El uso de fármacos para bajar de peso creció en los últimos años. Mientras tanto, la obesidad continúa aumentando tanto en Argentina como en el resto del mundo.

En un país donde más del 60% de la población tiene exceso de peso, los medicamentos para adelgazar generan interés, expectativas y también temores. La Dra. Valeria Blanco, especialista en nutrición y diabetes y directora de Nutrivit, explicó por qué la obesidad es una enfermedad compleja, qué tratamientos existen hoy y cuál es el rol de la farmacología.

El uso de fármacos para bajar de peso creció en los últimos años. Mientras tanto, la obesidad continúa aumentando tanto en Argentina como en el resto del mundo.
La Dra. Valeria Blanco, médica con 15 años de experiencia en el tratamiento de la obesidad y directora del espacio de bienestar integral Nutrivit, ofreció una mirada clara: antes que nada, es necesario comprender que la obesidad no es un problema estético ni una falla de voluntad. Es una enfermedad crónica que requiere abordajes múltiples.
Para empezar, la Dra. Blanco hizó énfasis en un concepto que todavía cuesta instalar: “La obesidad es una enfermedad”.
Su diagnóstico se basa en el índice de masa corporal (IMC), que clasifica a las personas con valores por encima de 30 como obesas y a quienes superan 40 como portadoras de obesidad mórbida. Entre 25 y 30 se habla de sobrepeso, un rango donde ya comienzan a aparecer alteraciones metabólicas.
Sin embargo, la especialista aclaró que los números funcionan como guía, pero no captan la complejidad del cuadro. “Es muy importante entender que esos números sirven para clasificar, pero la obesidad requiere un abordaje como cualquier enfermedad crónica”.

Los datos nacionales muestran la magnitud del desafío: el 61,6% de los argentinos tiene exceso de peso y alrededor del 25% vive con obesidad. “Es un montón”, resumió Blanco. Los organismos internacionales ya la reconocen como la gran pandemia del siglo XXI, con impactos severos en múltiples órganos y un crecimiento preocupante en la infancia.
Uno de los factores determinantes es el estilo de vida actual: “Los niños están mucho tiempo expuestos a pantallas y cuesta que salgan del sillón y vayan a correr a la plaza”. La vida adulta no está muy lejos de ese patrón: menos actividad física, más estrés y más ingesta emocional. Todo contribuye a un círculo difícil de romper sin acompañamiento especializado.
Lejos de soluciones mágicas, el enfoque que propone Blanco y su equipo en Nutrivit se centra en la integralidad. “El tratamiento es integral”, subrayó. Cuando un paciente llega a la consulta, el primer paso es una valoración completa: grado de obesidad, impacto sobre otros órganos, historia clínica y emocional.
A partir de allí, se estructura un plan con varios pilares:
1. Alimentación saludable y sostenible
No se trata de dietas extremas ni de prohibiciones rígidas. El objetivo es construir hábitos alimentarios que puedan mantenerse en el tiempo y adaptarse a la vida familiar. “No hace falta comprar alimentos ‘light’. Se puede mejorar la alimentación con lo que hay en la cocina”.
2. Actividad física prescripta
Para la especialista, los médicos deben ser “rígidos” al indicar ejercicio. Esto implica elegir el tipo adecuado para cada caso, acompañar la progresión y sostenerla en el tiempo. La actividad física no se negocia: es uno de los pilares más sólidos para mejorar salud metabólica.

3. Trabajo emocional y psicológico
La obesidad está profundamente conectada con el manejo del estrés y las emociones. Blanco trabaja con sus pacientes sobre conceptos como hambre real vs. hambre emocional, y sobre los disparadores que llevan a comer por ansiedad. El mindfulness, las terapias conductuales y el acompañamiento psicológico son herramientas claves.
4. Enfoque familiar en el caso de niñas y niños
La obesidad infantil requiere una mirada ampliada: “Vemos papás con obesidad, mamás con obesidad y niños con obesidad. Entonces el trabajo es con toda la familia”. Comer más saludable desde casa, elegir con criterio en la escuela y ofrecer opciones que compitan con los ultraprocesados es fundamental.
5. Cirugía bariátrica
En determinados pacientes, y según la valoración médica, puede considerarse como parte del abanico terapéutico.
6. Farmacología
Recién después de evaluar todos los factores anteriores se analiza si los fármacos son una herramienta adecuada.
La Dra. Blanco se dedica al tratamiento de la obesidad desde hace 15 años, y reconoció que la aparición reciente de nuevos fármacos marcó un antes y un después. “Solo con los pilares tradicionales no obteníamos resultados a largo plazo en muchos pacientes”, explicó. La farmacología permitió mejorar la adherencia y sostener los cambios.
¿En qué casos se indican?
Los medicamentos se consideran cuando:
El paciente hizo intentos previos y no logró bajar de peso.
Aun cumpliendo el plan alimentario y la actividad física, no desciende.
Existen enfermedades asociadas, como diabetes o hígado graso.
Se necesita fortalecer la sensación de saciedad para evitar picoteos o ingestas emocionales.
La evaluación clínica, los estudios y el seguimiento médico determinan que es seguro y apropiado.
“Los fármacos son una parte más del tratamiento. No son el eje”, remarcó.
Para comprender su impacto, Blanco detalló qué hacen estas moléculas. En Argentina están disponibles:
Semaglutida, un análogo de GLP-1.
Tirzepatida, un análogo dual (GLP-1 + GIP), recientemente autorizado y considerado una de las herramientas más potentes.
Estas sustancias pertenecen a un grupo de hormonas naturales —enterohormonas— que se secretan en el intestino y actúan en el cerebro inhibiendo el hambre. En personas con obesidad, esas hormonas suelen estar disminuidas. Al administrarlas de forma exógena, se regulan mecanismos clave:
Control del hambre real.
Control del picoteo.
Menor ansiedad anticipatoria.
Mayor sensación de saciedad.
Los estudios internacionales muestran que la tirzepatida puede generar un descenso de peso entre el 20% y el 25%, cifras comparables a las obtenidas con cirugía bariátrica.
Además, en pacientes con diabetes tipo 2 ayuda a alcanzar los valores objetivo de glucosa y hemoglobina glicosilada, favoreciendo incluso la remisión de la enfermedad. Blanco aclaró que no se trata de una “cura”, porque los hábitos deben mantenerse, pero sí es una mejora significativa.
La popularidad mediática de estos fármacos —especialmente la semaglutida— llevó a que muchas personas intenten conseguirlos sin control.
Blanco remarco que el uso de farmacos está terminantemente contraindicado comsumirlo sin consulta médica.
“Cada fármaco es un traje hecho a medida. No cualquier medicamento es para cualquier paciente”, señala. Antes de iniciar un tratamiento, es obligatorio hacer:
Análisis clínicos.
Evaluación médica completa.
Historia de obesidad detallada.
Revisión de antecedentes personales y familiares.
Quedan excluidas las personas con contraindicaciones detectadas durante estos estudios. Por eso, la automedicación resulta peligrosa.
Efectos adversos y cómo se manejan
Los efectos secundarios más comunes están relacionados con el tracto gastrointestinal:
Náuseas
Diarrea
Dolor abdominal
Sin embargo, estos síntomas suelen aparecer cuando la dosis no está adecuadamente titulada. “Cuando vamos despacio, acompañamos con un plan nutricional adecuado y ajustamos según cada paciente, los síntomas disminuyen mucho”, aseguró.
Parte del trabajo en Nutrivit también apunta a desarmar la ansiedad por los resultados rápidos, especialmente cuando se acerca fin de año. “Lo que no hicimos en 11 meses no pretendamos hacerlo en uno”, reflexionó Blanco. El objetivo, insiste, no es bajar una cantidad de kilos urgente sino mejorar la calidad de vida.
El espacio que dirige junto a la licenciada en nutrición María Belén Cabaña tiene una particularidad: un enfoque centrado en las mujeres y en facilitarles el acceso al cuidado. En Nutrivit incluso cuentan con un área para que los niños puedan entretenerse mientras sus madres se atienden: un detalle clave para garantizar continuidad en el tratamiento.
“Queremos transformar la vida a través de la nutrición, de los buenos hábitos, de la actividad deportiva”, resumió Blanco. Y esa transformación, aclaró, no empieza en la farmacia, sino en la consulta, en la cocina familiar y en la forma de relacionarse con los alimentos y con el cuerpo.