La menopausia —definida como la ausencia permanente de menstruación durante 12 meses consecutivos— es una etapa natural en la vida de las mujeres que, hasta no hace mucho, fue considerada un tema tabú y relegada al silencio social y médico.

Con una esperanza de vida cada vez mayor, las mujeres transitan décadas en etapa posmenopáusica. Expertas y especialistas destacan la necesidad de visibilizar esta etapa, abordarla con atención médica y romper mitos sociales que la rodean.

La menopausia —definida como la ausencia permanente de menstruación durante 12 meses consecutivos— es una etapa natural en la vida de las mujeres que, hasta no hace mucho, fue considerada un tema tabú y relegada al silencio social y médico.
Hoy, con una expectativa de vida que permite vivir décadas más allá de esta transición, especialistas subrayan que las mujeres pueden llegar a pasar la mitad de sus vidas en menopausia, lo que plantea desafíos en términos de salud, calidad de vida y atención sanitaria.

La menopausia ocurre típicamente entre los 45 y 55 años, aunque puede variar según la genética, el estilo de vida y otros factores. En el pasado, cuando la esperanza de vida femenina era mucho menor, muchas mujeres nunca llegaban a experimentar esta etapa.
Sin embargo, hoy la mayoría alcanza los 80 o 90 años, lo que significa que gran parte de la vida adulta transcurre después de la última menstruación.
Durante la menopausia, los niveles de hormonas como estrógenos y testosterona disminuyen considerablemente. Esto no solo afecta la función reproductiva sino que también influye en múltiples aspectos de la salud física y emocional.
Entre los síntomas más frecuentes se encuentran sofocos, alteraciones del sueño, ansiedad, irritabilidad, cambios en el estado de ánimo, niebla mental, disminución del deseo sexual y sequedad vaginal.

Estas manifestaciones pueden impactar directamente en la vida cotidiana, la productividad laboral y las relaciones personales.
A nivel biológico, también se observa un efecto negativo en actividades diarias como la concentración, el estado de ánimo y la calidad del descanso, lo que contribuye a que muchas mujeres experimenten una merma significativa en su bienestar general.
Profesionales endocrinólogos y ginecológicos destacan que los sofocos nocturnos y la alteración del sueño son de los síntomas más molestos y comunes.
La falta de descanso puede intensificar la fatiga diurna y afectar la capacidad de atención en tareas cotidianas.
La sequedad vaginal, por su parte, puede generar dolor durante las relaciones sexuales y contribuir a una disminución del deseo, lo que repercute en la esfera íntima de muchas mujeres.
Además, la menopausia está asociada con cambios en el metabolismo y un mayor riesgo de osteoporosis y enfermedades cardiovasculares. Esto significa que el paso por esta etapa no solo está marcado por síntomas inmediatos, sino también por efectos a largo plazo en la salud general.
Pese a su prevalencia, numerosos estudios internacionales han observado que una porción significativa de mujeres con síntomas de menopausia no busca atención médica o no recibe tratamiento adecuado.
Investigaciones recientes indican que más del 80% de las mujeres con síntomas moderados a graves no consulta con profesionales ni recibe terapias efectivas, incluso cuando estas opciones están disponibles.
Esto puede deberse a múltiples factores, entre ellos la falta de información, la normalización del malestar o la percepción de que estos cambios son inevitables y deben “soportarse”.
Sin embargo, los especialistas insisten en que existe una variedad de recursos —desde terapias hormonales hasta apoyo psicológico y estrategias de autocuidado— que pueden mejorar significativamente la calidad de vida.
Expertas y médicos recomiendan un abordaje integral de la menopausia que no se limite a aliviar síntomas, sino que también promueva una mejor salud general. Esto incluye promover hábitos saludables como actividad física regular, alimentación equilibrada y acompañamiento profesional durante la transición.
La Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo (SAEM) define este período no solo como un fin de la etapa reproductiva sino como una oportunidad para reevaluar la salud, reforzar la prevención de enfermedades crónicas y ajustar tratamientos según las necesidades individuales de cada mujer.
En este sentido, distintas asociaciones médicas promueven la educación sobre la menopausia como parte de la salud pública.

Se busca que las mujeres reciban información adecuada desde edades tempranas, entendiendo que el climaterio —etapa que incluye la transición hacia la menopausia— es un proceso que forma parte de la vida y merece atención especializada.
Romper con el estigma y fomentar el diálogo también es clave para derribar mitos y barreras sociales que durante años han relegado la menopausia al silencio.
En redes sociales, plataformas de salud y comunidades de mujeres se multiplican las experiencias, iniciativas y campañas que buscan visibilizar esta etapa, compartir recursos y promover una mirada positiva y empoderadora.
Finalmente, expertos subrayan que entender la menopausia como una etapa biológica natural y no como una enfermedad no solo contribuye a mejorar el bienestar físico, sino también a fortalecer la salud emocional, la autoestima y la percepción de la propia vida en esta nueva etapa adulta. E