Ignacio Andrés Amarillo
iamarillo@ellitoral.com
Desde hace años, Falta y Resto elige armar especialmente sus espectáculos de gira: mientras que otras murgas hacen el show del último Carnaval de manera íntegra y luego un repaso de fragmentos celebrados de espectáculos anteriores, la Falta interviene su propuesta más reciente con elementos de su dilatado acervo, porque el público también quiere reencontrarse con esos momentos.
La premisa que organiza el espectáculo no es una innovación total, pero funciona igual. El público ingresa a la sala y se encuentra con los integrantes yendo y viniendo, probando micrófonos e instrumentos en ropa de paisano. Cuando el espectador empieza a sentir el temor de que todo viene demorado, de a poco alguno entona un fragmento de tango, y surge la convicción de que el espectáculo está en marcha. Salta algún clásico (“Si pudiera lograr en los tiempos un instante más/Para hacer detener a la farsa en la realidad...”), hasta entrar en la “Presentación 2015”, con la murga en pleno: “Se escucha el clamor de un pueblo/su tierra humilde y sagrada/aún siente aquel silencio/de la ansiedad en el alma”.
Deconstrucción de la murga Así, la mayor parte del show transcurre como si fuera la prueba antes de que den sala, y de a poco se irán incorporando los vestuarios hasta llegar al momento del inicio ficticio. Y en ese clima de preparación se suma un dúo de comedia entre Raúl “Tintabrava” Castro (letrista, ideólogo y codirector responsable) y Orlando “Mono” Da Costa (el comediante por excelencia, y el eterno partenaire del líder), que funciona como una serie de intervenciones humorísticas que recupera o cita a viejos momentos en común (incluyendo uno no tan viejo pero celebrado, el de los pensamientos del arquero), y marca la tensión que se verá a lo largo del espectáculo. Porque el viejo letrista comparte ahora la pluma con sus hijos Leandro (también director escénico), Felipe (director musical, integrante de la cuerda de primos, segundo guitarrista y platillero) y Soledad (las músicas son de los tres primeros junto a Lucas Lessa, Ismael Collazo y Damián Dewailly).
Falta y Resto en Santa Fe Y a la renovación en dirección y autoría se agrega la de los integrantes, que suman a algunos “jóvenes veteranos” (como Javier Carvalho en los primos y Gastón “Ratón” Angiolini en el bombo) y hacen que la más emblemática de las murgas uruguayas sea ahora “una murga joven”, una parte más de ese movimiento. Por eso los cruces con Raúl y el Mono (los únicos vestidos diferente, de traje) parecen casi una transición a lo que será la Falta y Resto del futuro, y quizás por eso el título del espectáculo es “Revolución y tradición”.
Pasado y presente Y el show va y viene: por ahí pasa “Cuando juega Uruguay”, la obra de Tintabrava y Jaime Roos, “¿No lo tomarán a mal? Esta no va”, juegan desde la ficción. De ahí se derivó al segmento humorístico central del espectáculo 2015, centrado en las elecciones uruguayas : “Los ojos del Pueblo” y “Roberto Rodríguez”, donde el pequeño gran sobreprimo Jorge “Coca” Vidal pudo mostrar sus dotes cómicas, y el cuplé “Con un mango en el bolsillo”, una reflexión sobre las consecuencias del desarrollo capitalista del paisito y el cambio que eso trae en las costumbres.
De vuelta por los clásicos, Carvalho encaró a capella, sin micrófono y atravesando la sala, “El espejo”, creación de Roberto García, miembro fundador de la Falta fallecido en 2012, para que más tarde la murga en pleno arremetiera con “El grito del canilla”, otra creación de la dupla Castro-Roos, que alguna vez entonara Washington “Canario” Luna, y que tuvo una dedicatoria a Araca la Cana y sus 80 años (fundada allá lejos por los diarieros).
Volviendo sobre el material del último Carnaval, ya con la tropa avanzada en el vestuario (diseño de Natalia Sendra, la cordobesa que cautivó a Castro), Carvalho abrió “En abril se legaliza”, justo el cuplé que justifica esas prendas y la hoja de marihuana de los afiches: una reflexión sobre la legalización de la cannabis, el supuesto cambio de costumbre y la tensión entre lo que es legal e ilegal (“Es legal que un niño por la calle se pueda encontrar/con un señor que impunemente supo torturar”, pero puede ser víctima de “una ley que quisieron instaurar/los que dejaron libre al militar/para que al niño traten como un adulto delincuente”). Todo esto atravesado por el ritmo del reggae, a dos guitarras y redoblante con hi-hat de batería (en manos de Matías González).
Después del último momento humorístico de los dos veteranos, el desopilante número del chamán (humor de ese directo, pero que no falla) llegó “Un cacho de bajada”, la bajada del año 2007. “Vamos a hacer la última que ya están por dar sala”, dijo Raúl, antes de “dar una pasadita” a la despedida de este año: “A los boliches de antes, a los boliches de ahora” (con su dedicatoria a la juventud latinoamericana y los estudiantes mexicanos de Ayotzinapa) y la “Bajada 2015”.
Principio del final “Buenas noches, querido público santafesino”, saludó el letrista, como si fuera el comienzo real, con “Hoy la luna enamorada está”, para arremeter con una de las obras cumbres del género, gestada por Mauricio Rosencof y Jaime Roos: la “Despedida 1987” de El Gran Tuleque (“Carnaval, el dios Momo te ha vuelto a soñar...”), que Falta y Resto ha hecho propia, como embajadores de la murga por el mundo, y (quizás no sea necesario aclarlo a esta altura) porque siempre se han destacado en el mundo del Carnaval por la calidad interpretativa, más allá de las formaciones.
La alianza con Roos volvió a estar presente cuando Carvalho se puso al frente del colectivo en “Adiós Juventud”, mientras que Tintabrava hizo lo propio con “Colombina” y Andrés Vásquez, en voz y guitarra, con el inmortal “Brindis por Pierrot”.
Tras las presentaciones del caso, el último canto fue con el estribillo de “Se va la murga” que, como es tradición, terminó en las escalinatas del teatro, en el aire libre donde la murga nació, abrazando a los espectadores y con las voces retumbando en la vacía Peatonal. Para que sea hasta la próxima... o hasta el otro Carnaval.