Susana Grassi
DyN
Hace 12 meses desaparecía físicamente Néstor Kirchner, el hombre que en el 2003 llegó a la presidencia con un exiguo caudal de votos y un estilo frontal y descontracturado pero que logró armar una estructura que acaba de revalidar Cristina Fernández, a quien le asegura su permanencia en el poder por otro periodo.
La ausencia de Néstor dejó a Cristina, su esposa y sucesora, en la orfandad del permanente apoyo y consejo. No obstante, lo iniciado por él, ella lo continuó sin tropiezos porque durante más de tres décadas no sólo formaron una familia sino que tejieron un proyecto político que ya se aseguró estar doce años continuos en el gobierno nacional.
Tal como le gustaba decir a él, Cristina tampoco ‘dejó sus convicciones en la puerta de la Casa de Gobierno‘ y, a pesar de las constantes presiones, defendió con uñas y dientes el modelo y lo iniciado por Kirchner. De todas maneras, cambió algunas cosas sin tocar lo sustancial: siguió fielmente el ‘modelo‘ y obtuvo su reelección con la promesa de ‘profundizarlo‘. También sostuvo a rajatablas ‘el presidencialismo que centró todo el poder en la Casa Rosada‘.
Por otro lado, desde la muerte de su marido, la mandataria impuso su propio estilo y le dio a su gobierno un carácter mucho más distendido, menos controlador de las acciones ‘de la tropa‘.
En efecto, abandonó las confrontaciones públicas a las que era tan afecto Kirchner y prefirió ignorar los temas conflictivos o tratarlos en forma indirecta. Pero siempre con un comentario posterior para suavizar el efecto. Mientras Néstor consideraba superfluo todo ceremonial, ella está atenta a los detalles en la escenografía de cada una de sus apariciones en público. Hasta el estricto luto que se impuso desde la muerte de su compañero es parte de la cuidadosa imagen que presenta ante la sociedad.
Hace doce meses, muchos pensaron que ella necesitaría alguien que reemplazara a Kirchner como principal asesor, pero ese lugar nadie lo pudo ocupar. Lejos de buscar ayuda, mantuvo cerca a los mismos personajes en los que confiaba su marido pero sumó a un grupo de jóvenes que aspira sean los seguidores del kirchnerismo, pero sin ser todavía sus consejeros. Sin embargo, hubo un personaje que fue muy útil en el armado político de Kirchner y al que la mandataria nunca terminó de aceptar: el titular de la CGT, Hugo Moyano. Luego de la muerte del ex presidente, una causa judicial en la que el camionero vio una operación de la Rosada y la amenaza de una movilización de protesta, determinó que las lanzas se rompieran definitivamente entre ambos. Tiempo después, cuando se preparaban las listas de candidatos, Moyano no midió la personalidad presidencial y reclamó lugares para su gente.
Cristina, a quien muchos creían demasiado débil para imponer los nombres en esas nominas tal como hacía Kirchner, demostró que también podía: no sólo se opuso a la pretensión de la CGT, sino que dejó afuera a muchos kirchneristas de la primera hora e impuso sus propios candidatos. Tampoco dudó en sancionar a los funcionarios que no respondieran cómo ella lo exigía, tal como ocurrió durante un tiempo con el Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, a quien se creía, uno de los que verían crecer su poder dentro del elenco ministerial, cosa que no ocurrió. Ocurre que el principal conflicto que debió enfrentar en el último año fue la toma del Parque Indoamericano en diciembre último, pocas semanas después de la muerte de Kirchner. La crisis -mal manejada al principio por Aníbal Fernández- finalizó con un entendimiento entre la Nación y la ciudad autónoma.
En materia de política exterior, continuaron las mismas rispideces con Washington, como cuando fue incautado el material que transportaba un avión militar estadounidense que aterrizó en el aeroparque metropolitano, provocando un fuerte entredicho con las autoridades de al administración de Barack Obama. Y la Casa Rosada nunca se preocupó de restablecer ese vínculo, tal como ocurrió con Kirchner en vida. Precisamente, otro momento difícil que debió enfrentar fue durante su asistencia a la Asamblea Anual de las Naciones Unidas porque allí siempre fueron juntos desde el 2003. Un detalle: Cristina no quiso alojarse en el Hotel Four Seasons, donde cada año llegaba con Kirchner, y cambió el lugar de alojamiento. En varias momentos de su mensaje, Fernández recordó a su esposo y antecesor, Néstor Kirchner, porque ‘sin las cosas que él se atrevió a hacer era imposible que hoy estuviéramos aquí‘, dijo.
Del 23 por ciento obtenido por Kirchner en el 2003, Cristina pasó a casi el 54 por ciento, y no dudó en asegurar, la noche del triunfo electoral: ‘Quiero agradecerle a alguien que ya no me puede llamar más, pero que es el gran fundador de la victoria de esta noche. Porque, yo no me la creo, nunca me la creí ni pienso hacerlo‘. Al final, hizo subir al estrado a sus hijos, a su nuera Rocío y también invitó a sumarse al grupo a la novia de Amado Boudou, que durante todo el discurso presidencial permaneció silencioso a su lado. Cristina inicia así su segundo periodo, el tercero del kirchnerismo, sin Néstor, pero nada hace suponer que habrá cambios con respecto a lo hecho desde la muerte del ex presidente.
































