La principal querella del juicio por la tragedia en Cromañón acusó hoy al ex gerenciador del local, Omar Chabán, y a los integrantes del grupo Callejeros de haber dejado entrar a unas 6000 personas al boliche la noche del incendio, de realizar cacheos laxos que permitieron el ingreso de pirotecnia y de cerrar las puertas de salida.
Los querellantes solicitaron que se condene a Chabán y al líder de la banda, Patricio Santos Fontanet, a 26 años de prisión por los delitos de “estrago doloso en concurso real con cohecho activo”. El pedido fue formulado ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 24 porteño por el abogado José Iglesias, quien solicitó que se tome en cuenta que se trata de “la causa con más víctimas individuales de la historia judicial argentina”.
En la primera jornada de alegatos y con la sala completa, la abogada Beatriz Campos, que junto a Iglesias representa a cerca de 800 familiares de víctimas, sostuvo que Chabán y la banda de rock "co-organizaron el recital" a raíz del cual murieron 194 personas y hubo 1524 heridos, y dijo que ambas partes tenían un acuerdo por el cual se repartían las ganancias.
Respecto de las entradas, Campos sostuvo que se vendieron unas 2700 en forma anticipada, pero otras 300 en la boletería del lugar y en la calle, de lo cual acusó a Raúl Villareal, a quien señaló como "mano derecha de Chabán".
"Se vendieron más de 3000 entradas, lo que excedió la capacidad permitida, que según la habilitación era para 1031 personas", remarcó la abogada, mientras señalaba una maqueta virtual de Cromañón.
Campos agregó que muchas personas entraron por lista de invitados o porque conocían a Villareal o a empleados de seguridad y estimó que, en base a las declaraciones de muchos testigos, en el lugar pudo haber habido 6000 personas.
Al respecto, la querellante mencionó a algunos sobrevivientes que contaron que el lugar estaba "colmado", que "no se podía respirar ni caminar" y lo calificaron como "un infierno en el que no se podía estar".
El alegato fue seguido sólo por tres integrantes de Callejeros, el saxofonista Juan Carbone, el escenógrafo Daniel Cardell y el ex guitarrista Maxi Djerfy, Chabán, Villareal y los ex jefes de la seccional séptima, todos acusados del delito más grave: estrago doloso.
Sentada junto al abogado José Iglesias, Campos sostuvo que Callejeros llevaba unas 30 personas de seguridad de su confianza y que Chabán aportaba cuatro, por lo que acusó a ambos de estar a cargo de esa tarea.
Pero especialmente, la abogada hizo hincapié en el grupo de rock, ya que, aseguró, sus contratados hacían los cacheos afuera del boliche y permitían el ingreso de personas al sector VIP.
Sobre el cacheo de pirotecnia, la letrada dijo que si bien muchos testigos refirieron que era "intenso" porque hasta les sacaban las zapatillas, también "había muchas filtraciones" porque Villareal "señalaba" con el dedo a quien había que dejar pasar sin control.
A Villareal la abogada también lo señaló como quien controlaba la recaudación, rendía cuentas a las bandas y decidía la apertura y cierre de puertas: "Ocupaba el lugar de Chabán cuando no estaba y hasta se llevaba el dinero", remarcó.
Sobre el tema, Campos dijo que, según el testigo Héctor Zerpa, ex empleado de seguridad, "Villareal mandó a cerrar las puertas para que no se colara nadie unos 10 o 15 minutos antes de que empezara el recital".
La querellante recordó las palabras que Chabán dijo esa noche, cuando le pidió a los asistentes que no tiraran pirotecnia porque en el lugar había "6000 personas" y "las puertas estaban cerradas y no iban a poder salir".
"No tiren pirotecnia porque si esto se prende, va a ser un desastre", recordó la letrada que dijo el ex explotador del local, quien además mencionó las tragedias ocurrida en el shopping de Paraguay y en la discoteca Kheyvis de Olivos.
Según la letrada, "Chabán decidió cortar el sonido, pero podía haber advertido la situación por micrófono, dar instrucciones de cómo actuar y hacer la evacuación y pedir que se abrieran las puertas".
Sin embargo, dijo, adentro todo fue un "caos" porque se cortó la luz, no había luces de emergencia, ni elementos contra incendios, ni señalización y los carteles de salidas llevaban a lugares donde había paredes.
La letrada mostró una foto de cuatro puertas de salida con marcas de manos negras que pugnaban por abrirlas, lo cual provocó el llanto de los familiares presentes en la sala.































