Jeremias Monzón: cita con la muerte en una fábrica abandonada
Se investiga si el joven fue citado con engaños para luego ser atacado por varias personas. En tanto, tras resistirse a aceptar la noticia, los familiares identificaron el cuerpo en la morgue.
Jeremías Monzón, muerte y misterio. Foto: Flavio Raina
El predio de una vieja fábrica abandonada, frente a la rotonda del club Colón y en el acceso a barrio Chalet, fue escenario de un hecho siniestro. Allí, en la mañana gris del lunes, apareció el cuerpo sin vida de Jeremías Monzón, de apenas 15 años. Un chico. Un nombre que hasta hace unos días sólo resonaba en su entorno más cercano y que hoy quedó atrapado en la crónica negra de la ciudad.
El hallazgo se produjo tras un aviso al 911 que alertó a la policía sobre la presencia de un cadáver dentro del predio del complejo fabril en desuso. Al lugar acudieron efectivos policiales y agentes de la Policía de Investigaciones (PDI), quienes confirmaron lo peor: un cuerpo joven, tendido entre unos pastizales y tapado con cartones, sin signos vitales.
La negación como refugio
Durante varias horas, la familia de Jeremías se aferró a una esperanza mínima: que ese cuerpo no fuera el suyo. Negaron la posibilidad, resistieron la idea, buscaron refugio en la duda. Recién entrada la mañana del martes, familiares que se presentaron en la morgue terminaron aceptando la verdad tras reconocer algunos elementos personales del adolescente.
Los análisis de ADN continúan para confirmar la identidad. Foto: Gentileza
Pese a ello, los investigadores aclararon que el proceso no se detiene en el reconocimiento visual. Los análisis de ADN continúan su curso para confirmar científicamente la identidad del cuerpo hallado.
Puñaladas y silencio
La autopsia arrojó un dato clave y brutal: Jeremías murió como consecuencia de múltiples heridas de arma blanca. No fue un ataque aislado ni un arrebato. Fue un castigo prolongado, reiterado, ejecutado con saña. El cuándo y el cómo aún están envueltos en sombras, pero el resultado es inequívoco.
A partir de allí, los pesquisas intentan reconstruir las últimas horas del adolescente, desaparecido desde el jueves pasado en Santo Tomé. Un trayecto corto en kilómetros, pero extenso en interrogantes.
Una cita que terminó en trampa
Entre las hipótesis que maneja la investigación hay una que gana peso: Jeremías habría sido citado en la vieja fábrica para encontrarse con otra persona. El motivo, según trascendió, habría sido “arreglar” un error reciente que el joven habría cometido. Un ajuste, una charla, una supuesta oportunidad de enmendar algo.
Peritos e investigadores en la escena del suceso. Foto: Flavio Raina
Pero no hubo charla. Lo esperaban varios. Y allí, en ese terreno sin testigos ni cámaras, le tendieron una emboscada. Jeremías no fue a una reunión: acudió a una cita con la muerte.
Aún no está claro quién fue la persona que lo convocó, aunque los investigadores tienen fuertes sospechas sobre alguien en particular. Esa pista, por ahora, se mueve con cautela, pero no está descartada.
Una adolescente y una pieza clave
En paralelo, otra historia se entrelaza con la del crimen. Una jovencita de 15 años, que mantenía un vínculo con Jeremías y que había sido vista por última vez junto a él, también estuvo desaparecida durante varias horas. Su situación encendió todas las alarmas.
En las últimas horas, la adolescente apareció sana y salva. Se encuentra en buen estado de salud y ya estaba en contacto con las autoridades. Según se informó, se dirigía a una seccional policial a la Fiscalía del doctor Francisco Cecchini para prestar declaración.
Su testimonio podría ser determinante para reconstruir el rompecabezas final: quién citó a Jeremías, por qué fue hasta ese lugar y quiénes estaban allí cuando todo terminó.
Jeremías fue ultimado a puñaladas. Foto: Flavio Raina
La fábrica abandonada, como tantos otros espacios olvidados de la ciudad, vuelve a ser el telón de fondo de una violencia que se ensaña con los más jóvenes. Un territorio sin ley donde el abandono urbano se mezcla con códigos propios, venganzas mínimas y finales irreversibles.
Jeremías tenía 15 años. Y alguien decidió que su corta vida llegara a su fin.