Había una vez un pintor que realizó un cuadro al que llamó Gioconda.
Le salió tan lindo que decidió quedárselo para él.
Una noche, el pintor se fue a dormir y dejó al cuadro en su sala de pintar. Al otro día, cuando fue a buscarlo para mostrárselo a su papá, no había rastros de la Gioconda. La buscó por todos lados pero no la pudo encontrar.
El pintor no pudo descansar tranquilo porque estaba muy triste por la pérdida. Llamó a la policía pero tampoco la pudieron encontrar.
El pobre pintor lloró muchos días pero no dejó de buscarla.
Un día, el pintor salió a la siesta a buscar su cuadro. De golpe vió un rayo y cuando este se apagó, apareció una nave extraterrestre. Del interior de la nave salieron dos seres de otro planeta y le contaron que eran ellos los que habían robado su cuadro.
El pintor le pidió que se lo devuelvan porque era muy importante para él.
Uno de los extraterrestres le dijo que se lo iban a dar pero si lo pintaba a él como la Gioconda.
El pintor le contestó: “Yo no puedo hacer eso porque sos muy feo y mi Gioconda es linda”.
El extraterrestre le dijo: “Entonces no te devuelvo el cuadro”.
Al pintor no le quedó más remedio que pintarlo. Y le salió tan bello que también se lo quedó para él.
Entonces le mintió al extraterrestre que un ladrón le robó el cuadro. Como había mentido, salió corriendo y se olvidó el cuadro de la Gioconda.
Los extraterrestres se quedaron con el famoso cuadro de la Gioconda y se lo llevaron a su planeta llamado Pirulero.
(Cuento escrito por alumnos de la escuela Paraná Medio, de Santa Rosa de Calchines, en el marco de los trabajos realizados con motivo de la Feria del Libro).





























