- ¿Por qué creés que en las elecciones de este año hubo tan bajo nivel de participación de la gente, aún más que en 2001 en plena crisis del "que se vayan todos"?

Para el consultor político, la desafección democrática es un problema en todas las democracias occidentales. Cree que se le puede ganar a Milei, que el peronismo no debe dividirse en Buenos Aires porque corre el riego de perder todo y asegura que estamos viviendo en la era de la alternancia.

- ¿Por qué creés que en las elecciones de este año hubo tan bajo nivel de participación de la gente, aún más que en 2001 en plena crisis del "que se vayan todos"?
- Es una combinación de muchos factores. En todas las democracias occidentales se está debatiendo respecto de la desafección de los ciudadanos, que a veces se asocia con la insatisfacción democrática, otras con la polarización de la oferta política en minorías intensas, y hay mucha gente que en el medio no se siente representada por ninguna de las opciones pero que no tiene el suficiente interés con la política como para buscarse una alternativa que rompa con esas polarizaciones. Después hay casos particulares que tienen que ver con Argentina. Las preocupaciones sociales y el debate político hoy van por un canal que hace que discusiones que no tengan que ver con los grandes debates que se están dando entre el gobierno nacional y el peronismo como principal opositor, o cuestiones locales o institucionales como la santafesina, pierdan peso. Es muy difícil distraer la atención sobre los muchísimos cambios muy abruptos que se llevaron adelante en Argentina en el último año y medio. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, discutir sobre el estado del espacio público era poca cosa, a tal punto que el candidato más votado en la elección porteña fue el que nunca habló de los problemas de la ciudad, pero si lo hizo de política nacional, que fue Adorni.
- ¿Cuánto influye la frustración, el escepticismo de la gente con la dirigencia política, esa idea "para que votar si son todos iguales, son todo lo mismo y no cambia nada"?
-No necesariamente vinculado con la participación, pero en los últimos 10 años en las elecciones de medio término quienes hacemos campaña notamos una mayor dificultad para conectar con el electorado. Es más difícil llamar su atención, que la gente se entere de lo que se está discutiendo, de cuáles son las opciones, que le interese. No responde solamente a un fenómeno político, la fragmentación de la comunicación que suponen las plataformas digitales, que cada uno viva en su propia burbuja, contribuye a que, si uno no está conectado permanentemente con la información política, pueda tranquilamente transcurrir toda la campaña sin enterarse de lo que está pasando. En la época de los medios tradicionales eso era imposible. Hoy hay formas de entretenerse que me pueden proteger a mí de cualquier información política, si es que me genera rechazo o apatía. Ese fenómeno no tiene que ver solo con la Argentina, que sí tiene una particularidad: hay mucha gente que se siente disgustada con el gobierno. Yo diría; puntos más, puntos menos; la mitad de los argentinos, pero sin embargo no se sienten a gusto con la alternativa. Hay muchos votos peronistas culposos, que están muy enfrentados a este gobierno en términos ideológicos y programáticos, pero que la muy mala experiencia del gobierno de Alberto Fernández los hace no atreverse a expresar ni públicamente ni tampoco a través del voto su preferencia. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, el mayor ausentismo se vio en los barrios donde históricamente le iba bien el peronismo.

- Si Milei tiene la mitad de imagen negativa, el problema es de la oposición, que no sabe qué hacer con ese 50%.
-Si, no saben cómo representarlo. En Jujuy, por ejemplo, donde al peronismo presentó una lista opositora a la que le fue muy mal, hizo oposición al gobierno provincial radical pero no polarizó contra el gobierno de Milei. Creo que las oposiciones tienen más para crecer oponiéndose a Milei, no necesariamente para ganar, pero si para juntar más votos. Y hay algo que está pasando en el peronismo por las tensiones y los reproches internos, que es que nadie está logrando encarnar de una manera clara la representación de la voz contra Milei. A veces lo hace Cristina, otras veces no tanto, a veces lo hace el gobernador Kicillof; quizás en cada distrito capaz haya algún dirigente local que lo pueda representar, pero todavía no está canalizado políticamente el rechazo a este gobierno.
-Parece más un problema de nombres que de ideas, de voluntad. Y te pongo un ejemplo santafesino, que es Amalia Granata, que se quedó con el rol opositor. Por ahí por ahí faltan dirigentes que asuman ese rol.
- Santa Fe tiene una fragmentación del sistema político muy consolidada, que se había ordenado pero que volvió a la tradición de una oferta muy atomizada. Creo que, en la provincia, si más que ponerse a discutir modelos provinciales, se ponen a discutir cosmovisiones de la esfera nacional, hay más para acumular. Por ejemplo, Pullaro en esta elección, donde fue claro ganador, retrocedió muchísimo respecto de lo que había sacado en 2023 porque el debate está yendo para otro lado. Lo que busca la gente en este momento es expresarse respecto a la discusión nacional, no tanto de las instituciones locales. Pero no creo que en ningún lado haya demasiado interés en cómo se están llevando adelante las gestiones de gobernadores e intendentes.

-Hoy, pese a todo, la oposición nacional es el peronismo ¿Cuánto influye que Cristina siga siendo una figura importante en el rearmado opositor?
- Influye en tanto es la primera persona que se le suele venir a la gente a la cabeza cuando piensa en un opositor a Milei. Esta omnipresente en el imaginario público. Después depende. Si una construcción política quiere ser heredera del kirchnerismo, que hoy es la primera o la segunda minoría del país, es un poco imposible hacerlo sin que eso active la relevancia de Cristina a favor y en contra. En algunos lugares, por ejemplo, se busca tener los votos de Cristina y sumarle atributos propios. Y conscientes del rechazo que genera en algunos sectores de la ciudadanía, tratan de esconderla. Si uno es candidato por el espacio o los votos del kirchnerismo es imposible que la gente no se acuerde de ella cuando se presenta a elecciones, por más que no la mencione o no la lleven en la bandera. Creo que, en todo caso, quien quiera prescindir de Cristina tiene que construir desde otro lugar porque si no le va a costar mucho.
- ¿Hay lugar para construir desde otro lugar?
-Por ahora no apareció. Yo no lo veo en el corto plazo a menos que pase algo a nivel nacional que haga que se derrumbe la identificación con el discurso libertario y eso abra espacio para nuevas opciones. Porque incluso el principal contendiente en la representación de la oposición que tiene Cristina, que es Axel Kicillof, puede tener un armado político distinto, buscar su autonomía, pero a la hora de la verdad los votos son compartidos. Y los demás también juegan, entonces tampoco es que sus rivales le van a permitir limpiarse sin mayor dificultad de lo malo y quedarse solamente con lo bueno.
-Buena parte del armado opositor para el 2027 se define en la provincia de Buenos Aires. ¿Cómo crees que se puede resolver la disputa Cristina - Kicillof?
-Me resulta muy difícil imaginarlo porque lo que se está disputando no son visiones políticas ni programas, sino que son nombres. Si uno va a la tradición del kirchnerismo, internas no va a haber. Yo no considero que sea una decisión sana que ese espacio se rompa porque si se rompe el kirchnerismo entero pierde todo, no solo el perdedor, también perdería el vencedor.
-Decís que Milei está perdiendo la batalla cultural ¿En qué se funda esa afirmación?
-Estamos midiendo desde antes de que fuera presidente algunas de sus consignas políticas más radicalizadas que él inscribe como parte de la batalla cultural, como la destrucción del Estado, la privatización de las empresas, la eliminación del aborto y la lucha contra la agenda progresista. Hicimos muchas preguntas antes y ahora, y lo que vimos es que casi todas las posiciones que adoptó Milei en su discurso, desde que es presidente tienen menos fuerza. Por ejemplo, el apoyo al aborto legal es más fuerte hoy que antes de 2023. Lo mismo con la idea de que el Estado intervenga en la economía. Esto refuta la idea del gobierno de que se lo votó para cambiar de raíz la cultura argentina y sus tradiciones. Se lo votó por una crisis económica y el principal respaldo que mantiene todavía tiene que ver con la confianza de muchos sectores de que él va a poder resolverla. No es que está sentado ahí para cambiar nuestra manera de ser.

-No parece una tendencia menor, porque la importancia de la batalla cultural está casi a la par del programa económico.
-A Milei la batalla cultural le puede servir por muchos motivos,. Para distraer sobre otros asuntos; porque él realmente cree que está en condiciones de convertirse en un Emperador y que los argentinos nos transformemos y convirtamos en algo que no somos o, el tercer motivo que me parece el más sensato y racional, para consolidar una minoría intensa que defienda con dureza sus banderas, más allá de si convence a alguien más o no. Y eso en un entorno de debate polarizado como el de Argentina funciona porque hace que él sea la primera opción para mucha gente, aunque eso signifique excluir a otras.
- ¿Por qué definís a esta como la era de la alternancia?
- Como parte de esta desafección democrática, lo que se ve no solo en Argentina, sino en casi todas las democracias occidentales, pero vamos a concentrarnos en América Latina, es que cada vez es más difícil reelegir. Entre 1980 y 2020, de cada 10 presidentes que se elegían, solo 4 eran opositores a quien estaba gobernando. Y en los últimos 5 años, desde la pandemia, dos tercios de los países cuando eligieron presidente cambiaron de signo político. Antes la alternancia era la excepción, ahora parece ser la regla. A veces alguno se entusiasma pensando que ahora toca la era de la derecha, como hace 10 años se hablaba de la era de la izquierda, o cuando ganó el Frente de Todos que se decía que había terminado con la ola de derecha. Y no. Lo que está pasando es que cada vez es más difícil reelegir y cada vez es más difícil construir modelos políticos estables y de largo plazo. Estamos en una era donde la inmediatez ordena en gran medida las preferencias políticas, no hay un compromiso de largo plazo de la gente, y eso tiene un correlato en quién es gobierno. Y hay una necesidad social de encontrar respuestas muy rápidas, que van muy a tono con el ritmo que te impone la digitalización, todo al alcance de la mano, todo rápido, todo cerca.
Curriculum
Juan Courel es consultor político con más de 20 años en campañas electorales y comunicación gubernamental.Dirigió la estrategia y la comunicación de la campaña presidencial de Alberto Fernández y fue secretario de Comunicación de la provincia de Buenos Aires con Daniel Scioli. También trabajó en la campaña en Contra el Plesbicito Constitucional en Chile en 2023. Docente invitado y conferencista en distintas universidades de América Latina. Obtuvo los premios Napolitan Victory Awards al Estratega del Año y la Campaña del Año en 2020. En la actualidad es el director de la consultora Alaska.
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