Todo comenzó en 2007. No fue un encuentro casual. Hubo una invitación y hubo una respuesta. Hubo una reunión y hubo diálogo, porque ambas partes lo practican como hábito saludable y, también, como cotidiano ejercicio profesional. Hubo conexión e intercambio. Hubo interés y hubo voluntad. Se volcaron ideas en borrador y se esbozó una propuesta a trazo grueso. Hubo preguntas y repreguntas, con toda libertad. Hubo más diálogo y hubo contrapropuestas. Hubo más estudios y consultas. Hubo asesoramiento, aquí y allá. Hubo dudas resueltas. Hubo síntesis. Hubo una nueva empresa, que en su nombre comercial compuesto fusiona dos tradiciones en el noble oficio de la impresión: Artes Gráficas del Litoral. AGL. Donde ahora estamos.
El proceso completo –desde la idea originante a la puesta en marcha de la planta- insumió dos años de conversaciones y de trabajos concretos. Hoy se puede mostrar como un productivo ejemplo de negociación, resolución y ejecución. Y, a partir de ahora, aspiramos a que se constituya en un modelo de gestión.
Artes Gráficas del Litoral inicia sus actividades industriales. Es una empresa tangible, nacida del acuerdo de dos partes con igual participación accionaria. Pero su creación, su arquitectura societaria y su implantación geográfica, también pueden percibirse como metáforas de lo posible en la complicada Argentina de nuestros días.
En primer lugar, ha recorrido la distancia siempre ardua y extensa que separa a los discursos de los hechos. Y ha llegado a la meta. Las partes han ejercitado una superadora dialéctica de ideas y han demostrado la productividad del diálogo. En consonancia con los espacios de libertad generados por la Constitución Nacional que se sancionara en la ciudad de Santa Fe en mayo de 1853, las partes rindieron cabal homenaje al principio de asociatividad que late en su texto mediante la real y efectiva convergencia de voluntades, trabajos e inversiones que dio vida a AGL.
Pero además, se trata del acuerdo de dos empresas de distintas dimensiones y de diferentes provincias, integración que demuestra que la asociación estratégica va más allá de los tamaños relativos porque se funda en consideraciones de mayor espectro.
AGL se levanta en el centro de la Región Centro, construcción política interprovincial -con sustento geográfico y cultural- que articula a Santa Fe con Entre Ríos, al este, y Córdoba, al oeste. Esta formulación geopolítica, que el diario El Litoral –producto principal de uno de los socios de AGL- ha acompañado desde sus inicios, se nutre en este caso, con un hecho concreto: la puesta en marcha de esta planta gráfica que ha sido concebida para servir a la Región Centro, al país y, si la ecuación comercial lo permite, a empresas de repúblicas vecinas.
Pero AGL es también un testimonio. Expresa cómo la Región Centro se construye en la práctica, de qué modo requiere de sus actores para crear el tejido vivo que irá envolviendo y proveyendo de músculo a la estructura teórica, al diseño conceptual que le da forma y dirección. La concreción de AGL recuerda que son las acciones concretas las que aportan la energía que le permitirá moverse hacia el objetivo. Sólo así la Región Centro comenzará a ser algo más que una elaboración intelectual y una expresión discursiva, sin duda necesarias, pero insuficientes.
En este sentido, nos place predicar con el ejemplo; ir más allá de la actividad periodística que informa, analiza, cuestiona o pondera lo que otros hacen. En este caso, quienes integramos AGL tomamos el riesgo de hacer algo más, de ensanchar el espacio de la actividad gráfica y ampliar la oferta disponible a quienes necesiten mejorar sus productos para crecer, a su vez, en sus respectivos mercados. Y, de paso, poner nuestro ladrillo en la construcción de la Región Centro, concebida como un proyecto de puesta en valor de un área geográfica, cultural y productiva que tiene mucho más para dar. También, para colaborar en el rebalanceo de un país con inocultables desequilibrios territoriales, poblacionales, políticos y económicos.
Es interesante que esta iniciativa surja de la confluencia de dos conglomerados de la comunicación con manifiestas raíces en el periodismo gráfico, actividad en la que la mayoría de las empresas exhiben registros de 50, 80, 100 o más años de existencia. Si hay en la Argentina una genuina burguesía nacional, probada en la continuidad del tiempo y las inclemencias de una república inestable, sin duda registra en su composición al segmento del empresariado periodístico de base gráfica. Y esta concreción industrial, en las actuales circunstancias, revalida lo afirmado.
Baste señalar que la constitución de esta sociedad se comunicó a la región y al país en marzo de 2008, pocos días antes de que la resolución 125 creara perturbaciones políticas, económicas y sociales de imprevisible magnitud, luego agravadas por la crisis financiera internacional y su grave impacto sobre la economía real del mundo. No obstante, pese a todas las dificultades imaginables que se vivieron desde ese momento hasta ahora, en poco más de un año la letra del contrato de sociedad se materializó en esta planta que ya ha entrado en producción. Obras son amores.
No podemos dejar de relacionar este emprendimiento -porque será su vehículo- con el sustancial papel de la prensa en la cotidiana construcción de la argentinidad como modo de ser y estar en el mundo. Tampoco podemos olvidar que, además de sus funciones de control republicano del poder y usina de una real democracia de ciudadanos, en tanto sistema de comunicación, la prensa atraviesa a todos los sectores de nuestra sociedad facilitando su encuentro a través de puentes informativos y el constante estímulo que supone el acceso a distintas visiones y opiniones acerca de las más diversas actividades.
Luchamos por ser en un mundo que es, con arraigado sentido nacional y una visión abierta a todos los rumbos. Esta planta, en sus múltiples articulaciones, es un reflejo de lo que pensamos. Aquí confluyen las iniciativas de uno de los mayores grupos empresarios nacionales -con legítimos propósitos de ganar escala y presencia en Latinoamérica- y de una empresa familiar mediana de la provincia de Santa Fe que aspira a participar del mercado nacional de productos gráficos.
Es una integración de esfuerzos que generó trabajo argentino -los proyectistas, los constructores, los transportistas- y ya emplea a unas cincuenta personas en esta planta en funcionamiento. No dudamos que, como realidad en producción, en poco tiempo será, además, un multiplicador del trabajo en la región y el país.
Pero su clave, su diferencial, está en la sala de impresiones; más precisamente en la rotativa Goss Uniliner de última tecnología. Y esta máquina vino de Francia, aunque los complejos sistemas que la integran han sido fabricados por diferentes empresas radicadas en distintos países de Europa y en los EE.UU.
En suma, esta máquina vino del mundo porque tenemos los ojos abiertos y buscamos tecnología de punta en los sitios de innovación permanente, para ofrecer aquí lo mejor de allá; para que nuestro taller sea un lugar de producción eficiente, pero también un espacio de aprendizaje y capacitación continuos.
Este es el mensaje íntimo que pretendemos transmitir a través de la activación de esta industria para imprimir mensajes periodísticos, comerciales y culturales en un tiempo signado por la comunicación.
Gustavo Vittori
Presidente AGL































