El cáncer de mama sigue siendo el tumor más frecuente entre las mujeres, tanto en la Argentina como en el resto del mundo.

En la Argentina se detectan más de 22 mil casos nuevos de cáncer de mama cada año, y uno de cada tres se da en mujeres mayores de 70 años. El aumento de la expectativa de vida y el envejecimiento poblacional explican buena parte de esta tendencia.

El cáncer de mama sigue siendo el tumor más frecuente entre las mujeres, tanto en la Argentina como en el resto del mundo.
La detección temprana a través de los controles ginecológicos y mamográficos permite iniciar tratamientos con altísimas probabilidades de cura.
Sin embargo, los especialistas advierten que muchas mujeres mayores de 70 años —el grupo donde se concentra un tercio de los casos nuevos— tienden a relajarse en sus controles o directamente abandonarlos, bajo la falsa idea de que “a esa edad ya no hay riesgo”.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional del Cáncer (INC), el cáncer de mama representa el 16,2% de todos los diagnósticos oncológicos del país. La incidencia aumenta progresivamente desde los 50 años y alcanza su pico entre los 70 y 74 años.
“La mayor cantidad de casos en este grupo etario se explica, principalmente, por el envejecimiento poblacional y por la mayor expectativa de vida. Cada vez más mujeres viven lo suficiente como para desarrollar esta patología”, explicó la doctora Azul Perazzolo, ginecóloga y mastóloga.
A esto se suma otro factor biológico: con los años, el cuerpo acumula una mayor exposición a estrógenos —hormonas que influyen en el desarrollo mamario— y disminuye la capacidad natural de reparación del ADN. “Esa combinación aumenta el riesgo de mutaciones y, con ellas, la posibilidad de desarrollar distintos tipos de cáncer, entre ellos el de mama”, señaló la especialista.
La buena noticia es que, en general, los tumores que aparecen después de los 70 años suelen ser de tipo luminal, es decir, que responden a tratamientos hormonales y tienen una evolución más lenta. Pero esto no significa que deban subestimarse. “La detección temprana sigue siendo clave, sin importar la edad”, enfatizó la oncóloga Laura Lapuchesky.

Aunque el cáncer de mama no es necesariamente más agresivo en mujeres mayores, la realidad muestra que la mortalidad aumenta con la edad. En la Argentina se registran cerca de 5.750 muertes anuales, con una tasa ajustada de 15,8 cada 100.000 mujeres.
“La edad en sí no hace más peligroso al cáncer, pero sí complejiza los tratamientos”, aclaró Perazzolo.
“Las pacientes mayores suelen tener otras enfermedades crónicas —como diabetes, hipertensión o problemas cardíacos— que pueden condicionar las terapias. Por eso, el rol del oncogeriatra se vuelve esencial para evaluar la edad funcional de cada paciente, que muchas veces no coincide con la cronológica”.
Esa evaluación geriátrica integral permite determinar si una persona de 75 años, por ejemplo, tiene un cuerpo que responde como el de una de 60, o al revés. A partir de allí, el equipo médico define el mejor tratamiento posible, buscando siempre preservar la calidad de vida.

Uno de los mitos más comunes es creer que los tumores en mujeres mayores “crecen más lento” y, por lo tanto, no requieren atención urgente.
La doctora Verónica Fabiano, mastóloga, advirtió que esta creencia puede ser peligrosa: “Si bien algunos subtipos son menos agresivos, eso no implica que no deban tratarse a tiempo. El diagnóstico precoz y el inicio rápido del tratamiento siguen siendo las claves para lograr la curación”.
Fabiano explicó que el desafío está en encontrar un equilibrio: “No se trata de sobretratar a las pacientes —con terapias que pueden ser innecesarias o mal toleradas—, pero tampoco de subtratarlas solo por su edad. Cada caso debe evaluarse de manera personalizada y ética, contemplando la historia clínica, las comorbilidades y las preferencias de la paciente”.

El doctor Daniel Mysler, especialista en Diagnóstico por Imágenes, recordó que la prevención y la detección temprana son las mejores aliadas. “En mujeres jóvenes, el cáncer de mama es poco frecuente.
Lo importante en esa etapa es acudir al médico ante cualquier cambio sospechoso: un bulto, secreciones o alteraciones en la piel. Ya no se recomienda el autoexamen mamario como rutina, porque no reduce la mortalidad, pero sí mantener la atención y no postergar la consulta”, señaló.
A partir de los 40 años, la mamografía anual se consolida como el estudio de referencia. En mujeres con mamas densas o con antecedentes familiares de la enfermedad, puede complementarse con ecografía o resonancia magnética.
“Los controles no deben interrumpirse con la edad, salvo que el médico indique lo contrario. Dejar de hacerlo puede llevar a diagnósticos tardíos y tratamientos más complejos”, agregó Mysler.
Cuando la enfermedad se detecta en etapas tempranas, las posibilidades de curación son altísimas: hasta el 100% en el estadio 0 y el 99% en el estadio I. Por eso, remarcan los especialistas, la prevención no tiene fecha de vencimiento.

El tratamiento del cáncer de mama evolucionó notablemente en las últimas décadas. Hoy se combinan cirugía, radioterapia, quimioterapia, terapias hormonales y tratamientos dirigidos según el tipo de tumor y las condiciones de la paciente.
“La meta es alcanzar un resultado oncológico óptimo, pero sin perder de vista la calidad de vida”, afirmó la doctora Luciana Sabatini, mastóloga. En mayores de 70 años, eso implica elegir procedimientos menos invasivos, adaptar las dosis de quimioterapia y conservar, siempre que sea posible, el tejido mamario y los ganglios.
Lapuchesky agregó que actualmente se están validando herramientas para predecir el riesgo de toxicidad de los tratamientos en personas mayores, lo que permitirá ajustar las terapias con mayor precisión.
“Muchas mujeres mayores quedan fuera de los programas de control por distintas razones: barreras de acceso, otras enfermedades o la idea equivocada de que ya no tienen riesgo. Pero el cáncer de mama detectado a tiempo es curable, incluso a los 80 años”, concluyó la doctora Perazzolo.
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