La primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, dijo ante una sesión parlamentaria en Tokio que suele dormir “dos horas, cuatro como máximo”, y reavivó así el debate sobre el exceso laboral en el país. El comentario se produjo durante una reunión de legisladores dedicada a discutir el futuro del mercado laboral y la posible ampliación de las horas extra autorizadas como medida para impulsar el crecimiento económico.
La líder presentó su rutina extenuante como ejemplo de entrega al deber y afirmó que prioriza el trabajo. Según informó Le Figaro, Takaichi respondió preguntas sobre sus horarios y dijo además “Voy a trabajar, trabajar y trabajar aún más” como muestra de su compromiso. Las declaraciones llegaron a los medios locales e internacionales y provocaron reacciones inmediatas entre organizaciones laborales y especialistas en salud pública.
Expertos, sindicatos y autoridades sanitarias expresaron su inquietud por la normalización de modelos laborales que fomentan jornadas excesivas. En Japón, el fenómeno del karoshi —muertes vinculadas al exceso de trabajo— sigue siendo una preocupación social y sanitaria, y la convocatoria reciente de la primera ministra a una reunión a las 3 de la madrugada generó críticas sobre la institucionalización del trabajo nocturno.
Reacciones y advertencias sanitarias
Organizaciones laborales y especialistas indicaron que promover hábitos de poco descanso afecta la salud física y mental de los trabajadores. Dijeron que la falta de sueño reduce la productividad a largo plazo y deteriora la calidad de vida y los lazos familiares. Las autoridades sanitarias advirtieron que este tipo de ejemplos públicos pueden legitimar prácticas laborales dañinas.
Los sindicatos manifestaron preocupación por la señal que envía el gobierno en un momento en que se discuten límites a las horas extra. Señalaron que ya existen casos documentados de jornadas excesivas y que la normativa debe proteger el descanso obligatorio. También reclamaron sanciones más estrictas frente a abusos patronales.
Su declaración provocó debates en redes y en la prensa sobre la responsabilidad pública de un ejemplo así. Algunos ciudadanos valoraron la entrega de la dirigente, mientras que otros temieron que la declaración normalice el sobreesfuerzo laboral en empresas y organismos estatales.