Los vitrales de la Basílica de Guadalupe fueron fabricados en 1940. Representan una importante fuente de información religiosa. En cada abertura, se retiró el vitral para la recuperación de todas las piezas, reparación de la herrería, limpieza y quitar el óxido para luego pintarlas con convertidor de óxido y esmalte sintético. El vitralista santafesino Fabio Huser fue el autor de este significativo trabajo. En la fachada principal todos los vitrales son nuevos: los cuatro de abajo, los cuatro del entrepiso, donde se colocaron los emblemas originales que tenían esos vitrales, mientras que en la parte superior se creó uno nuevo con la imagen del Espíritu Santo. En la Sacristía había nueve vitrales circulares para hacer; se diseñaron los Siete Sacramentos, incluyendo en uno solo el Bautismo y la Confirmación, y en los nueve restantes se colocaron imágenes de santos latinoamericanos.

































