El chubutense Omar Narváez ingresó anoche en la historia del boxeo argentino, al convertirse en el púgil que mayor cantidad de veces en forma consecutiva defendió su título de campeón del mundo, tras derrotar por nocaut técnico en el décimo asalto al retador estadounidense Rayonta Whitfield.
En un Nuevo Palacio Aurinegro, microestadio del club Deportivo Madryn, colmado por casi 5.000 fanáticos, el denominado “Huracán de Trelew” retuvo por decimoquinta vez en forma exitosa su corona mundial Mosca de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).
De esta manera, Narváez (de 33 años) superó su propia marca y la que mantenía vigente el inigualable santafesino Carlos Monzón, quien dominó la escena internacional de los Medianos durante la década del ’70 y ejecutó 14 defensas con victorias.
Los números sitúan a Narváez por encima del “Negro” de San Javier y las comparaciones son incontrastables. Pero hay un indicador que marca una tendencia: mientras Monzón logró el título con un nocaut y por esa vía lo defendió cinco veces, el zurdo de Chubut lo logró por puntos y nunca consiguió defenderlo por el “fuera de combate” instantáneo, aunque sí por nocaut técnico (en siete oportunidades).
“El más grande”
“Quiero superarme a mí mismo y ser parte de la historia grande del pugilismo nacional, pero tengo muy bien en claro que Monzón seguirá siendo el más grande del boxeo argentino”, reflexionaba con sensatez y humildad el chubutense, en los días previos a la pelea.
Lo cierto es que el púgil patagónico quedará (más allá de cualquier consideración) en la historia de nuestro boxeo por haber logrado 15 defensas exitosas. De allí en más hubo rivales más exigentes, algunos menos, pero lo real es que Narváez supo resolver los distintos obstáculos que tuvo enfrente y así gestar el récord que hoy todo Chubut celebra.
Paridad
La pelea ante Whitfield resultó relativamente pareja, pero siempre el campeón dominó las acciones: psicológica y boxísticamente. “Vale más la victoria porque el rival se preparó como yo, a conciencia”, agregó el zurdo, quien también remarcó que cuando inició su carrera profesional jamás imaginó “que sería campeón del mundo y que podría defender 15 veces mi título en una categoría tan competitiva”.
El mayor alcance de brazos del norteamericano (mide 1,70 metros de altura) no le dio ventajas y, por el contrario, la defensa del crédito local lució impecable. Los impactos más justos en un combate de tono menor los colocó el “Huracán”, que solamente se intranquilizó un poco en el cuarto round, cuando un cabezazo de su adversario le produjo una inoportuna herida cortante en la ceja izquierda.
Narváez aclara: “El corte no me preocupó. Por el contrario, a partir de esa instancia empecé a pegar con más ‘pimienta’ y lo comencé a desbordar”. En el séptimo, octavo y noveno asalto, el argentino puso en evidencia su mejor técnica y descontroló a Whitfield, a quien se le aplicó el descuento de dos puntos (en el séptimo y noveno) por reiteradas conductas antideportivas con sus codos.
Se terminó
La definición llegó en el décimo capítulo, cuando Whitfield (perdió su primer combate en 23 presentaciones) empezó a trastabillar por los golpes que le aplicaba el chubutense y el árbitro portorriqueño Samuel Viruet detuvo acertadamente la contienda.
“Siempre boxeé con inteligencia, pero la experiencia me ayudó a resolver esta pelea. Fue una de mis mejores noches en mi carrera”, sostuvo exultante el campeón. “Me sorprendió que el norteamericano no saliera a moverse, que no utilizara su alcance de brazos. Pero empecé a soltarme más y creo que gané bien, con claridad”, agregó.
Lejos de las comparaciones, este triunfo le otorgó su decimoquinta defensa, y por ello superó a Carlos Monzón. Hoy por hoy, Narváez es el argentino que más veces defendió su cetro internacional.































