Un estudio reveló que la leche y el yogur reducen el riesgo de fracturas en mujeres mayores
El consumo habitual de leches y yogures podría reducir el riesgo de fracturas en mujeres mayores, lo que devuelve al debate los potenciales beneficios de los lácteos sobre la salud ósea. El trabajo, con 25 años de seguimiento, aporta nuevos datos sobre la prevención de osteoporosis y fracturas en la tercera edad.
El consumo habitual de leches y yogures podría reducir el riesgo de fracturas en mujeres
Un estudio publicado en la revista especializada European Journal of Nutrition evaluó durante 25 años a más de 14.000 mujeres finlandesas con una media de edad al inicio de 52 años. Los datos provienen del proyecto de seguimiento OSTPRE study, diseñado para analizar los factores de riesgo de osteoporosis y fracturas en la población femenina.
Durante ese cuarto de siglo, las participantes completaron cuestionarios periódicos cada cinco años, informando sobre su salud, estilo de vida, consumo de lácteos (leche, “sour milk”, yogur), ingestión de queso, uso de suplementos de calcio o vitamina D, actividad física y antecedentes de fracturas.
También se registró con exactitud los episodios de fracturas —todas confirmadas con historia clínica—, excluyendo aquellas originadas por traumatismos de alta energía.
El análisis estadístico mostró que quienes consumían con regularidad leches y yogures —definido como más de 4 decilitros por día en promedio— tenían un riesgo significativamente menor de sufrir cualquier tipo de fractura o fracturas osteoporóticas en comparación con quienes no los consumían. En concreto, el riesgo bajó hasta un 26 % en los grupos de mayor consumo.
Incorporar leche o yogur con regularidad
¿Y el queso?
El estudio también analizó el consumo de queso, pero encontró que su consumo no se asoció de forma clara con una reducción del riesgo general de fracturas u osteoporóticas.
Sin embargo —y de manera interesante—, en un análisis particular focalizado en fracturas de cadera, quienes consumían con frecuencia queso presentaron un menor riesgo. Este hallazgo sugiere que los distintos lácteos podrían tener efectos diferenciados sobre la salud ósea, y que no todos actúan de la misma manera.
Interpretación de los autores
Los investigadores advierten que los estudios previos sobre lácteos y fracturas habían entregado resultados mixtos, en parte por limitaciones en el seguimiento, cambios en los hábitos alimenticios o en la forma de recolección de datos.
En contraste, este trabajo aporta valor por su diseño: gran tamaño de muestra, 25 años de seguimiento, repetición periódica de encuestas, verificación clínica de las fracturas y ajuste por múltiples factores (índice de masa corporal, consumo de suplementos, actividad física, uso de medicación, consumo de alcohol).
Los autores destacan que los lácteos líquidos —leche y yogur— aportan calcio, proteínas y otros nutrientes esenciales para el mantenimiento de la masa ósea. Además, mencionan que el balance entre proteína y calcio en la leche promueve una mejor salud ósea comparado con algunos tipos de queso, que pueden presentar desbalances nutricionales, exceso de sodio o variabilidad en su composición.
El trabajo aporta nuevos datos sobre la prevención de osteoporosis
Qué significa para la vida diaria
Este tipo de hallazgos tiene relevancia no solo para la salud individual, sino también para las políticas de salud pública. Las fracturas en mayores —especialmente las osteoporóticas o de cadera— suponen un enorme costo sanitario, además de un impacto profundo en la calidad de vida: pérdida de autonomía, discapacidad, días de internación, y hasta aumento en la mortalidad.
En un contexto de sociedades que envejecen, promover hábitos alimenticios que favorezcan la salud ósea —como el consumo regular de lácteos líquidos— podría ser una estrategia sencilla y accesible. No implica necesariamente grandes intervenciones, sino cuestiones cotidianas, dietéticas.
Incorporar leche o yogur con regularidad en la dieta diaria, especialmente en mujeres adultas y mayores.
Ante intolerancias o restricciones, evaluar alternativas que aseguren buen aporte de calcio y nutrientes para los huesos.
Mantener también actividad física, ya que el movimiento y la carga ósea colaboran con la fortaleza de los huesos.
Consultar con profesionales de la salud / nutrición para adaptar las recomendaciones al contexto personal (edad, peso, consumo de otros alimentos, suplementos, enfermedades crónicas).