a la calma y continuar mostrando que la historia es materia que se puede reescribir con un sentido lenguaje literario.
La autora de esta nota es profesora en Letras UNL, Santa Fe.
Julio Luis Gómez, nació en Santa Fe, Argentina, ciudad en la que ha residido siempre, el 26 de septiembre de 1949.
Ha publicado, en poesía, entre otras obras: “El Tiempo Iluminado” (Ediciones Colmegna, Santa Fe, 1977, Premio Anual de la ASDE); “Que la nostalgia habite la esperanza” (Ediciones Colmegna, Santa Fe, 1985); “Soñada derrota de la pena” (Ediciones de la Cortada, Santa Fe, 1995, Mención Especial en el Premio Provincial de Santa Fe José Pedroni).
También publicó: “Razón de mí” (prólogo de Adriana Cristina Crolla, Ediciones de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2006); “Reinos sin olvido” (prólogo de Antonio Requeni, Co-Edición de la Universidad Nacional del Litoral y de Palabrava, Santa Fe, 2013); “En la memoria vivos” (Vinciguerra, Colección Textos Elegidos, Buenos Aires, 2018).
Entre otras obras de Julio pueden destacarse: “Una vida a contramuerte” (Prólogo de Rafael Felipe Oteriño, Vinciguerra, Colección Metáfora, Buenos Aires, 2021); “Ceremonias de la locura” (con prólogo de Santiago Sylvester, Vinciguerra, Colección Metáfora, Buenos Aires, 2023) y “Reescrituras” (Vinciguerra, Colección Metáfora, Buenos Aires, 2024).
Su poesía ha sido incluida en “Alba de América”, Revista del Instituto Literario y Cultural Hispánico; “Ceremonias de la luz”, publicación del Centro de Estudios Poéticos Aletheia, Selección de Poemas, compilación de Graciela Maturo, Amalia Mercedes Abaria y Susana Lamaison (La Luna Que, Buenos Aires, 2017) y en el “Tomo I -parte vigésimocuarta- de Poesía Argentina Contemporánea”, Fundación Argentina para la Poesía (Buenos Aires, 2018).
También en “Poesía y Métrica”, de Revista de Poesía; en Revista Trimestral de Poesía Katana (número 4) y en “Palabras de Poeta” (número 18), además de ser traducida al griego en la Revista Erato.
Ha sido Jefe de la Página Literaria del Diario El Litoral de Santa Fe y es, actualmente, vocal de la Asociación Santafesina de Escritores (ASDE) y Miembro de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía. Ha recibido el Premio a la Labor Literaria de la ASDE Año 2022, a la vez que fue invitado al Festival de Poesía de Cosquín 2024 y al Festival Internacional de Literatura de Santa Fe 2024.
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