Por Enrique Cruz (h)
Siempre deja cosas “jugosas” y conclusiones polémicas una charla con Carlos Trullet. Abonado a la historia del fútbol de Santa Fe desde principios de la década del ‘70, cuando llegó para jugar en Colón, se convirtió luego en un estandarte de Unión, primero como jugador y luego como entrenador. Pero Trullet está plenamente ligado e identificado a Unión, porque manejó las inferiores, participó, como ayudante de campo de Zuccarelli, en el ascenso de 1989 y luego fue principal artífice de aquella gesta de 1996. Su pasado en el club es reciente, ya que fue entrenador entre el 2005 y el 2007, con aceptables campañas y la formación de un nuevo plantel.
Trullet está dirigiendo a Ferro y el domingo le tocará enfrentarse con Unión. La situación de su equipo no es buena, pero aún así aceptó la invitación para referirse y mucho a la realidad de Unión, club al cual conoce como la palma de su mano.
—¿Tenés ganas de hablar de Unión?
—Siempre me dan ganas de hablar de Unión.
—Pero empecemos por tu Ferro, ¿complicado?
—La campaña no ha sido mala, seguimos arrastrando un bajo promedio por la campaña de hace dos temporadas. A este torneo lo empezamos bien y si hubiésemos tenido un goleador, estábamos peleando por la Promoción pero para ascender. Nos faltó un Salmerón... Sentimos mucho su ida y también la de Carabajal.
—¿Y ahora?
—Dependemos de nosotros... El que complicó todo es Los Andes, pero si nosotros sacamos cinco o seis puntos, creo que no tendremos problemas. También está lo de Platense, que venía mal y ahora está ganando.
—Ahora sí, hablemos de Unión...
—En Unión no hay proyecto, por más que esa palabra se use tanto y sin sentido en el fútbol argentino, porque cualquiera habla de proyecto. Unión tuvo proyecto hace un tiempo, cuando a la primera llegaron los jugadores que yo tenía en el grupo selección. Con ese equipo conseguimos el ascenso y nos mantuvimos en Primera...
—Y ahí te equivocaste...
—Yo fui responsable de esa cantidad de jugadores que no me acuerdo bien si fueron 15 ó 16, pero esos jugadores llegaron, en el ‘97-’98, porque se fueron otros tantos y se vendieron a varios. Por ejemplo, yo, en su momento, debí oponerme a la venta de Clotet. ¡Pero cómo iba a hacerlo si ofrecían tanto dinero! Lo mismo pasó con Bezombe y con varios más. A esto lo expliqué varias veces. A la primera habían llegado, dos años antes, todos los que debían llegar. Después, se produjo un vacío que es lógico que suceda. Y como hubo tantas ventas, tuvimos que traer refuerzos.
—¿Fue la última vez en que se desarrolló un proyecto en Unión?
—No, creo que lo de hace tres o cuatro años también fue interesante. Promovimos varios jugadores, se armó un plantel con un aceptable nivel... Lo que pasa es que hay mucha ansiedad en la gente de Unión. Yo no le quiero caer con el rigor al hincha, porque demasiado aguanta, pero los dirigentes se sienten presionados por la desesperación por ascender. Y con eso no se va a ningún lado.
—Pero esto es natural, Carlos...
—Pero no te lleva a ningún lado... Con desesperación, angustia y ansiedad, no se consigue nada.
—¿Y qué pasó?, ¿tenés claro por qué te fuiste?
—Me fui porque en Unión hubo dos personas que fueron nefastas, como Decoud y Baldi, que se apoyaron en otro que, para lo único que servía, era para contar cuentos...
—¿Quién?
—No, no me hagas hablar... Ustedes saben quién es, yo no lo voy a decir, no vale la pena.
—Acá se habló mucho de una reunión con el plantel...
—Eso estaba todo orquestado.
—Dicen que hubo jugadores que pidieron tu alejamiento, caso Ferrer... —De los jugadores no voy a hablar, a mí no me consta para nada... Además, un referente de ese equipo era Marcelo Mosset, y cuando fui a buscar un refuerzo para Ferro, fue a uno de los primeros que apunté.
—¿Y los dirigentes?
—Mirá, te repito que lo de Baldi y Decoud fue nefasto... No sé por qué se pusieron en mi contra, porque Decoud, por ejemplo, fue el dirigente que me fue a buscar en 1990 para reemplazar a Marito Zanabria y arrancar así mi carrera de entrenador. Ellos eran partícipes de una alianza que, como todas las alianzas de este país, no funcionó. Pero quiero dejar en claro algo: el gran problema de Unión es que está sufriendo la muerte de dos hombres valiosos, vitales y capaces como Angel Malvicino y Juan Vega.
—¿Pensás que podrían llegar a tenerte en cuenta para este momento?
—No lo sé... Unión es muy fuerte para mí y si realmente se daría una posibilidad, se me armaría un lío bárbaro porque tengo la propuesta de Ferro para quedarme y he tenido tanteos de otros clubes... No sé qué puede pasar con Unión en lo político... Sé que en la oposición está Jorge Molina, una persona con la que he trabajado bien, con mucha tranquilidad y libertad... Y a esto lo digo a pesar de que se mencionó, en su momento, no sé si por parte de él o de otro referente de su agrupación, que nuestra derrota ante San Martín de Tucumán, como visitante, el día previo a las elecciones, había torcido el electorado a favor de Vega, cosa que me parece fuera de lugar.
—En consecuencia, pensás que tu proyecto se abortó con el final del proceso...
—Estábamos trabajando bien... Pero bueno, es Unión y siempre que pasa algo malo en el club, se acuerdan de mí, de Pumpido... Ahora, Pumpido está en otro nivel y es muy difícil que dirija a Unión, al menos en este momento. Es la vieja historia y siento que cuando las papas queman y no queda otra alternativa, se busca a quiénes somos del club.
—¿Quedaste con algún resentimiento de tu último tiempo en el club?
—No me gusta la palabra resentimiento... Ya te dije lo que pienso de Decoud y de Baldi... Creo también que a los dirigentes les falta convicción y se confunden cuando piensan o creen que saben de fútbol. No es necesario saber de fútbol para avalar una posición como dirigente. Te reitero el tema Molina, no sé si sabe o no sabe de fútbol, probablemente no sepa, pero como dirigente me dio tranquilidad y libertad. Y en la actual comisión también hay gente muy valiosa, porque conozco a casi todos. Pero siguiendo con tu pregunta, hubo otra cosa que no me gustó y fue que algunos, periodistas incluidos, hayan tildado de fracaso a la campaña de 57 puntos.
—La que arrancó con el objetivo de foguear jugadores, de armar el plantel y de salvarse del descenso...
—Exacto. Ese equipo sacó más puntos que el que luego jugó la Promoción. promovimos jugadores y dejamos la base para el año siguiente. Es cierto que no clasificamos, pero no era el objetivo planteado y algunos pensaron que fue un fracaso. Eso no me gustó.
—Se ve que siempre tenés algo interesante y polémico para dejar...
—... ¿Por qué me lo decís?
—Por tus conceptos... ¿O te olvidás de aquélla famosa frase: “A mí me resistían los barrabravas de calle San Martín”?
—Ja, ja... Es cierto... Pero no voy a hablar de los hinchas, porque tengo un enorme respeto y agradecimiento a la gente de Unión. En definitiva, son los que más sufren más allá de que eso los lleva a colmar de ansiedades a todos.
































