Conociendo Rusia, El Plan de la Mariposa, Indios, Eruca Sativa, Lisandro Aristimuño, 1915, Manu Martínez y Experimento Negro fueron los números centrales del escenario principal de la Estación Belgrano, inaugurado por Cada Cual. Tomajök, Mujeres del Blues, Sueño Profundo y Lillos de Mapa fueron algunos de los animadores del escenario local.
La apertura de la segunda jornada del Festival Tribus 15 Años estuvo a cargo de los “pibes de oro” de la escena juvenil: Cada Cual, hoy trío integrado por Lula Martínez (voz), Bruno Marchi (guitarra) y Santi Martínez (batería) más secuencias, hoy radicados en Buenos Aires bajo el amparo del sello S-Music. Los chicos fueron de bermudas, acordes a la calurosa tarde; mientras que la dama eligió una variante de media estación de sus habituales vestuarios (con corsé y polainas tejidas).
Pasaron por “Los encantos de lo sencillo”, que le da título al álbum debut, y “Una noche más”. Lula empuñó el bajo para “Encuentro”, con un solo del menor de la dinastía Marchi en una Lara Guitars made in Santa Fe (el luthier, Pablo Lara, fungió como asistente de escenario). Después de “Cuántas veces”, invitaron a Jano Silvan (saxofonista de Gajes del Oficio) para “Hoy te veo” (que grabaran en el álbum junto a Cruz Hunkeler de 1915.
El tramo final arrancó con “U.U” (con pasta de hit). “Aguante la música local, que haya más de estos escenarios, y aguante Santa Fe”, disparó la vocalista. Irene Marchi, hermana mayor (en edad), voz y bajo de Nada Más y Nada Menos, se sumó para cantar “Paisaje extraño” en el final.
El Escenario Santa Fe Pilsen lo abrió Buzzi, promesa de la música urbana de 17 años, que hizo su debut en vivo en este festival en formato de voz y pista.
Referente de los nuestros
“Uno es lo que hay” fue la elegida por Rodrigo “Negro” González para abrir el set de Experimento Negro. Lo escoltaron el infaltable Guido Grazzini en batería y coros, Francisco Romeu en guitarra, Eric Daneri en bajo y Álvaro Ruiz en la otra guitarra.
Tras un pequeño susto técnico (los shows de EN son así) llegó el hit primigenio “8 sueños”. Buscó el micro de megáfono para arrancar “Burro cuadrado”, en la que el solista despuntó su vocación percusiva en el crescendo rockero. Celebró los conciertos que habría en la jornada, destacando a “Lisandro Aristimuño, que lo amo” (Viento Azul Discos, el sello del sureño, edita al santafesino).
Ahí nomás vino “Decanto”. “Ahora vamos a hacer un tema bien para arriba que se llama ‘Qué mal que estamos’”, anunció el frontman; el beat de batería a lo Morcheeba acompañó el clima de la canción.
La remontada fue con “Comarca en paz” de La Cruda, el proyecto anterior del morocho. Dedicó a Leo Moscovich, guitarrista de la mítica banda guadalupana (sí, el mismo universo de Fer Ruiz Díaz) el segmento, que siguió con “La conexión delirada” y sus destacadas partes para ambas guitarras.
Volvió a su repertorio más nuevo (sin desentonar con el de antaño) con “Ogro”, para la despedida, acompañando desde la percusión a Grazzini (que a su vez lo secundó desde los coros). Hubo tiempo para una más: “Purga de mono torpe”.
El Espacio Silent: tres DJ diferentes en un mismo lugar, donde cada uno elige la música en sus propios auriculares. Foto: Carolina Niklison
Juventud en la voz
La siguiente sobre el escenario mayor fue Manu Martínez, “La hija de Ciro”, para el público más grande. Lo cierto es que quizás el linaje le brinda (además de un buen maxilar inferior) una soltura escénica al frente de su banda.
Arrancó con “Ya será”, “Azul” y “Fluye manantial”. “Buenas tardes, que calor. No le pegue con el outfit”, afirmó la muchacha. “Ya sin guitarra, anunció una canción de “Días de verano”, su nuevo álbum: “Y vos decís que me gustás”, que floreció en su voz aniñada.
La banda giró al reggae en “Eres para mí”, antes de que ella retome la acústica para la cantautoril “Vuelve”. “Vamos a tocar un tema nuevo que nunca hicimos en vivo. No filmen, porque puede salir mal. Se llama ‘Quiero verte’”. Se despidió con “Fuimos” y “Cuando el sol está así”, un tema bastante “persa”, que supo grabar con su padre.
Mixtura retomó el escenario del norte, con “Buenos Aires” (Nathy Peluso). Su deriva pasó por “Ganas” de Zoe Gotusso”, Mary Poppins y el deshollinador” (Fabiana Cantilo), Chau (No Te Va Gustar) y una peculiar versión de “Para toda la vida” de Marcela Morelo, con un solo santaniano.
Siempre hay una primera vez: la niña celebró su debut frente a los escenarios, a hombros de su padre, en una experiencia que marcará su sensibilidad de ahora en más. Foto: Carolina Niklison
Esperando lo que viene
Los 1915 salieron a ganarse la tarde con La promesa y la funky “Extranjero”, con el cantante Cruz Hunkeler delegando guitarras en Mano Acosta. Así se sintió libre para entonar “El enemigo”, acompañado por Penzo (Federico Penzotti, teclados), Alejo Freixas (bajo) y Jeremías Alegre (batería); sonó la voz icónica de las primigenias Madres de Plaza de Mayo ante la TV holandesa, sumando algunos aplausos.
Cruz retomó la guitarra para “La música que está por nacer”, con un solo personal. Subieron los BPM con “Resaca”, sobrevolada por los sintes de Penzo; y mantuvieron el clima con “Prisma”: los referentes cantaron a dúo, y hubo un cruce de guitarras. Cruz pidió que griten fuerte, en dos intentos; después invitó a repetir melodías vocales antes de detonar la electricidad en el solo, que luego paso a las teclas.
Anunció “Los años futuros”: “Ojalá lo que venga nos encuentre más unidos”. Fue el turno de “Fuera de lugar”, entre la sutileza de las estrofas y la potencia en los estribillos. Un “Chau, gracias” anticipó a “Policía”, con un cambio de letra: “El titular / es casi igual / es que lo escribe Patricia Bullrich”. El histórico asistente Diego “Kerry” Biskup (de carrera con Eruca Sativa, el día anterior junto a Koino Yokan) le acercó a Penzo un teclado portátil para que haga su solo entre sus compañeros, antes del adiós.
Tomajök (derecha) acompañado por Agos Firpo: música urbana con ideas claras. Foto: Carolina Niklison
La transición en el extremo opuesto la hizo Tomás del Porto aka Tomajök, con su fusión urbana/latina, disparando sus propias secuencias. Invitó a la congeneracional Agos Firpo para “You Wanna See?” (original junto a Nacho Soler)”, en una fusión de voces. Que continuó en “Hola amigx” (grabado con Amandicia). “Me gusta hablar del presente, me interpelan las cosas. Y aguante la cultura”, disparó el muchacho antes de “Peluka” (compartido originalmente con Cata Cárpena).
Lisandro Aristimuño, entre la electricidad analógica de la guitarra y los recursos de teclados y controladores. Foto: Carolina Niklison
Mutar para ser mejor
Llegó el turno del reencuentro de Lisandro Aristimuño con su público santafesino, en formato de trío más máquinas: un mix de los Azules Turquesas y sus búsquedas en “solo set”.
Encaró “Pozo” entre el falsete y la eléctrica de cuerdas dobles, y de ahí a “Green Lover”. Una exploración entre las teclas y los controladores abrió una remozada relectura de “Para vestirte hoy” (la que visitó Catupecu un día antes que el autor). “Anfibio” trajo su base irregular y sincopada, extrañando los zapateos de Rocío Aristimuño, la hermana percusionista y bailaora flamenca.
Anunció “Tu mundo”, parte de “El rostro de los acantilados”, su más reciente álbum: electrónica, guitarrera y casi rapeada en las estrofas. “Que calorón que hace acá arriba”, dijo mientras probaba una cerveza. Ya con la Grestch de seis cuerdas, volvió en el tiempo con “How Long?” (también se extrañó aquí la zapada final entre los hermanos de Beltrán). Anunció el final, saludó a las bandas que vendrían, “qué bueno que podamos disfrutar de la música”, reflexionó. Ahí cerró con “Tres estaciones”, algo perturbada por un acople intermitente.
Gonzalo Villarino, defensor de la bandera del rock nacional y laburante de la música, salió del otro lado junto a su banda: Javier “Sipo” Hipólito en guitarra, el “Flaco” Fabio Gavilán en bajo, y Sebastián Arredondo en batería.
Lula Bertoldi y Gabriel Pedernera de Eruca Sativa, divirtiéndose en “Inercia”, durante el solo de Brenda Martin. Foto: Carolina Niklison
Resistencia sonora
“La música como trinchera”, dijeron las pantallas, que anunciaban “Eruca” a secas, en blanco y negro. Hubo un momento de espera por cambio de bajo, con el trío en penumbras. La espera valió porque el slapping-popping de Brenda Melina Martin Gabriel abrió “Eso no es amor” sobre la infatigable batería de Gabriel Pedrnera, con Luisina Bertoldi Festa repitiendo “Si fuera amor no nos haría tan mal”.
Explotaron la química groovera de “Magoo”, siguieron con “Sorojchi” y su bajo procesado. “Dale, que es un 15 este, ¿dónde está la quinceañera?”, preguntó Lula, antes de abordar “Sola en los bares” de Man Ray (en versión “Dopelganga”), con Martin encabezando el viaje instrumental.
La sunchalense agradeció a Tribus por permitir que tantas bandas pasen por Santa Fe en sus giras. Las chicas compartieron las voces en la flamante “Volarte” (lanzada hace una semana): una estructura entradora, un estribillo bien construido, que se luce en el color vocal de Bertoldi. Estamos a muy poquitos días de que salga nuestro décimo disco, ‘A tres días de la tierra’”, comentó Lula; “El 14 de mayo”, agregó Brenda.
Con Lula y Gabi en la percusión y Brenda en la guitarra de nylon se metieron en “Seremos primavera”, un himno de la primavera feminista en clave folclórica. “¿La van a cantar?” preguntó Lula en un amague de “Amor ausente”, la zamba que versionó Titi Rivarola con Tórax y devino sello del pacto entre los tres, y condensa los lenguajes de la primera trilogía del grupo (Lula llegó como Invitada a la canción como invitada, cuando era más guitarrista que cantante, y hoy es una de sus performances vocales más celebradas).
Pasando de la PRS a la Gibson SG (no por cantar bien dejó de ser guitarrófila) fue a “No pasarán”, otra de las nuevas: vino aguerrida y con dientes apretados, con el espíritu del álbum y su época. Bertoldi saltó a la Les Paul (distorsionada “a lo St. Vincent”, diría Brenda”) para “Nada salvaje” y su espíritu cyberpunk, banda sonora de distopías que se avecinan.
De vuelta a la Fender Stratocaster del principio fueron a la explosión definitiva con “Inercia”, con un momento de lucimiento de la bajista, y su compañera apoyando a Pedernera en la batería o haciendo invocaciones al público. El benjamín de la banda también tuvo su solo, para mostrar que no es sólo uno de los productores más exitosos del país.
El armoniquista Luli Gauna, con las voces de Nazarena Pérez y Tina Rouge y el bajo de Milagros Farioli, en Mujeres del Blues. Foto: Carolina Niklison
Tras el adiós llegó el entremés de Mujeres del Blues: La base de Luli Gauna y Los Herederos del Blues, que tocaron el día anterior, pero sumando las voces de Tina Rouge, Nazarena Pérez y María Nela Pini, junto a “la princesita del groove”, Milagros Farioli, en bajo.
Joaquín Vitola de Indios, en una pose “seria”, fuera de su habitual afabilidad. Foto: Carolina Niklison
Melancolía danzante
Los rosarinos de Indios ganaron el escenario principal, encabezados por un saltarín y danzante Joaquín Vitola. Activaron con “Minuto 0”, siguieron con “Casi desangelados” (con la sabia frase: “Para vivir de día hay que dormir”) y “Tardes de melancolía”.
Cambiaron de tempo a los contoneos de “Perdiendo la cabeza”, con los agudos del cantante y la guitarra funky de Patricio Sánchez Almeyra; “Imitándote” mezcló sabor disco y algunos teclados a lo Marcelo Moura. Nicolás de Sanctis (de saco de cuero sindical) cantó “Días”, y el titular volvió para “Ya pasó”.
“Sacamos una canción este año, es adelanto de nuestro nuevo álbum que sale en días. Es justamente nuestra primera colaboración, con alguien que está en el predio”, comentó Joaquín. Arrancaron “Loco”, y después de la primera vuelta salió Mateo Sujatovich de Conociendo Rusia, quien tomó las riendas de la canción, en voz y solo de guitarra. “Nos vemos en un rato”, se despidió el amigable “Ruso”.
El viaje sonoro pasó por “El sol ya estaba ahí” y “Tu geografía”. “¿Quieren una más?”, preguntó el vocalista, antes de la apoteosis con “Jullie”, en la que recorrió la valla central.
Sueño Profundo: Ale Giménez junto a Eric y Lautaro Daneri, entre Charly García y el rock anglosajón, en versiones acústicas. Foto: Carolina Niklison
Del otro lado ya sonaba Sueño Profundo, proyecto acústico de Alejandro Giménez en voz y los hermanos Daneri, Lautaro en guitarra acústica y Eric (bajista de Experimento Negro y baterista se Cardigan) en cajón peruano. Repasaron temas de Charly García en Serú Girán (“Canción de Alicia en el país”, “Salir de la melancolía”) y solista (“Promesas sobre el bidet”, “Demoliendo hoteles”), junto a versiones en inglés como “Ticket to Ride” (The Beatles) o “Is this love” (Whitesnake).
Santiago y Sebastián Andersen, de El Plan de la Mariposa, tirando unos pasos: la alegría de ser hermanos y compañeros de viaje. Foto: Carolina Niklison
Celebrar la vida en familia
La Estación estaba colmada cuando salió El Plan de la Mariposa a agitar con “Un mal delito entre confiar o morir”, con los carismático de la familia Andersen, Sebastián y Camila empujando al resto; el guitarrista Valentín sumo su voz en “Mar argentino”, mientras sus hermanos agarraban a Santiago (violinista) para saltar.
"Me acuerdo cuando vinimos al primer Tribus, nos llamó el Chengo, y fue el comienzo de una relación muy hermosa", comentó Seba. Con “La vida cura” pidió “sanar el alma” y con “Es por ahí” “Utopía, si podés, abrazame un poco más”; con melodía celta en el violín y la danzarina Camila invitando a Seba al baile, sobre el teclado arpegiado de Máximo.
“Que hermoso que existan estos lugares, que nos recibieron en una ciudad que no nos conocían” dijo la trilliza, y anunció: “Vamos con ‘Abrazame’”, que la tiene con voz líder. Volvieron a levantar con “Serenata de una ruta larga”, sobre la potencia de la base rítmica (Andrés Nör en bajo y Julián Ropero en batería: la familia por elección).
Esta es una canción para una despedida, dijo Seba antes de “Incandescente”, con un potente solo de Valentín: prueba de que se le puede cantar sobre la muerte bailando.
Entraron a la recta final con la coreada “Túnel de la vida”, y la invitación a saltar con “Romance con el desapego”, con Máximo en acordeón “¿Viste esos momentos en que estás para el orto mal, y no sabés si contarle al otro? Pero le contás y cerrás la grieta”, reflexionó Seba. Las estrofas electrónicas de “Pulpo” dieron paso al estribillo orgánico. Pero el adiós fue con “El riesgo”.
Lillos de Mapa, la banda encargada de cerrar el escenario Santa Fe Pilsen, dedicado a artistas locales. Foto: Carolina Niklison
Lillos de Mapa tuvo la tarea de cerrar el segundo escenario, agradeciendo por la existencia del mismo al Chengo y a Sofía Barrientos, en palabras del locuaz Martín Esquivel (teclados y voz). Hicieron temas de su primer material, “Un día en el barrio”, y adelantaron temas del próximo EP.
Sujatovich desplegó hits como “Loco en el desierto”, “Cabildo y Juramento” o “Quiero que me llames”, entre otros. Foto: Carolina Niklison
Ruso conocido
Sujatovich volvió tal como había prometido, con una remera con el DNI de Diego Armando Maradona y pantalón de cuero, escoltado por la banda vestida con overoles azules, algunos arramangados y en camiseta (Rodrigo Monte en bajo y Martín Allende en guitarra).
Recorrieron así “Jet Love”, “Cinco horas menos”, “Tu encanto” (“Me levanto y veo tu encanto” es una rima calamariana) y “Otra oportunidad”. Sin guitarra anunció la hitera “Loco en el desierto”, que le fue devuelta por miles de voces, con virtuoso remate en la batería de Guille Salort. El clima se mantuvo en “Te lo voy a decir” y “Puede ser”, con Mateo dándole a la armónica, entre estrofas andrelianas y estribillos de masas.
“Lo mejor” arrancó frente a una constelación de luces de celulares, y creció en intensidad sin acelerar. En ese tempo vino “Cicatriz”, “una canción de nuestro primer disco” (“Cabildo y Juramento”).
“¿Tienen ganas de saltar un rato antes de irse?”, preguntó el Ruso, Les Paul dorada colgada, antes de 30 años, con fuerte sacudida en los últimos riffs. “A la vez” remató con otra Les Paul. “De a poco nos vamos yendo”, avisó, antes de cambiar nuevamente de instrumento (Strato) para “Rezo por vos” (Spinetta-García). Bajó varios cambios al tempo de balada tanguera para el hit “Cabildo y Juramento”, con teclados de Andy Elijovich y un solo wah wah del dueño del quiosco.
Eligió una más arriba, “Quiero que me llames”, para el final, permitiéndose un juego escénico con la corista y guitarrista Chechi de Marcos. En el último estribillo pidió que todos bajen hasta el piso y salten, como estallido final.
Así partió el último proyecto musical que engalanó la velada y la “edición 2025” de un festival que llegó para quedarse, aprendiendo de cara a 2026, cuando nos volvamos a ver.