“El éxito pertenece al trabajo en equipo”: el lema de la escuadrilla de Crippa y el respeto hacia sus mecánicos
“Sin ellos no puedo hacer nada”, decía el piloto en un emotivo encuentro con sus compañeros veteranos. El grupo se reunió en el hangar donde se encontraba resguardado la aeronave repatriada, en una jornada llena de recuerdos y emocionantes momentos.
"4-A-115, bienvenido a casa", la bandera que presentó la 1ra Escuadrilla Aeronaval de Ataque.
“Aguante corazón, aguante”, se arengaban uno a otros los mecánicos, en la puerta del hangar del Aeródromo de Sunchales donde se resguardaba el Aermacchi MB-339, la aeronave con la que Owen Crippa atacó los buques ingleses y recientemente fue repatriada de Estados Unidos. Y es que no todos los VGM que trabajaban en este avión todavía lo habían vuelto a ver desde el ‘82.
“Nadie se va a poner a llorar por favor”, bromeaba el teniente de navío Crippa, mientras abría una de las puertas de chapa tras las que se escondía el avión. En silencio, los 7 hombres (entre los muchos que viajan este sábado para encontrarse con sus compañeros) entraron al hangar y rodearon el avión. Las lágrimas todavía se contenían, las sonrisas y rostros de asombro, no.
Owen Crippa, junto a sus compañeros veteranos y el anhelado Aermacchi. Crédito: Fernando Nicola
Los recuerdos alrededor del Aermacchi
Los mecánicos veteranos de la Guerra de Malvinas pertenecientes a la 1ra Escuadrilla Aeronaval de Ataque, desde temprano se reunieron ansiosos por compartir este momento tan especial y anhelado. Con una enorme bandera que graficaba al Aemarcchi y la frase "bienvenido a casa" no dejaron pasar la oportunidad de tomarse fotos en grupo.
Tras recorrer el hangar, tocar el avión y compartir comentarios que solo quienes vivieron aquellos meses de 1982 podían comprender, se formó una ronda silenciosa. Entonces Crippa rompió el silencio con una pregunta simple pero profunda: “¿Qué sintieron cuando lo vieron?”. Y así comenzó una lluvia de recuerdos, emociones y palabras, alrededor suyo y del Aermacchi.
“Ver el avión me transporta a esa época, al show que yo veía: todos en la posición de trabajo en ese hangar enorme de 100x100. Uno estaba corrigiendo las miras de las armas, otro con el gato”, decía Pedro Godoy, uno de los veteranos que se encargaba del personal.
“Encontrarme con el Aermacchi me trae de vuelta todo lo que vivimos allá. Recuerdo estar con Owen en la pista, en medio de la guerra... Y ahora, tener el avión otra vez acá, frente a nosotros, te hace latir el corazón más fuerte”, expresó el VGM Guillermo Sosa.
“Yo estuve cuando el avión llegó a Sunchales y la verdad que fue muy emotivo. Ahora, compartirlo con estos compañeros que algunos vienen a verlo por primera vez desde la guerra la verdad que es muy fuerte, nunca deja de emocionarte”, agregó Alfredo Paniagua, mecánico de la 1ra Escuadrilla Aeronaval de Ataque.
“Sin ellos, no puedo hacer nada”
“Para mí es increíble escucharlos, que cada uno tenga su perspectiva y que connote algo distinto” decía Crippa y contaba que “durante la guerra, en ese momento donde iba a volar lo único que sabía era que llegaba al avión y ellos ya me estaban acomodando todo, para ese entonces, en nuestra profesión era todo absolutamente rutina”.
El trabajo de los mecánicos fue clave para que cada vuelo fuera posible. Crippa lo explicó con claridad: “Cada unidad tenía especialistas en distintas áreas: algunos se ocupaban de la estructura, otros de los tornillos, los sistemas hidráulicos, las radios o el armamento. Yo solo me subía al avión y ya estaba todo listo. Si no fuera por ellos, no podría haber hecho nada”, remarcó el piloto.
Crippa sentando nuevamente en la butaca del Aermarcchi. Fernando Nicola
43 años del bautismo de fuego
En la mañana gris y fría del 21 de mayo, en el Aeródromo de Sunchales, los mecánicos veteranos del Aermacchi MB-339 encabezaron la lectura de las efemérides del día. Uno de ellos se acercó a Crippa y al resto de los presentes para recordar aquel bautismo de fuego, una hazaña que marcó la historia y que aún late con fuerza en la memoria de todos.
“Personal de la 1ra Escuadrilla Aeronaval de Ataque, firmes. Al señor, teniente de navío, veterano de la Guerra de Malvinas, don Owen Guillermo Crippa, vista derecha”, comenzaba en completo silencio la formación para la lectura de la efeméride.
“Personal, buenos días”, seguía con la formalidad Crippa, que se posicionaba al lado del Aermacchi. “Buenos días señor teniente”, respondía el resto. “Permiso señor teniente, suboficial mayor Ferreyra solicita autorización para leer las efemérides navales del día de la fecha”, decía el VGM y Crippa autorizaba la lectura.
El piloto obtuvo la distinción "Cruz la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate". Crédito: Fernando Nicola
“21 de mayo de 1982, bautismo de fuego de la 1ra Escuadrilla Aeronaval de Ataque. Un avión Aermacchi piloteado por el señor teniente de navío Owen Crippa en vuelo de reconocimiento armado, avista y ataca buque británicos en el Estrecho San Carlos, Islas Malvinas. Averiando a la Fragata HMS Argonaut. Efemérides finalizados”, cerró el suboficial Ferreyra.
El éxito pertenece al trabajo en equipo
“La zona donde estábamos fue la más castigada durante toda la guerra. Aún conservamos pedazos de esquirlas, restos de las bombas que explotaban a nuestro alrededor”, recordaron con emoción, como quien carga no solo con historias, sino con fragmentos reales de lo vivido.
Crippa abrazó uno por uno a sus compañeros. Las lágrimas, los silencios compartidos y el recuerdo de lo que significó Malvinas estuvieron presentes en cada gesto.
“El éxito pertenece al trabajo en equipo”, dijo el piloto, citando el lema de su escuadrilla, una frase que lo guía desde entonces y que, al igual que el Aermacchi, hoy vuelve a cobrar vida como símbolo de memoria, unidad y soberanía.
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