La Argentina y Brasil definían esta tarde la Copa América con la lógica futbolera de ser los países más poderosos del continente en toda la historia, apenas modificada la relación de fuerzas con el “Maracanazo” de Uruguay, en el Mundial de 1950.
La paridad es notoria: 34 victorias para cada uno, 22 empates y también cierto equilibrio en goles a favor y contra sobre 90 encuentros disputados. La Argentina convirtió 148 goles, en tanto Brasil 140. El último triunfo albiceleste fue en la noche del 8 de junio 2005, en la eliminatoria para el Mundial 2006. El resultado fue 3 a 1, con dos tantos de Hernán Crespo y un golazo, de zurda, de Juan Román Riquelme, desde fuera del área.
A modo de recorrido histórico, en los "40, Brasil no era todavía una potencia. El fútbol argentino tenía el predominio no sólo en el Río de la Plata sino en toda América del Sur. En el Campeonato Sudamericano de 1946 empezó la rivalidad. En enero de ese año, Argentina le ganó 2 a 0 a Brasil y salió fracturado José Salomón.
Fue el inolvidable Norberto “Tucho” Méndez autor de los dos goles, y quedó “escarchado” el delantero “Chico” como responsable del “planchazo” al capitán del seleccionado nacional, notable “2” de Racing.
A la aclaración la hizo el historiador Pablo Ramírez, cuando le achacaron al delantero estrella Jair la autoría de la jugada desleal. Para el compilador fue “Chico”, y como consecuencia de “un choque”. Salomón nunca volvió a ser el que era después de la doble fractura de tibia y peroné.
En los "50 se enfrentaron pocas veces. Argentina no fue al Mundial que se jugó en Brasil -desinteligencias políticas con la Confederación Brasileña- ante la “certeza” de que los locales habían organizado todo para ganarlo.
Lo último es más conocido. Hasta influyó en el desencanto argentino del ciclo Marcelo Bielsa, aquel empate en Perú, sobre la hora, cuando el zurdo Adriano bajó un envío largo del volante Diego y con una media vuelta empató el partido en el primer minuto de descuento. Ocurrió hace algo más de tres años, la Argentina perdió en los penales y como en la vieja letra del tango fue “un desencanto tan hondo”.
































