Por M. Alejandrina Argüelles
El lenguaje denominado inclusivo es una fachada igualitaria. Analizando esas expresiones vemos que en realidad esconden una verdadera discriminación.

Por M. Alejandrina Argüelles
Como simple usuaria del buen idioma español veo que las palabras y frases que hoy se imponen como un avance contra la discriminación, o en favor de la inclusión, son, en realidad, todo lo contrario. Casi podríamos decir que son un acto de soberbia discriminatoria. Porque si debemos decir "no blanco" en vez de "negro", estamos indicando que el parámetro de comparación es el blanco, con tufillo aspiracional.
Estamos nombrando a alguien por lo que no es; estamos nombrando a alguien porque no es blanquito, como quien así se expresa. Además, al menos en estas tierras, no les afecta que les digan "negros" a los de piel oscura o tostadita; lo importante es el tono y el contexto.
El Negro Rada se autodistingue como tal. Mercedes Sosa es la Negra Sosa. Todos tenemos alguna amistad que responde al apodo de Negro o Negra. Y quedan en un sitio intermedio los morochos, los que tienen algún ancestro tribal, o árabe, o sefardí, o hindú (obviamente me estoy refiriendo a nuestro país, no a lugares donde la discriminación racial ha sido fuertísima y donde sí se siente ofensivo lo de "negro").
Por otra parte, esos blancos del nuevo lenguaje… ¿Cómo se describen a sí mismos? ¿Como "no negros"? Tal vez sería mejor que se autoidentificaran como "carapálidas", denominación que según sabemos surgió de una discriminación de los indios hacia los europeos.
También hay que considerar que entre los "no blancos" estarían, además de los morochos citados más arriba, los orientales (con sus variantes como chinos, mogoles, coreanos, nipones), pero sucede que tampoco son negros y menos afrodescendientes, es decir que han sido discriminados por los que han inventado estas denominaciones absurdas.
Otro rubro contradictorio en su expresión es la indicación de "inclusivo". Todo negocio, taller, aula, etc, debería ser inclusivo sin proclamarlo, tener las condiciones apropiadas, y el trato amable y paciente para todos. En todo caso denunciar públicamente cuando ocurra una discriminación, aunque sucede a diario con incapacitados, con viejos, con impedidos, con embarazadas.
El indicar que es "inclusivo" es como decir "acá somos buenitos, somos progres". La verdadera inclusión, además de silenciosa, debería explicitarse en actos concretos, como veredas y rampas en condiciones para los que tienen algún inconveniente motor, por dar sólo un ejemplo de lo muchísimo que falta en pro de una real inclusión.
"Pueblos originarios". ¿Originarios desde cuándo? ¿Sabemos si tal tribu no desplazó y aniquiló a otra más antigua, que ya habitaba el lugar, como los tehuelches respecto a los mapuches, por citar algún caso cercano? ¿Y si autopercibidos como originarios se presentan lanzas en ristre a tomar posesión de un terreno, digamos donde hoy se erige un Ministerio de Diversidad, porque allí fue donde se almorzaron a Solís?
Si esa idea de "pueblos originarios" se extiende a Europa se pueden perder incluso la Torre Eiffel, la Alhambra, o lo que fuere, porque por allí se asentaron los pueblos originarios (latinos, celtas, burgundios, hunos, etruscos, visigodos). Podemos llegar así hasta el homo sapiens... hasta que descubran que eso de "homo" es discriminatorio también.
Punto y aparte para el tema de los actores negros en cualquier trama de películas o series "inclusivas". Perfecto si se trata de un argumento que transcurre en estos tiempos, y hay actores negros de primera. Pero en los dramas de época es totalmente absurdo, como por ejemplo la reina de Inglaterra negra, porque eso es deformar la historia, la realidad, y deja de ser una representación de época, aunque pretenda serlo.
En esa línea podríamos hacer Blancanieves con alguna señora afro: le cambiamos el nombre (¿Noblancanieves? ¿Oscuranieves?) y le ponemos un príncipe coreano, o un maorí, o un esquimal.
Van otras ideas para el INCAA: John Kennedy encarnado por un negro y Obama por un blanco. O "no blancos" encapuchados integrando el Ku Klux Klan. O Martin Luther King encarnado por Brad Pitt. O Nelson Mandela en la piel de George Clooney, arengando por la igualdad. Se puede rehacer el mítico filme "Lo que el viento se llevó" con los negros instalados en la mansión de los blancos, defendiendo a los sureños esclavistas, y llenar las plantaciones con actores de piel albina con protector solar 50.




