La propuesta de mezclar agua oxigenada con sal ganó recientemente popularidad en redes sociales y medios especializados en consumo doméstico, como un remedio casero útil para limpieza en el hogar.
La combinación de peróxido de hidrógeno con sal se promociona como alternativa para eliminar manchas, desinfectar utensilios y neutralizar olores. Pero es esencial conocer sus límites y recomendaciones de uso.

La propuesta de mezclar agua oxigenada con sal ganó recientemente popularidad en redes sociales y medios especializados en consumo doméstico, como un remedio casero útil para limpieza en el hogar.
La idea consiste en aprovechar las propiedades oxidantes del peróxido de hidrógeno y la acción abrasiva y antiséptica de la sal. Sin embargo, para que la mezcla sea eficaz y segura, conviene tener en cuenta dosis, superficies aptas y medidas precautorias.
A continuación, se presentan los usos más difundidos y las recomendaciones clave para aplicarla de modo responsable.
Esta combinación tiene múltiples aplicaciones en el ambiente doméstico: “es buena para eliminar manchas difíciles incrustadas en ropa y telas blancas”.
Además, entre los usos más citados están:
Limpieza de tablas de cortar y utensilios: al aplicar la mezcla sobre superficies de uso alimentario, se sugiere que puede contribuir a eliminar bacterias adheridas.
Neutralizador de olores: algunos relatos indican que ayuda a eliminar malos olores de tejidos o superficies que retienen aromas persistentes.
El procedimiento más común consiste en los siguientes pasos:
Aplicar una pequeña cantidad de agua oxigenada (en atomizador o rociador) combinada con sal sobre la mancha o superficie.
Dejar actuar entre 15 y 20 minutos.
Frotar suavemente con un cepillo o paño.
Retirar con un paño húmedo y, si fuera necesario, secar la zona (a veces se sugiere plancha para telas blancas).
En paralelo, se destaca que no es recomendable mezclar esta combinación con otros productos como vinagre o amoníaco, ya que esas reacciones podrían generar compuestos peligrosos.
Además, Díaz advierte que hay que manipularla con guantes, pues el contacto directo con la piel puede provocar reacciones alérgicas.
Otros usos de la sal —no necesariamente en combinación con el agua oxigenada— también son referidos en la misma fuente: desinfectar superficies de madera (mezclando con limón), desatascar desagües al verter sal caliente, y eliminar manchas de tazas o vasos mediante mezclas con vinagre o bicarbonato.
El atractivo de este “truco casero” radica en la disponibilidad de sus componentes y su aparente simplicidad, pero es importante considerar las advertencias que surgen desde la química aplicada.
Una fuente académica señala que mezclar productos de limpieza sin conocer sus propiedades puede generar sustancias tóxicas o reacciones peligrosas.
En particular, el peróxido de hidrógeno puede reaccionar con otros productos químicos generando compuestos volátiles o incluso explosivos en condiciones inadecuadas.
Por ejemplo, se afirma que al combinar agua oxigenada con cloro se pueden formar cloratos o percloratos, compuestos altamente oxidantes que en ciertas condiciones pueden provocar liberación de gas o calor excesivo.
También se advierte que el peróxido puede oxidar el vinagre (ácido acético), formando ácido peracético, un compuesto que en concentraciones altas puede resultar peligroso si no se maneja con cuidado.
Por otra parte, los expertos acentúan que esta mezcla no es garantía de limpieza profunda en todas las superficies ni para todos los tipos de manchas o microorganismos.
Su eficacia dependerá de la concentración del peróxido, el tipo de sal usada, el tiempo de contacto, la superficie (es posible que manchas profundas o pigmentos persistentes no se eliminen con facilidad) y la compatibilidad del material (no todas las telas o colores soportan oxidantes).
A fin de mitigar riesgos, estas recomendaciones se destacan:
Probar en un área pequeña y poco visible antes de aplicar la mezcla sobre toda la superficie, en particular si se trata de telas de color, para verificar si hay decoloración.
No mezclar con otros productos químicos, como vinagre, amoníaco o cloro, ya que pueden desencadenarse reacciones químicas peligrosas.
Usar guantes y eventualmente protección ocular, para evitar contacto directo con la piel o salpicaduras accidentales.
Ventilar el ambiente en caso de usarse en espacios cerrados, y evitar aplicar en tejidos muy delicados sin supervisión.




