Por Fabiana García Será una de las tardes inolvidables para el atletismo argentino e histórica para el santafesino, en la cuál Germán Pablo Chiaraviglio de 19 años consiguió una marca extraordinaria de nivel mundial en salto con garrocha con 5.65, quebrando por 10 centímetros su récord de 5.55, también realizados en la pista del Card, que hace tres años (en una tarde similar a la de la víspera) mostraba su postal más triste cuando fue tapada por el agua. En la misma pista, el atleta santafesino plasmó una magnífica actuación y los que la vieron (vimos) serán afortunados, ya que todo indica que Chiaraviglio está llamado a brillar en escenarios internacionales y esos compromisos lo obligarán a alejarse de su ciudad natal, a la que ayer le brindó lo mejor de su talento, rodeado de su familia, sus amigos y abuelos que vieron con ojos emocionados como su nieto cruzaba los 5.56 y 5.65 para superar los récords que ya tenía. Los 5.65 se constituyen en nueva marca argentina absoluta, sudamericana junior y sub-23, quedó primero en el ránking sudamericano; número 13 dentro de las mejores marcas mundiales de 2006, estando entre los seis primeros atletas del mundo de la temporada en elevarse sobre 5.65. La calma fue una bendición La prueba estaba programada para las dos de la tarde y mucho rato después recién tomó ritmo cuando la varilla se colocó a 4.80, y ya habían dejado de competir los menores santafesinos Rubén Benítez y Alejandro Hosch. Esa altura fue superada por Guillermo Chiaraviglio Junior y Marcelo Terra, quienes siguieron hacia los 5 metros, donde se incorporó Javier Benítez. Benítez fue el único competidor que quedó en los 5.10 junto a Germán Chiaraviglio quien eligió empezar en esta altura, 10 centímetros por arriba de lo que arrancó en Santa Fe y Mar del Plata, los dos únicos torneos donde participó con 5.35 y 5.40 respectivamente. El fornido Javier Benítez -ex poseedor del récord nacional con 5.40- le puso emoción a la prueba al superar los 5.20 en el tercer intento, marca que el santafesino rehusó, indicando que su intención estaba en reservarse para buscar alturas superiores. El cielo estaba cada vez más denso, más oscuro, con la habitual calma que precede a una tormenta. Y en el sector de garrocha todos estaba expectantes. En 5.30, Benítez falló en los dos primeros intentos y cuando Chiaraviglio la superó en el segundo con mucha comodidad, no le dejó alternativa de jugarse su última chance en los 5.35. No cruzó, pero se fue aplaudido por su actitud y buena actuación. Sólo para la hazaña Germán Chiaraviglio se quedó sin rivales, con el título de campeón nacional, pero a nadie le quedaban dudas de que iba por más, solo había hecho tres saltos y estaba arriba de 5.30. Le quedaba resto físico y le sobraban ganas. Pidió 5.45 y comenzó la carrera, apreciablemente muy veloz y con las rodillas bien altas. Logró elevarse de forma impecable, cruzó limpio, dejando espacio entre su cuerpo y la varilla. Estaba para más... No titubeó y fue por todo: pidió 5.56, para quebrar su anterior récord de 5.55, altura que había superado una única vez. Para lograrlo buscó la garrocha que también había usado una sola vez, la más larga que tiene de 5.10 metros. En el primer intento no subió, pero en el segundo cruzó, con menos margen que el salto de 5.45, pero sin rozarla. Estaba en el punto justo para saltar, sin problemas en la carrera, el viento era apenas una brisa y que beneficiosamente estaba a favor, empujándolo suavemente. Los 5.65 fueron una sorpresa para todos, era una marca inesperada, como si nadie hubiese imaginado nunca ver la varilla a esa altura en el Card. El atleta puso cuidado en arreglar los colchones de caída. Tres años después en el Card todavía no se pudo reponer la colchoneta que el agua tapó y la misma ya tiene un deterioro que muy poco puede amortiguar a un atleta cayendo desde los 5 metros. Indescriptible Falló también en el primer intento sobre 5.65, pero en el segundo sacó resto para acelerar la carrera y con el impulso subió. Fue un instante que se prolongó en las miradas, cuando cruzó su cuerpo y se separó lentamente de la varilla, para ni siquiera rozarla y caer, con una satisfacción única. El atleta se levantó con emoción, pero apenas si se permitió disfrutarlo porque su competencia seguía. Los 5.71 ya reflejaban lo increíble y ya todos querían invadir la pista y saludarlo. Pero esperaron los tres intentos, en los cuáles estuvo muy ordenado, pero ya sus fuerzas en el décimo primer salto que concretaba disminuyeron. Saludó felíz, contento y emocionado, sus últimos saltos transcurrieron con una fina llovizna, el cielo esperó por su actuación porque cuando se levantó le dijo a su papá y entrenador: "hoy tengo ganas de saltar".































