Florencia Arri
farri@ellitoral.com
El último año se duplicó la venta on line de los muebles usados en Santa Fe. La historia quienes utilizan la red para más oportunidades.

Florencia Arri
farri@ellitoral.com
@florarri_
El juego de living que Teresa heredó de su madre. Las tres camas de pilates que compró por impulso de dar clases en su casa y que casi no se usaron y las pelotas de goma, los espejos y hasta el equipo de música que había en la misma habitación para dar clases. Teresa y Agustín López vendieron todo por Internet. “Queríamos hacer espacio y, aunque nunca antes lo habíamos hecho, vendimos todo en diez días”, contó el marido.
Este matrimonio de sexagenarios que poco maneja la tecnología es sólo una muestra de una tendencia creciente: el último año, se duplicó la venta on line de muebles usados en Santa Fe.
El dato pertenece al sitio de ventas on line OLX, que registró que en Santa Fe lo más ofrecido son camas, mesas, sillas, y sillones. Según sus estimaciones, de enero a junio la cantidad de publicaciones de muebles en la plataforma creció casi un 110% y se replicó en el mismo incremento de consultas.
“Lo mejor fue que, además de la venta, gané amigos: seguimos en contacto con los compradores; al principio nos mandaron fotos para mostrar cómo usaban lo que compraron y ahora saludan y comentan por Facebook”, agregó Agustín.
Las experiencias particulares son muestra de una tendencia global: la ubicuidad de Internet y las redes sociales en la venta como en todas las interacciones.
Todo en Facebook
La compraventa de muebles usados, equiparable a la vieja modalidad norteamericana de la “venta de garaje”, tomó una nueva dimensión en la era digital. Pablo Bongiovanni, profesor en Ciencias de la Educación de la Universidad Católica de Santa Fe, especializado en Tecnologías de la Información y Comunicación, fue claro:
"Hoy, la participación social, la vida cotidiana, también transcurre en las redes”.
El caso de Florencia, Maximiliano y el pequeño José Ignacio es una muestra clara de ello. La joven pareja dejó su Santa Fe natal el 25 de junio, cuando se mudó a Neuquén por una oportunidad laboral. La idea de llevar los muebles que este mismo año habían recibido como regalo de bodas no era una opción.
“El flete era más caro que el valor de todo y aún teníamos que afrontar los gastos de rescindir contrato de alquiler y hallar uno nuevo, por eso decidimos vender todo en Facebook”, contó Florencia.
Cámara en mano, fotografiaron todas sus pertenencias y las subieron a su perfil personal. El detalle incluyó 50 artículos que incluían desde una colección de libros de Florencia Bonelli hasta una moto Suzuki Ax 100 con su casco y un estetoscopio, cada uno con sus características y su precio. “Vendimos todo en cuestión de días, y para nuestra sorpresa nos compró gente que nos conocía, no corrimos el riesgo de dejar entrar gente desconocida a nuestra casa”. El saldo fue agradecimiento: “Buscamos nuestro camino y la brújula está marcando nuevos horizontes ¡Gracias por acompañarnos!”, expresó la pareja en el mismo álbum de Facebook.
El caso, que causó asombro en los mayores de ambas familias, resultó natural para Pablo Bongiovanni: “Entender cómo funciona Internet, aunque sea por ensayo y error, hace la diferencia y provoca que pasen cosas que la gente no imagina”.
Restauradores
El auge de los muebles restaurados, hoy llamados vintage, también tuvo su eco en la red de redes.
Desde hace 15 años, Juan Gauna rescata muebles antiguos y les da vida en la esquina de Balcarce y Vélez Sarsfield, corazón de barrio Candioti Sud. Tiene 48 años y considera que su espacio no sería el mismo sin su presencia en la web. “Internet me parecía una pérdida de tiempo hasta que el diseñador me dijo que tenía que prestarle atención”, reconoció sin pudores.
Su incursión comenzó con un perfil de Facebook bajo el nombre del negocio que promete expandirse con una página web. “Es una vidriera más, hay muchas consultas que la mayoría de las veces no se concretan en venta pero que generan interacciones con clientes; incluso hay quienes me escriben para pedir ideas”, contó el restaurador.
Gauna no relaciona directamente su Facebook con la demanda del espacio, pero cuenta que ha vendido muebles a Salta, Mendoza y Córdoba, y años atrás a Francia y Sudáfrica. “Tal vez sin Facebook haría las mismas cosas pero se enteraría mucha menos gente, tendría menos consultas y quizás menos clientes se acercarían al negocio”, observó este creativo de muebles.
En la misma ciudad y en el mismo rubro, Luis Bouvier lleva adelante su casa de antigüedades tal como en sus inicios: “La gente me pregunta si yo tengo Internet pero no publico ni saco nada, a la Internet la tengo acá”, dijo el carpintero, colocándose el dedo índice en la sien.
A diez metros de la esquina de Eva Perón y San Luis, a la altura del 2600, la rutina comienza rutina todos los días a las 8. Luis saca algunos muebles, los coloca en la vereda y en su ventana, en una vidriera al paso que convoca con olor a madera añeja. La única tecnología presente es un teléfono que suena a lo lejos. Bouvier dijo que no necesita esas cosas nuevas. Su técnica es la que aprendió en Portugal, donde vivió hace años. Sus proveedores son personas que lo contactan para deshacerse de algún mueble viejo.
“Ese escritorio Thompson de roble americano me llegó por una señora que lo tenía guardado para que el hijo lo restaure hasta que me lo vendió”, contó sin rodeos. Sus clientes, para él son “personas especiales, clientes que vienen acá a buscar un mueble que se destaque”.
Estar o no estar
La distancia que separa a Luis Bouvier de Juan Gauna no radica en las cuatro décadas de diferencia ni en la impronta que cada uno da su oficio, a su espacio: uno es ejemplo de un fenómeno global. El otro es su contraparte, la sociedad desconectada que no accede, no sólo porque no tiene los recursos sino porque no tiene las herramientas o el conocimiento para hacerlo.
“La gente sabe dónde está Internet, la conoció y la usa, no piensa que allí puede hacer su propio negocio y que su presencia o ausencia es lo que puede marcar la diferencia en su crecimiento” , señaló Pablo Bongiovanni.
Estos fenómenos nos ponen frente a una disyuntiva: ¿qué pasará en algunos años con el comercio tradicional? ¿Qué pasa hoy con el que no accede a las redes? Bongiovanni fue claro: “En otras épocas la venta tradicional se ocupaba de su vidriera, hoy también se ocupa de su vidriera digital: nadie imaginó que el kiosco de la esquina podría proveer al barrio mediante pedidos de whatsapp. Todos son ejemplos de una sociedad atravesada por Internet y las redes”.
Doble vidriera
Desde hace 14 años, Sandra Brussa sabe que la clave de su negocio es la comunicación con la gente. Como su nombre lo indica, desde hace 14 años El Trueque compra, vende y trueca muebles sin ninguna intervención ni mejora. Mucho antes de la red de redes, basó su crecimiento en los avisos clasificados de El Litoral, donde aún se destaca su espacio.
“El diario fue mi inicio y es mi presente: las familias leen mi aviso con el diario del domingo, mi principal forma de llegar a todos lados”, evaluó la empresaria.
Al medio tradicional, hoy Brussa suma la web como doble vidriera: allí exhibe a la venta, y se provee. “Para vender tengo que adquirir mercadería y muchas veces encuentro en portales gratuitos”, contó Sandra.
El comercio cuenta con dos pisos de muebles de gran porte que le dan a Brussa el orgullo de ostentar ser único en Santa Fe. Su página web es sólo para exhibición: allí recibió mensajes que convirtió en clientela de Río Negro, Río Gallegos, Bariloche e incluso Asunción, en Paraguay. “El negocio se mueve mucho con el boca a boca y la publicidad en medios que va más allá de Internet”, observó Sandra.
Más allá de las teorías, el mundo de las redes se impone como una nueva arista de la vida cotidiana. A ojos de Bongiovanni, “entender cómo funciona, tener herramientas para abrirse camino es fundamental para abrir nuevas oportunidades”.




