“Los dirigentes podemos hacer de todo siempre... lo que no podemos hacer es que entre la pelotita”. Es un viejo axioma que tiene el fútbol y muchas veces se cumple. Con Colón, claro está, se dio al pie de la letra.
“Los dirigentes podemos hacer de todo siempre... lo que no podemos hacer es que entre la pelotita”. Es un viejo axioma que tiene el fútbol y muchas veces se cumple. Con Colón, claro está, se dio al pie de la letra.
Si bien hoy asoma un frente de tormenta y foco de conflicto por el reclamo sabalero de “fraude deportivo” que irá al TAS y la misma FIFA, la relación Colón-Conmebol fue excelente. Y el posicionamiento político del club casi perfecto en cada movimiento. Y en este sentido, dentro de los “delfines” históricos de Vignatti, el trabajo silencio del vice Horacio Darrás fue determinante en la casa madre del fútbol sudamericano que tiene sede en Luque.
A diferencia de los clubes grandes, que tienen empresas rentadas de logística, Colón hizo muchas cosas a pulmón. Los vuelos charteados, los hoteles, los campos de entrenamiento. Y en eso siempre puso la cara el muchas veces cuestionado Darrás.
La presencia de Los Palmeras, jugar con la camiseta oficial la Final y los 40.000 lugares fueron gestiones que se hicieron. Hoy, con el resultado adverso, parece que no sirvieron para nada. Si no se hubiera gestionado —con Darrás a la cabeza—, Colón no hubiera tenido el estadio a disposición y muchos menos la venta física en Santa Fe. ¿Fue desordenado?: sí. Ahora muchos se preguntan qué hubiera sido de Asunción del Paraguay con esa multitud dando vueltas por las calles con la desesperación de tener que canjear allá la entrada para ver al final. Insisto: el 1-3 parece borrar todo.
Colón es mucha veces un club tan pasional como “auto-destructivo”.Y así como el apoyo incondicional no tiene límites, la decepción tampoco: lo sufren jugadores, entrenadores y dirigentes en partes iguales.
El libro teórico de una Comisión Directiva marca que los dirigentes deben ir a los clubes “a trabajar”. Dejan trabajos, negocios, hogares y a veces dinero, por días y noches sin finales.
En un año inolvidable, donde Colón jugó la Final Única de la Copa Sudamericana, Horacio Darrás fue el hombre Conmebol. De los cuatro jinetes históricos (los otros tres son Vignatti, Fleming y Alonso) es el que quedó más golpeado y bajoneado por perder ese partido del 9/11 en La Olla de Asunción. Todos querían la Copa, pero sin discusión fue Darrás el que más tiempo y energías le puso a cada detalle que llevó a Colón a esta histórica Final Única.