"No es solo dejar de comer": lo que pocos cuentan del ayuno intermitente
La nutricionista Georgina Pacheco derribó mitos y advirtió: no es para cualquiera, ni siempre tiene efectos mágicos. “El ayuno enseña si tenés hambre real o solo hábito de comer”, afirmó.
Cada cuerpo es distinto: el acompañamiento profesional es fundamental.
En un contexto donde proliferan las dietas rápidas y los consejos en redes sociales, el ayuno intermitente ganó protagonismo como una herramienta de salud y bienestar. Pero, ¿de qué hablamos realmente cuando hablamos de ayuno?¿Y por qué, según los profesionales, no se trata simplemente de saltearse una comida?
“Hace muchos años que se viene imponiendo este concepto. El ayuno es un cese de alimentación que se da por distintos motivos: religiosos, terapéuticos o nutricionales. Lo que pretende es básicamente que sea planificado”, explicó Georgina Pacheco, licenciada en nutrición.
No es para todos ni para siempre
La profesional aseguró que la practica “tiene un objetivo, un qué y un cómo”, a la vez que remarcó que el concepto clave detrás del ayuno intermitente es el reposo digestivo, un período controlado de no ingesta que permite al cuerpo “recuperarse y regular funciones internas”.
El ayuno intermitente más común es el 16/8, que consiste en dejar de comer durante 16 horas y concentrar la alimentación en un período de 8 horas. En general, los esquemas más utilizados se basan en restringir la ingesta a una ventana de entre 6 y 8 horas, manteniendo un período de ayuno de entre 12 y 18 horas.
Aunque suele ser presentado como un método casi universal para perder peso, Pacheco puso un freno: “No es para todos. No cualquiera puede decir ‘mañana no como’. Hay contraindicaciones como todo”. Entre los grupos que deben evitarlo, mencionó a personas con bajo peso, trastornos de la alimentación, embarazadas, lactantes, personas con diabetes no controlada o con hipotensión.
Además, aclaró que el enfoque debe ser personalizado: “Siempre se indica con un criterio puntual, según su historia clínica, estilo de vida, hábitos, descanso y actividad física”.
Aprender a comer
Uno de los errores más frecuentes es suponer que el solo hecho de saltear comidas traerá beneficios. Para Pacheco, eso es un mito peligroso: “Lo importante no es solo estar sin comer, sino aprender a comer. De nada sirve estar 16 horas sin ingerir nada y luego comer de todo sin criterio”.
Planificar las comidas es clave en cualquier tipo de ayuno.
“El 90% de las personas que arrancan el ayuno lo hacen para bajar de peso, pero no logran el resultado porque no revisan qué hacen en los momentos de ingesta”, advirtió.
Mitos, verdades y señales de alarma
¿Se puede entrenar en ayunas?¿El desayuno es irrenunciable? ¿El ayuno genera debilidad? Para la nutricionista, muchas de estas creencias son falsas. “Es un mito que no se pueda hacer deporte en ayuno. Se puede entrenar perfectamente si el cuerpo está adaptado”, afirmó, aunque aclara que todo debe hacerse “de forma progresiva”.
El ayuno intermitente puede ayudar a regular el metabolismo.
También enumera señales que indican que algo no está funcionando: “Si hay mareos, calambres, cansancio extremo o dolor de cabeza, primero se revisa si la persona está tomando suficiente agua y cómo viene su alimentación y descanso”.
Más allá del cuerpo, el ayuno también impacta en la mente. “Hay un periodo de adaptación”, señaló Pacheco, y agregó: “Estamos acostumbrados a comer todo el tiempo. Lo que más me gusta del ayuno es que te enseña si tenés un hábito adquirido o un hábito real, si realmente necesitás ese alimento”.
¿Y los beneficios?
Pacheco enumeró varios: “Mejora la sensibilidad a la insulina, regula la glucosa en sangre, ayuda a regular el apetito y estimula la producción de hormona del crecimiento”. También lo consideró un “detox natural” y una forma de “respetar los ciclos de ingesta y ayuno que el cuerpo necesita”.
El descanso y la hidratación también forman parte del proceso.
El ayuno intermitente no es una solución mágica ni una moda pasajera. Puede ser una herramienta poderosa, pero requiere acompañamiento profesional. “No es solo dejar de comer. Es saber cuándo, cómo y por qué lo hacés”, resumió Pacheco.
En tiempos de sobreinformación y hábitos alimentarios desordenados, recuperar el silencio digestivo —con conocimiento y cuidado— puede ser, paradójicamente, una forma de escuchar al cuerpo con más claridad.
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