Cáncer de pulmón en Argentina: alta incidencia, factores de riesgo y por qué la detección temprana puede cambiarlo todo
En el Día Mundial del Cáncer de Pulmón, especialistas remarcan que esta enfermedad sigue siendo la de mayor mortalidad por cáncer en el país. Argentina registra una de las tasas más altas de la región, con fuerte influencia del tabaquismo, el vapeo y el diagnóstico tardío. Qué avances ofrece hoy la ciencia y qué se necesita para prevenir y detectar a tiempo.
Cada año, más de 10.600 personas mueren por cáncer de pulmón en la Argentina.
Cada año, más de 10.600 personas mueren por cáncer de pulmón en la Argentina. Es la primera causa de muerte por cáncer en varones y la tercera en mujeres, un dato que refleja el enorme impacto sanitario de una enfermedad que, a pesar de los avances científicos, sigue diagnosticándose en estadios avanzados en siete de cada diez casos.
Se trata de un documento colaborativo que reúne las voces de oncólogos, psicólogos, organizaciones y pacientes con un objetivo común: visibilizar los avances científicos, identificar los desafíos actuales y promover un abordaje integral del cáncer de pulmón en Argentina.
El abordaje del cáncer de pulmón cambió radicalmente en los últimos 15 años.
Un problema en aumento
El cáncer de pulmón es uno de los más frecuentes en Argentina. Se ubica tercero en incidencia en varones, con 7.738 nuevos diagnósticos al año (12,4%), y cuarto en mujeres, con 4.372 casos (6,4%), detrás del cáncer de mama, colorrectal y cervicouterino.
Pero cuando se analiza la mortalidad, la enfermedad trepa al primer puesto entre los hombres (31% de las muertes oncológicas en este grupo) y al tercero en mujeres.
A nivel mundial, el cáncer de pulmón provoca más muertes que los de mama, próstata y páncreas combinados. Y en Argentina, además de su alta incidencia, preocupa un fenómeno nuevo: cada vez hay más diagnósticos en personas jóvenes y no fumadoras.
Según la oncóloga Mara Bonet, del Instituto Ángel H. Roffo, entre un 10% y un 20% de los pacientes actuales nunca fumó. En estos casos influyen la contaminación ambiental, la exposición ocupacional y hasta el estrés.
Mientras que históricamente se asociaba esta enfermedad a los hombres, el avance del tabaquismo en mujeres cambió la tendencia. La Organización Mundial de la Salud estima que entre 2012 y 2030 los casos en mujeres de la región podrían duplicarse.
El 85% de los pacientes tiene antecedentes de tabaquismo, activo o pasado.
El papel del tabaco y el vapeo
El documento resalta que el 85% de los pacientes tiene antecedentes de tabaquismo, activo o pasado. Aunque la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo mostró un descenso en los últimos años, Argentina sigue siendo uno de los países con mayor prevalencia de fumadores de América Latina.
A esto se suma el avance silencioso del vapeo. Aun sin estadísticas oficiales, los especialistas coinciden en que su uso crece tanto en jóvenes como en adultos que intentan dejar el cigarrillo. Pero lejos de ser una alternativa segura, estos dispositivos funcionan como puerta de entrada al consumo y exponen al organismo a sustancias que también generan daño pulmonar.
También persisten falsas creencias: que los cigarrillos armados “son más sanos”, o que la marihuana no produce cáncer. “La combustión inhalada, sea de lo que sea, entra a los pulmones y puede generar cáncer”, advierte Ignacio Zervino, de la Fundación Pacientes de Cáncer de Pulmón.
Otros factores de riesgo incluyen la contaminación ambiental, el asbesto, el radón y los antecedentes familiares.
Mejores tratamientos
El abordaje del cáncer de pulmón cambió radicalmente en los últimos 15 años. La investigación científica permitió desarrollar terapias dirigidas, testeo genético del tumor e inmunoterapia, lo que modificó por completo las perspectivas de los pacientes.
Antes, la mayoría de las personas diagnosticadas con enfermedad avanzada tenía un pronóstico muy limitado: solo el 4% vivía cinco años después del diagnóstico. Hoy esa cifra llega al 40%, un salto que los especialistas describen como “histórico”.
Las terapias dirigidas —que bloquean mutaciones específicas del tumor— reducen la toxicidad y permiten que muchos pacientes continúen trabajando, socializando y llevando una vida prácticamente normal. “Vemos largos sobrevivientes y curaciones funcionales”, sostiene el oncólogo Nicolás Castagneris.
La inmunoterapia también transformó el panorama: ayuda al sistema inmunitario a reconocer y atacar las células tumorales, incluso en etapas avanzadas.
Los avances se reflejan también en historias como la de Peter Czanyo, paciente y fundador de la Fundación Pacientes de Cáncer de Pulmón. Su tumor fue detectado hace 22 años durante un control. Una tomografía oportuna le permitió operarse sin necesidad de otros tratamientos. Su caso es un ejemplo de cómo la detección temprana puede salvar vidas.
Por qué la tomografía de baja dosis puede cambiar el rumbo
La radiografía de tórax, durante años usada como método de control, no demostró efectividad para reducir la mortalidad. El cambio de paradigma llegó con la tomografía computada de baja dosis (TCBD), que permite detectar nódulos pequeños mucho antes de que la enfermedad avance.
En países donde el screening está implementado como política pública —como Estados Unidos, Alemania o Reino Unido— la mortalidad por cáncer de pulmón se redujo entre un 15% y un 25%. En Argentina, la CONETEC recomendó su incorporación en 2023 para personas de entre 55 y 74 años con antecedentes de tabaquismo pesado.
Sin embargo, el país aún no cuenta con un plan nacional de tamizaje. Y el acceso a tomógrafos, la baja información entre médicos generalistas y la fragmentación del sistema dificultan que esta práctica se implemente de manera masiva.
Hoy, centros como el CEMIC, el Instituto Alexander Fleming y el Hospital Privado de Comunidad de Mar del Plata llevan adelante experiencias piloto con resultados alentadores. Pero para que el impacto sea real, se necesita una estrategia nacional coordinada y sostenida.
El documento subraya que el estigma social sigue pesando sobre quienes reciben el diagnóstico. El prejuicio de que “es culpa del fumador” afecta la salud mental y dificulta el proceso terapéutico. Por eso, el acompañamiento psicológico, la contención familiar y la comunicación clara por parte del equipo médico son fundamentales.
“Asumir el diagnóstico implica miedo, duelo e incertidumbre. La mirada compasiva del sistema de salud puede cambiar la experiencia del paciente”, señala la psicooncóloga Fernanda Montaña.