Quién es Sanae Takaichi, la nueva primera ministra de Japón
La llegada de la dirigente del Partido Liberal Democrático marca un giro conservador en la política japonesa y reabre debates sobre memoria histórica, defensa y rol de la mujer en la vida pública.
Sanae Takaichi en su primera conferencia de prensa en el cargo. Crédito: Eugene Hoshiko/REUTERS
Sanae Takaichi nació el 7 de marzo de 1961 en la prefectura de Nara, Japón, y construyó una carrera larga dentro del Partido Liberal Democrático (PLD). Se graduó en Administración de Empresas en la Universidad de Kōbe en 1984 y completó estudios en el Instituto Matsushita de Gobierno y Administración. Tras trabajar como asistente en el Congreso de EE. UU. y desarrollar una carrera mediática, fundó el Consorcio Kansai Hi‑Vision en 1992. En octubre de 2025 fue elegida presidenta del PLD y asumió la jefatura del Ejecutivo el 21 de octubre de 2025.
Su recorrido combina cargos ministeriales, una militancia conservadora y una imagen pública singular. Ocupó posiciones en gabinetes durante los mandatos de Shinzō Abe y en gobiernos posteriores, entre ellas ministra de Asuntos Internos y Comunicaciones y ministra de Estado para la Seguridad Económica. Se perfila como una dirigente con prioridad en defensa, revisión constitucional y control migratorio, y su pertenencia a la organización Nippon Kaigi la ubicó históricamente en el ala nacionalista del PLD. Estos antecedentes explican el alcance político de su llegada al poder.
Sanae Takaichi despidiendo a Shinzo Abe. Crédito: REUTERS/ Kim Kyung-Hoon
La situación actual coloca a Takaichi al frente de un gobierno apoyado por una coalición con el Partido de la Innovación (Ishin), luego de la ruptura con Komeito, y con una bancada que queda a dos escaños de la mayoría absoluta en la Cámara Baja. Su gabinete incluye a pocas mujeres y su elección generó reacciones diversas en la sociedad japonesa y los mercados, donde la debilidad del yen concentró atención sobre política económica y monetaria inmediata. La inesperada combinación de su perfil personal y las urgencias institucionales marcará el inicio de su mandato.
Origen y primeros pasos
Proveniente de una familia de clase trabajadora en Nara, Takaichi vivió una juventud de desplazamientos largos: a fines de los 70 pasaba hasta seis horas diarias en autobús y tren para ir a la universidad. Su madre trabajó en la policía y su padre en la industria de autopartes; la familia apoyó su primer intento electoral con recursos propios. "Soñaba con tener mi propio castillo", escribió Takaichi en sus memorias, un dato que refleja aspiraciones y disciplina en su trayectoria.
Tras la experiencia en la oficina de la congresista Patricia Schroeder en Estados Unidos, volvió a Japón con interés por la administración pública y la comunicación. En 1993 ingresó al Parlamento por Nara como candidata independiente y después se integró formalmente al PLD. Desde entonces acumuló cargos en el Ejecutivo y se convirtió en diputada de la Cámara de Representantes en distintas legislaturas, consolidando una carrera longeva dentro del sistema político japonés.
Sanae Takaichi en su primera conferencia de prensa en el cargo. Crédito: Eugene Hoshiko/REUTERS
Su imagen pública combina rasgos personales y profesionales: fan del heavy metal, aficionada a las motocicletas y baterista amateur, a la vez que exhibe una estética de política seria y disciplinada. Un peluquero de confianza, Yukitoshi Arai, promovió su corte corto para transmitir cercanía y firmeza; tras la victoria le envió un mensaje de apoyo y ella respondió: "La batalla comienza ahora", señaló Sanae Takaichi, primera ministra.
Posiciones, polémicas y gobernabilidad
Takaichi mantiene posturas conservadoras y defendió la revisión del carácter pacifista de la Constitución. Es integrante de Nippon Kaigi y mostró reservas sobre interpretaciones críticas de la Segunda Guerra Mundial, lo que generó reproches internacionales. Fue vinculada a apoyos controvertidos, como su respaldo a un libro de 1994 que elogiaba a Hitler y a fotografías junto a líderes de extrema derecha; además, visita con regularidad el santuario de Yasukuni, hechos que alimentaron críticas externas e internas.
En lo económico y en política exterior, propuso medidas para fortalecer la defensa y endurecer controles migratorios y turísticos. Sus promesas incluyen políticas de estímulo público para contrarrestar bajo crecimiento e inflación, y se la ve dispuesta a ajustar la relación con aliados tradicionales. "Quiere que Japón sea fuerte y próspero para su gente y para el mundo", señaló Yoshiko Sakurai, periodista y activista, en un comentario sobre su perfil y prioridades.
Su llegada también respondió a la necesidad del PLD de recuperar votantes conservadores que migraron hacia formaciones más extremas. La gobernabilidad dependerá de negociaciones parlamentarias y de la capacidad de la nueva primera ministra para articular apoyos más amplios, dado que la coalición actual no dispone de mayoría absoluta clara en la Cámara Baja.
Rasgos personales y recepción local
La vida personal de Takaichi recibió atención: se casó con Taku Yamamoto en 2004, se divorció en 2017 y volvió a casarse en 2021; la pareja protagonizó un gesto poco común cuando Yamamoto adoptó el apellido de ella. Tiene tres hijastros y mantiene aficiones que incluyen el béisbol y la música rock. En Kashihara, su ciudad natal, allegados celebraron su triunfo rezando en templos y enviando orquídeas blancas a su oficina, un gesto de apoyo comunitario visible tras su elección.
Sanae Takaichi. Crédito: PHILIP FONG/REUTERS
En su juventud compartió onigiri y tortillas con compañeros que se quedaban sin almuerzo, según recuerdos de la amiga Motoko Shimada; ese microdetalle humaniza una carrera de décadas y muestra vínculos locales que la sostuvieron. Durante el proceso que condujo a su asunción hubo tensión política y debates sobre memoria histórica; el desenlace fue su elección y la formación de una coalición que la llevó al poder.
El impacto inmediato de su gobierno en la política japonesa permanece en observación pública y mediática. En su ciudad natal, la reacción incluyó tanto celebraciones como cuestionamientos, y la presencia de orquídeas blancas y rezos en los templos ofreció un cierre humano y simbólico a la jornada de su designación.
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