Luciana Croatto: la santafesina que desafía los límites del ballet tradicional
Formada en las mejores escuelas del mundo, hoy fusiona estilos, impulsa proyectos educativos en Latinoamérica y promueve una mirada consciente sobre el cuerpo, el arte y la creación.
Luciana Croatto, la santafesina con gran trayectoria en Europa. Foto: Archivo El Litoral.
Luciana Croatto, bailarina santafesina con proyección internacional, comenzó su camino artístico de manera casi accidental. “Desde chiquita siempre bailé, actué y me expresé a través del cuerpo”, recordó. Su vocación nació a los 7 años en su ciudad natal, San Carlos, cuando descubrió por casualidad su flexibilidad imitando a gimnastas olímpicas frente al televisor.
La sorpresa familiar ante sus destrezas físicas la impulsó a mostrar sus habilidades en la escuela. Así llegó al estudio de danza local, donde una profesora notó su potencial: “Bailar enfrente de todos me dio timidez. Me dijo que vuelva, que me había probado las condiciones para el ballet. Y cuando volví sola, escuché la música del piano y me enamoré”.
A los 10 años, se mudó a Santa Fe para formarse. A los 11 ingresó al Instituto del Teatro Colón de Buenos Aires y, a los 14, ya había ganado sus primeros concursos internacionales. Con una sólida base en danza clásica, Croatto siempre sintió que su cuerpo “era demasiado flexible para el molde del ballet tradicional”. Fue en Europa donde encontró su lugar y su lenguaje.
Bejart, el click espiritual
Durante una beca de estudio en Bordeaux (Francia), Croatto descubrió a Maurice Béjart, el mítico coreógrafo. “Lo escuché decir que la danza era el lenguaje espiritual de la humanidad. Pensé: él es como yo”, rememoró. Sin avisar a nadie, tomó un tren sola hasta Suiza, se presentó en Bejart Ballet Lausanne y pidió una audición. “Desde ese día me quedé a trabajar con él”, resumió.
Béjart la acercó a un arte más integral: danza clásica, moderna, teatro físico, canto, música e incluso artes marciales. “Había que ser artista completa”. Esa etapa marcó el giro hacia un lenguaje más híbrido, con libertad expresiva. En ese proceso, sufrió un grave accidente automovilístico que casi le cuesta un brazo. “Tenía 20 años. Fue tremendo. Pero me hizo mejor persona y artista”, afirmó.
El cuerpo como templo
Croatto alertó sobre una problemática frecuente en la danza: los trastornos alimentarios y el desgaste físico producto de ideales estéticos rígidos. “Ahora está empezando a cambiar la pedagogía del cuerpo. El amor y el respeto por uno mismo deben estar por encima de todo”, sostuvo. “Aprendí a escuchar mi cuerpo, a veces el cuerpo pide parar, o un poco de locura. Y hay que escuchar”, agregó.
Luciana Croatto. Foto: Archivo El Litoral.
En este sentido, consideró que los bailarines son “atletas y artistas a la vez”: con la rigurosidad del deporte y la sensibilidad del arte. “Tenemos la parte creativa, emocional y espiritual del artista, pero también la disciplina del deportista que se levanta todos los días a entrenar”, describió.
Volver para crear y construir
Después de la pandemia, Croatto regresó a Argentina con la intención de reconectar con su país. “Me tomé seis o siete meses acá. Empecé a colaborar y vi que había mucho por hacer”, contó. El reencuentro con su cultura fue transformador. “Me di cuenta de que soy muy argentina. Me enamoré de este país y de Latinoamérica”, indicó.
Actualmente, Croatto combina talleres de técnica clásica y otros más contemporáneos, con improvisación y estilos mixtos que dialogan con lo urbano y lo autóctono. “Estoy empezando a crear un lenguaje propio, híbrido, que me gustaría mezclar con el folclore y el malambo”, aseveró.
Luciana Croatto. Foto: Archivo El Litoral.
Además, trabaja en Uruguay con proyectos de inclusión artística y aspira a consolidar un puente entre Europa y Latinoamérica. “En Europa hay muchos recursos, pero en Latinoamérica hay autenticidad cultural. Acá está pasando algo muy fuerte”, destacó.
Con mirada crítica pero constructiva, lamenta que Santa Fe no tenga aún una compañía oficial de danza. “Decenas de los mejores bailarines argentinos son santafesinos, y esta es una de las pocas provincias sin compañía de danza clásica o contemporánea”. Y hace un llamado claro: “Hay que visualizar la danza, crear público desde la educación. Invito a la gente a ir, se van a sorprender”.
Hacer, no solo soñar
Hoy, Croatto apuesta a un rol activo en la educación y la creación artística. “Creo que Argentina está en un momento clave para apostar por el arte. No es tiempo de soñar, es tiempo de hacer”, afirmó.
Su mensaje resuena como una síntesis de su camino: talento, convicción, rebeldía, aprendizaje, transformación. Y, por sobre todo, una búsqueda constante de sentido a través del movimiento. “El arte es el paradigma para relacionarnos, para comprender lo que queremos y lo que no, y para integrarnos”, cerró.
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