En la zona de Villa Ocampo, en Jaaukanigás, hay cabañas con todas las comodidades para pescar, remar, hacer cabalgatas y recorridas por el monte en mountain bike. También hay reservas naturales como El Pindó y Doña Sofía, entre otras.
El amanecer en el Portal del Humedal de Jaaukanigás es indescriptible. Hay que ir a vivirlo. En un intento estéril de aproximación a contarlo se puede decir que la cabaña en palafito que cobijó a la delegación asoma al este junto a un brazo del río con un balcón de madera en el que el humito del primer mate se confunde con el del humedal en el horizonte, contra un rojizo sol que asoma y entibia la piel. El ambiente está lleno de pájaros. Sus cantos en la quietud.
Con las primeras horas del día se divisan en el horizonte a un lado de las cabañas las siluetas de los antiguos quebrachos que asoman sobre el río. Son los vestigios de los viejos puentes de los puertos de La Forestal, por donde trasladaban el quebracho y el tanino. La de Villa Ocampo esta es una de las cuatro rutas que tenía el ingenio para llevarse la producción por el río Paraná hacia el mundo.
Fotorreportaje en Jaaukanigás. Pablo Rodas.
La segunda jornada en Jaaukanigás propone un circuito de eco turismo en la reserva natural municipal El Pindó, con los miradores El Quebracho y El Yacaré. En el corazón de esta reserva de 36 hectáreas que es un monte bajo de árboles y plantas con senderos que tienen un puente peatonal colgante, habita su rancho don Julio Zarza, un viejo obrajero de 83 años que lleva siempre el machete en su mano derecha y tiene un refinado bigote. “Hay que vivir tranquilo”, dice como un mantra tras el saludo, aunque se le entiende poco porque habla como para adentro. “Cantidad de gente viene acá. Son todos bien recibidos”.
“Yo lo conozco al ‘Guarda’, que andaba siempre sin camisa gritando con una botella de caña en la mano (se ríe). También lo conozco al ‘Cambita’”, rememora. “De aquella época soy”, se ubica en el tiempo, “de cuando vivía el ‘Curi’. ¡Qué hermosa aquella época de los ingenios!”, dice antes de seguir su camino por los senderos del monte.
Fotorreportaje en Jaaukanigás. Pablo Rodas.
“Es un bosque en galería muy cerrado, con una biodivesidad increíble”, destaca la guía, Natalia Ruscitti, parada junto a la comitiva bajo un techo verde de árboles, en medio de El Pindó. “Los añosos árboles tienen un gran porte, con una diversidad maravillosa. Los apasionados por las aves nos cansamos de encontrar distintas especies, al igual que los que vienen a buscar mariposas o murciélagos”.
Por tierra, por agua
No hace mucho la bióloga Paula Getar halló en El Pindó varios ejemplares de camboatá blanco, “una especie nunca antes vista en Santa Fe, que sólo se había encontrado en Corrientes, Misiones y Formosa”, cuenta la especialista que escribió un libro sobre los árboles de la provincia (publicado por UNL) y mantiene en la zona junto a su hermano la reserva Doña Sofía, en homenaje a su abuela.
En el interior de El Pindó junto a la bióloga Paula Getar.
Lo que sigue en el viaje es aventura por el monte en tierra firme. Primero una cabalgata de 3 km. por un impenetrable en el Paraje San Vicente, a orillas del Río Paraná Miní, en Villa Ocampo. Más tarde toca una bicicleteada por la misma zona. Hay que seguir cansando el cuerpo para el disfrute en la naturaleza.
Fotorreportaje en Jaaukanigás. Pablo Rodas.
El Portal del Humedal es una cooperativa de Villa Ocampo dedicada a la preservación del lugar y el ecoturismo. Román Murzyla está al frente del emprendimiento, junto a su familia. Este rosarino llegó al medio del monte junto a sus padres cuando tenía apenas un año. “Acá no había nada”, dice, “sólo los restos abandonados por La Forestal”. Sus padres apostaron hace varias décadas atrás al turismo y la gastronomía de la isla en Jaaukanigás. “A los pocos meses tuvimos la primera inundación, la del ‘83. Quedó todo bajo el agua. Pero mis padres resistieron y se radicaron acá”, señala la tierra. Román fue hasta hace poco el director de Turismo de Villa Ocampo. Ahora recibe a la comitiva en el Portal y ofrece gentil todo tipo de movilidad para disfrutar del ambiente a remo, a caballo o sobre dos ruedas.
Fotorreportaje en Jaaukanigás. Pablo Rodas.
Rubén Blanco encabeza la tropa y guía al resto. A paso lento va contándole a la gente sobre el lugar. Por momentos hay que esquivar las ramas del monte, porque el caballo avanza y no da tregua. Luego vendrá una gran laguna y unos esteros muy preciosos. El baquiano ensilló temprano cada caballo y le enseña a trepar al lomo a cada uno. El paseo es por una zona tupida que parece impenetrable. Pero los caballos avanzan y sus jinetes sienten las rampas y las flores que acarician o raspan las piernas. Todo termina donde comenzó, en la tranquera del Portal del Humedal.
Fotorreportaje en Jaaukanigás. Pablo Rodas.
Ahora toca la mountain bike por los senderos de ripio. Una sensación distinta, por lomadas y claros del monte, antes de la caída del sol. Hay huellas y senderos para disfrutar de la adrenalina, y también opciones de paseos más tranquilos, a orillas de los ríos de la zona.
Complejo de cabañas Sammer, en Jaaukanigas.
La jornada va finalizando con la caída del sol. La comitiva trepa nuevamente a la camioneta para seguir viaje. Tras la cena en un restaurante de la zona el contingente se hospeda en el confortable complejo de cabañas Sammer de Las Toscas. A reponer energías porque todavía falta la tercera jornada.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.