Rogelio Alaniz
El 30 de junio de 1969 un comando armado ingresó al local de la UOM y asesinó al dirigente metalúrgico Augusto Timoteo Vandor. Le dispararon a quemarropa cinco o seis tiros, tres de ellos cuando ya estaba en el suelo. Para asegurar la ejecución, le pusieron una bomba entre las piernas que uno de sus guardaespaldas alcanzó a retirar y explotó unos minutos después en uno de los tragaluces.
Se dice que al momento de irrumpir los asesinos, Vandor estaba hablando por teléfono con Antonio Cafiero y terminaba de concretar un almuerzo de trabajo con dos funcionarios de la dictadura militar. En su despacho se encontraba Afrio Penissi, el dirigente metalúrgico santafesino. Las crónicas afirman que cuando el Lobo vio que era el blanco de los hombres armados empujó a Penissi y con ese gesto le salvó la vida. Un veterano de la UOM me dijo muchos años después que ese gesto de Vandor ponía en evidencia su generosidad y su coraje. No supe qué responderle.
Eran las once y media de la mañana. Más o menos. El operativo no duró más de diez minutos. Los cinco integrantes de lo que luego se conocería como Ejército Nacional Revolucionario (ENR) bajaron del auto que dejaron estacionado en la puerta del gremio de calle La Rioja 1945 y, cumplida su faena, se retiraron en dirección a avenida Caseros. Nunca más se supo de ellos. Nadie, hasta el día de hoy, sabe a ciencia cierta quiénes fueron los que perpetraron ese operativo. Hay rumores, trascendidos, deducciones, pero pruebas concretas con nombres y apellidos no hay.
Un rumor asegura que Vandor reconoció a uno de sus verdugos: “¿Qué hacés Cóndor?”, le dijo al que venía derecho hacia él. De esas palabras se dedujo que el jefe o el ejecutor del operativo pudo haber sido Dardo Cabo, quien hacía un mes que había recuperado la libertad después de ser encarcelado por su célebre Plan Cóndor, el operativo perpetrado por él y un puñado de militantes en septiembre de 1966 para recuperar las Malvinas.
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