Científicos de la Universidad de South Australia y expertos en medicina del sueño coinciden en que la privación de descanso genera un deterioro cognitivo y motor comparable al estado de ebriedad, con riesgos directos para la seguridad vial y el rendimiento cotidiano.
El debate sobre la importancia del descanso escaló desde el ámbito del bienestar personal hasta convertirse en una preocupación de salud pública y seguridad laboral.
Una serie de investigaciones, incluyendo un estudio pivotal publicado en la revista Occupational and Environmental Medicine por la Universidad de South Australia, estaleció una preocupante equivalencia: la falta de sueño moderada impacta la función cerebral de manera similar a haber consumido una cantidad significativa de alcohol.
Según los datos analizados, el rendimiento cognitivo y motor de una persona que lleva 17 a 19 horas sin dormir puede ser comparable o incluso peor al de alguien que presenta una concentración de alcohol en sangre (BAC) de 0,05%. Este valor es el límite legal de alcoholemia en muchas jurisdicciones internacionales, y un nivel considerado de riesgo para la conducción.
Extendiendo esta privación, aquellos que llegan a las 24 horas de vigilia registran un deterioro equiparable a una BAC de 0,10%, superando el límite de intoxicación legal en la mayoría de los países.
La privación de sueño se manifiesta de forma clara en la función ejecutiva y la capacidad motriz.
Déficit cognitivo
El impacto de la privación de sueño se manifiesta de forma clara en la función ejecutiva y la capacidad motriz. Los estudios, realizados en sujetos que participaron en pruebas de rendimiento tras largos periodos sin descanso y luego de ingerir dosis controladas de alcohol, demostraron que las fallas eran prácticamente idénticas.
En el ámbito cognitivo, el cerebro sin descanso suficiente presenta:
Atención sostenida comprometida: La capacidad de mantener la concentración en una tarea durante periodos prolongados se reduce drásticamente.
Lentitud en la respuesta motora: La velocidad de reacción ante estímulos inesperados o críticos disminuye hasta en un 50% en las pruebas, un factor de alto riesgo especialmente en el transporte y las operaciones industriales.
Juicio y toma de decisiones: El proceso de evaluación de riesgos y la elección de la respuesta más adecuada se ven comprometidos, llevando a errores de precisión.
La falta de sueño impide que el cerebro realice sus procesos de "limpieza" metabólica
La psicóloga Nuria Roure, especialista en medicina del sueño, complementa esta visión señalando que las personas que han dormido consistentemente menos de cinco o seis horas por noche, o que han acumulado más de 20 horas de vigilia, exhiben capacidades cognitivas análogas a las de alguien que ha consumido alrededor de seis cervezas.
Esta comparación, aunque figurativa, busca ilustrar el grado de disfunción neurológica que se acepta socialmente como simple cansancio.
El mecanismo detrás de esta similitud radica en el sistema nervioso central. Tanto el alcohol como la fatiga extrema actúan como depresores de la actividad neuronal.
La falta de sueño impide que el cerebro realice sus procesos de "limpieza" metabólica y consolidación de la memoria. Si la privación se mantiene, se altera la neuroquímica cerebral, generando una sensación constante de malestar, fatiga crónica y, en casos de privación prolongada, incluso síntomas de ansiedad y depresión.
Por lo tanto, el "mal humor" o la irritabilidad matinal no son solo estados de ánimo, sino indicadores de un desequilibrio químico y funcional con una base medible.
Deuda de sueño crónica
Los efectos de dormir poco no se limitan a un mal día. Los especialistas advierten sobre el peligro de la "deuda de sueño" acumulada, un fenómeno que se produce cuando una persona duerme menos de las 7 a 8 horas recomendadas durante varios días seguidos.
El impacto crónico de esta deuda es profundo y afecta la salud general de formas que van mucho más allá del simple rendimiento laboral. Estudios longitudinales demuestran que dormir menos de seis horas de forma sostenida se asocia con un mayor riesgo de:
Enfermedades cardiovasculares
Trastornos metabólicos: Mayor probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 y obesidad, debido a la desregulación hormonal que afecta el apetito y el metabolismo de la glucosa.
Salud mental: Aumento en los niveles de estrés, ansiedad y depresión, ya que la falta de sueño interfiere con la regulación emocional.
Deterioro Neurodegenerativo: Investigaciones citadas en la revista Nature sugieren que dormir menos de seis horas en la mediana edad puede estar asociado con una mayor probabilidad de desarrollar demencia y enfermedad de Alzheimer años después, posiblemente debido a la acumulación de proteínas tóxicas que el cerebro no logra eliminar sin un descanso adecuado.