La maca (Lepidium meyenii), raíz andina considerada un superalimento, destaca por su riqueza en nutrientes esenciales: vitamina C, zinc, calcio, potasio y proteínas vegetales, todos clave para el metabolismo y la producción de energía

Con alto contenido de vitamina C, zinc, calcio y potasio, la maca se posiciona como un energizante nutritivo con beneficios posibles en la resistencia física, el humor y el rendimiento sexual. Aquí te contamos cómo aprovecharla correctamente.

La maca (Lepidium meyenii), raíz andina considerada un superalimento, destaca por su riqueza en nutrientes esenciales: vitamina C, zinc, calcio, potasio y proteínas vegetales, todos clave para el metabolismo y la producción de energía
Es ampliamente valorada como adaptógeno, es decir, ayuda a mitigar el estrés físico y mental mientras promueve un aumento sostenido de energía y resistencia
Además, su aporte de glucógeno —fuente vital de energía para los músculos— favorece una recuperación muscular más rápida, lo que la convierte en aliada habitual de deportistas y personas activas
Sus componentes antioxidantes también contribuyen a neutralizar los radicales libres, asociados al envejecimiento, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer

Se le atribuyen propiedades que podrían aumentar el deseo sexual y mejorar la fertilidad, ganándose el apodo popular de “viagra peruana”
También se utiliza para atenuar síntomas de la menopausia, aunque la evidencia sigue siendo limitada y aún en estudio
Para quienes entrenan regularmente, lo ideal es consumir maca antes del ejercicio para obtener energía, o después para favorecer la recuperación
Según Medline Plus, las dosis más comunes varían entre 1,5 y 3,5 gramos diarios, durante un período de entre 6 y 16 semanas, sin superar estas cantidades

El consumo de maca no suele presentar efectos adversos cuando se ingiere como alimento. Sin embargo, podría tener efectos secundarios como insomnio si se consume por la noche, o elevar la presión arterial en personas con hipertensión
Se desaconseja su uso en mujeres embarazadas o en período de lactancia. También podría ser riesgosa en contextos sensibles a hormonas, como ciertos tipos de cáncer (de mama, útero u ovario), endometriosis o fibromas, debido a su posible acción estrogénica
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