José Luis Pagés
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Imposible asegurar si se fue o alguien lo llevó. Lo cierto es que, en lo que va de ayer a hoy, nadie sabía hasta pasado el mediodía de hoy dónde estába Juan Manuel Martínez, el hombre imputado de haber consumado un gravísimo delito de instancia privada contra una joven empleada de comercio.
Al escandaloso episodio _afrentoso para el conjunto social desde que la violación que le atribuyen se consumó en la calle principal de Santa Fe_, se sumó el estrépito del nuevo capítulo abierto ayer, Es que Martínez no sólo desapareció ayer en la vida real, ahora tampoco se encontraba en el espacio virtual donde se exhibía con una remera musculosa de Fiorucci _el lugar del hecho_, su perfil de Facebook fue retirado en las últimas horas.
El carilindo
De modo que, llegados a este punto, no está demás preguntarse por Juan Manuel Martínez, “ese pibe carilindo” como lo caracterizó esta mañana una mujer policía tras vencer la repugnacia que le provoca _dijo_, la sola mención de su nombre.
Lo que salta a la vista es que éste es un tipo astuto y audaz. Lo demostró sobradamente cuando después de abusar de la víctima distrajo con su charla a los allegados y clientes que preguntaban por ella en el mismo lugar del hecho.
Este costado de su personalidad permite imaginar que no necesitó ayuda de terceros para protagonizar ayer una fuga imposible desde la subcomisaría 3a., dependencia de la URI que es vecina a la casa de su madre de calle Risso al 3600.
No obstante, resulta inexplicable que la subcomisaría del barrio Las Flores fuera su lugar de detención y mucho más que su custodia fuera confiada ayer a una joven mujer policía.
¿Habrá que dar crédito a las versiones que dicen que después de su captura practicada el día del hecho en la casa que compartía con su compañera de Monte Vera, debió recibir asistencia médica en un hospital público?
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