Las grasas saturadas, comunes en productos como quesos, manteca, leche entera, carnes rojas y aceites como el de coco, son sólidas a temperatura ambiente y han sido asociadas con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Aunque los carbohidratos suelen ser el foco principal en la gestión de la diabetes, recientes estudios señalan que las grasas saturadas y el sodio, presentes en muchos alimentos de consumo habitual, también podrían influir negativamente en los niveles de glucosa y en la salud cardiovascular de las personas con diabetes.
Las grasas saturadas, comunes en productos como quesos, manteca, leche entera, carnes rojas y aceites como el de coco, son sólidas a temperatura ambiente y han sido asociadas con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Según la nutricionista Kathy Levin, estas grasas pueden aumentar la resistencia a la insulina, dificultando que la glucosa se traslade del torrente sanguíneo a las células. Aunque no elevan directamente los niveles de glucosa como los carbohidratos, afectan la digestión y la sensibilidad a la insulina, impactando la salud metabólica en general.
Lauren Plunkett, especialista en educación para la diabetes, añadió que la grasa alimentaria influye en la acción de la insulina a largo plazo. La respuesta inicial a la insulina puede ser más lenta, y la cantidad total necesaria para procesar la glucosa puede aumentar dependiendo del tipo y la cantidad de grasa consumida.
Para minimizar estos riesgos, se recomienda limitar el consumo de grasas saturadas al 10% o menos de las calorías diarias.
Por ejemplo, en una dieta de 1.500 calorías, esto equivale a no más de 16 gramos al día. Optar por grasas insaturadas, presentes en alimentos como aguacates, frutos secos, semillas, aceite de oliva y pescados grasos como el salmón, puede ser beneficioso, ya que estos alimentos son ricos en ácidos grasos omega-3 que ayudan a reducir la inflamación crónica.
El sodio, aunque no afecta directamente los niveles de azúcar en sangre, puede influir en la presión arterial, un factor de riesgo importante para la diabetes tipo 2. La recomendación general para las personas con diabetes es limitar la ingesta de sodio a menos de 2.300 miligramos diarios, una pauta que también se aplica a adultos sanos.
Los alimentos ricos en sodio, como la comida rápida y los snacks procesados, suelen contener grasas saturadas y carbohidratos refinados, lo que puede agravar la inflamación sistémica y la resistencia a la insulina.
Además, un estudio citado en el informe destacó que los tratamientos enfocados en equilibrar los niveles de sodio se asociaron con mejores resultados en personas hospitalizadas con hiperglucemia.
El manejo de la diabetes no se limita a la dieta. Factores como el ejercicio, el manejo del estrés, el sueño y la consulta con profesionales de la salud son igualmente importantes.
Más allá de los carbohidratos, las grasas saturadas y el sodio desempeñan un papel significativo en la gestión de la diabetes. Adoptar una dieta equilibrada, rica en grasas saludables y baja en sodio, junto con un estilo de vida activo y un manejo adecuado del estrés, puede contribuir a un mejor control de los niveles de azúcar en sangre y a una salud general óptima.
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