El proceso es largo porque requiere primero de la firma del convenio con el propietario, luego de la creación de las condiciones de acceso al terreno y, por último, de la puesta en marcha del proceso de rellenado, en el cual se usa el material inerte proveniente del barrido de calles, pedregullo y elementos de demolición. El crecimiento urbano las acorraló y los terrenos en donde tiempo atrás se extraía tierra para la fabricación de ladrillos y construcción de caminos quedaron dentro de los barrios. La falta de mantenimiento por parte de sus propietarios y la desidia de algunos vecinos convirtieron a las cavas en basurales en donde se encuentran desde desechos domésticos hasta animales muertos. Quienes habitan frente a las cavas sostienen que el olor nauseabundo y la presencia de roedores crean un clima poco digno para vivir; situación que se revertiría si los propietarios de los terrenos cumplieran con la ordenanza 9652 y 9925. Las normas obligan al dueño a mantener la cava en permanente estado de limpieza, saneamiento y conservación y a realizarle un cerramiento con alambrado olímpico para evitar el ingreso de personas al lugar. Todas estas medidas son preventivas y apuntan a garantizar la calidad de los vecinos, hasta tanto se complete el programa de rellenamiento de cavas. El subsecretario de Medio Ambiente de la Municipalidad, Jorge Aimi, indicó que el proceso será largo y tardará por lo menos 15 años. Para rellenar las cavas más pequeñas (de 2 y 3 hectáreas) la Municipalidad demora cerca de dos años. ``Se tarda este tiempo porque es un trabajo en el cual se necesita no sólo material inerte para rellenarlas sino todo el equipamiento. En los períodos de mayor transporte estamos en 80 toneladas día, lo cual implica movilizar 20 camiones volcadores y al camión hay que garantizarle la transitabilidad, la construcción del camino de acceso, playa de estacionamiento para que pueda realizar el volcado y un sistema de seguridad'', sostuvo Aimi. Espacios recuperados En los últimos 10 años, la Municipalidad -previo convenio con el propietario- logró erradicar 5 cavas, una parte de las cuales quedó como espacio verde para el barrio. Durante la actual gestión de gobierno se rellenó la cava de Borgo y actualmente se está trabajando en el terreno que se encuentra en el predio del Centro de Alto Rendimiento (CAR) y en la cava de Alfredo Chiesa. Las depresiones se rellenan con material inerte proveniente del barrido de calles, pedregullo, material de demolición, hormigón y desechos originados por la poda. Se trata de un sistema de rellenado lento pero sustentable. ``Para acelerar los tiempos se podría utilizar tierra que generaría algún yacimiento fuera del ejido urbano. Pero hoy la tierra tiene una alta demanda por el auge de la obra pública y es sumamente cara. El sistema que utilizamos nosotros es sustentable, pero para lograr resultados importantes estamos hablando de varias gestiones que mantengan la misma línea de trabajo'', sostuvo Aimi. Los problemas El subsecretario de Medio Ambiente sostuvo que ``es un problema'' erradicar algunas cavas porque ``fueron cercadas por el crecimiento urbano y no permiten el ingreso. Un caso típico es la del Centenario. No podemos proyectar ningún trabajo porque para ingresar deberíamos demoler viviendas. Es un problema de ingeniería bastante difícil y hemos intentado en un par de ocasiones solucionarlo'', sostuvo Aimi. Mientras se llega a ellas con el plan de rellenado de cavas, muchas se convierten en un peligro latente para los niños del barrio. ``En el norte los chicos van a jugar a las cavas y a veces a bañarse. La usan como centro de recreación y en el fondo las cavas tienen una superficie muy resbalosa, restos de construcción y ramas que las convierten en muy peligrosa'', explicó Aimi. El cercado de las cavas es la solución al problema pero ni siquiera con las intimaciones se logran los resultados esperados. ``Si no colocan custodios en las cavas cerradas al tiempo roban el cercado y repetir la operación cuesta muchísimo dinero'', explicó Aimi. Limpieza Quienes viven a metros de la cava están preocupados por los posibles problemas sanitarios que éstas pudieran ocasionar. Sin embargo, el funcionario sostuvo que las cavas en sí mismas no generan ningún problema de contaminación y que son los desechos que la gente tira en ellas los que luego fermentan y generan olores. Para evitar la formación de minibasurales, la Municipalidad admite que en los lugares en donde arrojan residuos en forma permanente son limpiados semanalmente o cada 15 días.

































