Una importante convocatoria de público generó ayer el flamante Museo del Bicentenario, en el espacio que ocupó el Fuerte de Buenos Aires a principios del siglo 18 y la Aduana Taylor, en 1855, "recuperado con rigor patrimonial arquitectónico y arqueológico", dijo a Télam el director, Juan José Ganduglia.
"La recuperación de estos edificios, que se encontraban en ruinas y con riesgo de perderse por la humedad y el abandono, comenzó hace dos años, con rigor patrimonial, arqueológico y museológico hecho con minucia y por profesionales avezados", contó a Télam Ganduglia, quien se desempeñó como director de patrimonio de museos de la Provincia de Buenos Aires.
El enorme y luminoso espacio de 5.000 mil metros cuadrados cubiertos -que se puede visitar en forma libre y gratuita de martes a domingos, de 10 a 18, se despliega bajo el nivel de calle, tras la Casa de Gobierno, a la altura de Paseo Colón, entre Hipólito Yrigoyen y Rivadavia.
El Museo del Bicentenario, inaugurado el martes por la noche por la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, "implica la recuperación de la Casa Rosada y dos edificios emblemáticos para la Ciudad -la Aduana Taylor y los restos del Fuerte de Buenos Aires.
Ambos lugares "están emplazados en el exacto lugar” de la Casa de Gobierno, contó Ganduglia, también director del Museo de la Casa Rosada.
La empresa a cargo de la restauración dirigida por el ministerio de Obras Públicas, Ute Dycasa-Isolux, informó en un comunicado que la obra demandó “un presupuesto de licitación de 101.419.000 pesos” para transformar el lugar en un ámbito museológico destinado a albergar también el mural “Ejercicio plástico”.
El mural -realizado en 1933 por el artista mejicano David Alfaro Siqueiros junto a los plásticos argentinos Lino Enea Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino y Antonio Berni, y el escenógrafo uruguayo Lázaro- está en un área del Museo que respeta el diseño abovedado del sótano que lo albergó.
La arquitectura colonial de las galerías abovedas subterráneas de lo que fuera el “Almacén de la Real Hacienda” y el Patio de Maniobras y restos arqueológicos de la Aduana Nueva o Aduana de Taylor, demolida y enterrada a partir de 1887, otorga para el visitante gran parte del atractivo en el recorrido del Museo.
Entre otras cosas, porque permite percibir el antiguo nivel de la Ciudad de Buenos Aires, unos diez metros por debajo del nivelado de las actuales calles, similar a la barranca del Parque Lezama.
“El mayor problema era el agua por filtraciones y por la napa, ya que la Aduana estaba construida dentro del río, hasta que en 1890 la ciudad fue rellenada y la costa se corrió unos 600 metros, donde se construyó Puerto Madero", dijo Ganduglia.
“La costa del río llegaba a lo que hoy son las avenidas Leandro N. Alem y Paseo Colón, y como tenía poco calado y Buenos Aires comenzaba a tener exportación agrícola-ganadera, importación de manufacturas y llegada de inmigrantes, los barcos no podían arrimarse y paraban a 400 metros de la costa”, relató Ganduglia.
Al bajar del barco, “la gente y las mercaderías pasaban a botes y luego a carros, hasta que se hizo un muelle de 400 metros de largo y 20 de ancho, con vía férrea, para descarga con grúa y depósito en el edificio de la Aduana”, pero como era insuficiente, se rellenó la zona y se hizo el Puerto.
Entre los objetos más preciados, el Museo del Bicentenario exhibe piezas como una talla de madera policromada de San Miguel Arcángel, santo patrono del Fuerte, y un escudo real de mármol, ambos del siglo 18.
Lo más moderno son una serie fotográfica del ex presidente Néstor Kirchner y la Presidenta, además de material fílmico elaborado por el Canal Encuentro y dibujos del plano original del Fuerte.
“Valioso es el mueble papelero de Domingo Faustino Sarmiento y un álbum con tapas de oro y piedras preciosas que regaló Chile a la Argentina para los festejos del Centenario”, contó Ganduglia.
También objetos del “ex presidente Yrigoyen, desde un vehículo usado por él en el campo, hasta el famoso bombín, bastón y chalina, además del fichaje policial que se le hizo en 1905, después de una revolución armada en la que participó, y un parte diario médico que se le realizó cuando estuvo desterrado en la isla Martín García”, después de un Golpe de Estado.
“Hebe de Bonafini nos entregó un pañuelo suyo manchado de sangre por golpes recibidos en una de las manifestaciones, y la banda y el bastón del ex presidente Raúl Alfonsín”, agregó.
Un objeto predilecto de Ganduglia es “un retrato al óleo artísticamente muy importante, hecho por un retratista franco-argentino al ex presidente Juan Domingo Perón y a Evita”.
“En el retrato, Perón está con la banda presidencial, sonriente y acompañado por la primera dama, Evita, una de las piezas que yo más quiero porque lo hice comprar en un remate para la Casa Rosada hace más de veinte años”.
La historia del cuadro es que cuando cayó Perón por el golpe de Estado de 1955, se prohibió la imagen del presidente derrocado y se quemaron todos los retratos que había, “pero alguien lo rescató del Hogar de la Empleada y lo tuvo escondido varios años en su casa, cortado, y lo preservó”.
Telam
































