Última entrega. Ya fue suficiente. Debo sacarme el tema de la cabeza a riesgo de convertirlo en una obsesión. Es que desde hace dos años recorro, leo, investigo, hablo, sueño y escribo sobre el Puerto de Santa Fe. Disculpas pido a la gente que me envió historias que no alcancé a novelar: "El coleccionista de recuerdos", "Los paredones del puerto", "La tragedia del remolcador Meteoro", "La Tienda Ultramar", "Los submarinos", aguardarán en el tintero.
Me quedo con palabras de aliento de los lectores. Con la idea difusa de que escribí "Puerto de Santa Fe-Kilómetro 584-Margen Derecha" para la melancolía de los mayores, la remembranza de los adultos y la referencia (quizás lejana) de los más jóvenes. Ojalá.
Ojalá, y ya sería mucho, que mis torpes letras hayan sido útiles para activar alguna conciencia histórica, sobre todo de aquellos con poder de decisión. Resulta que, si hay algo de lo que quedo convencido en este final del ciclo es que no podemos abandonar nuestro puerto. Intentando ser más poético, la Comarca Fundacional no merece ser devorada por el olvido.
El Puerto de Santa Fe es uno de los lugares más importantes de la historia de la provincia. No dudo en ponerlo a la altura de Cayastá, del Fuerte de Sancti Spíritu o del Campo de la Gloria en San Lorenzo. ¿Y saben qué? Todavía estamos en tiempos de rescate. Aun corre algo de agua por el Riacho. Todavía asoman las bases de cemento abrazados con vías y durmientes en el antiguo puerto de Colastiné.
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Los diques, uno y dos, siguen con agua y sus enormes herrajes de amarre resisten, tapados por los yuyos, pero recuperables. La cancha de la Vuelta del Paraguayo donde jugó la selección de René Pontoni y Alfredo Di Stéfano aún festeja goles los domingos. Y casi seguro queda algún hierro oxidado de alguna proa de barco arenero en el Varadero de los Sarsotti.
Entiendo, claro que entiendo, desde hace varias décadas los de acá vivimos en crisis. Una perseverante crisis que obliga a todos (gobernantes y poderosos incluidos) a postergar el pasado, e incluso el futuro, en pos del presente. Siempre tan demandante, siempre tan ingrato. En este caso no sería pretexto.
Convertir a la olvidada zona portuaria en Comarca Fundacional de Santa Fe no requiere enormes erogaciones, ni esfuerzos de gestión, ni sacrificar compromisos de acarreos internacionales, menos aún postergar negocios inmobiliarios. Más vale se trata de inyectar valor agregado a la ciudad. Sin afectar lo material (necesarios planes económicos), se trata de revitalizar el alma. El alma de la ciudad en que nacimos.
Mirá tambiénIX. Macabro 1A esta altura, los lectores, mis lectores, pueden llegar a suponer que en esta despedida opté por utilizar el remanido recurso de encadenar palabras vacías. Para evitarlo prefiero terminar con algunas ideas que fui colectando en mis recorridos, tendientes todas y cada una, a volver al orgullo de la ciudad puerto.
I. Revitalizar las ruinas del edificio de la vieja Aduana en Colastiné, conocidas por pocos, y convertirla en un Museo del Puerto de Aguas profundas,… ¿insumirá un gran costo?
II. ¿Cómo no incluir en los programas de estudio de nuestra zona la historia del Canal de Acceso, la Vuelta del Paraguayo, la presencia de Charles Darwin en el Convento? ¿Cómo no usar de disparador pedagógico la aventura del Velero Mont Rainer, que todavía espera en el fondo del río, o la tragedia del Remolcador Meteoro o la contemplación de los inmigrantes que encarnaban con melancolía en el Club El Pacú?
III. ¿Será económicamente inalcanzable encarar un documental que comprenda, no solo el puerto de aguas profundas sino todo el territorio de la Comarca Fundacional, desde Colastiné hasta la olvidada confluencia de los Ríos Santa Fe, Coronda y Salado?
IV. Refundar el Club el Pacú, en el abandonado basurero del extremo sur del Puerto de Santa Fe,… ¿no sería un gesto para que el pueblo pescador reviva aquellas jornadas?
V. Destapiar o desbloquear el Riacho Santa Fe para conseguir una lancha con recorrido turístico desde Santa Fe a Paraná, el mismo recorrido que en 1833 realizó Charles Darwin,… ¿no sería una forma de recordar su paso y su obra?
VI. Ofrecer, como presente de la ciudad a los turistas del Hotel, del Casino o de los comedores, con los correspondientes auspicios comerciales, algún tipo de publicación alusiva,… ¿será imposible?
VII. Declarar una fecha como el día del Puerto de Santa Fe y montar todo lo que se hace en fiestas patrias en las avenidas del norte de la ciudad,… ¿no sería volver a pensar el Puerto de Santa Fe como un lugar central para los santafesinos?
Mirá tambiénVIII. La ciudad puerto antes del gran puerto Es posible, muy posible, que estas ideas no signifiquen un cambio de la tendencia al olvido que anidó en nuestras tierras, pero pueden ser un comienzo.
(*) Relatos literarios basados en hechos reales
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