Uno de los encapuchados se acerca, por la voz reconozco a la profesora.

Uno de los encapuchados se acerca, por la voz reconozco a la profesora.
- Excelencia, aquí está El Elegido, ha dado su consentimiento para la iniciación.
- ¿Estás seguro de querer iniciarte en el sagrado dogma de nuestra logia, ser fiel y leal a nuestros principios y jamás por ningún motivo revelar la identidad de sus integrantes? Dice, como único inquisidor.
- Excelencia, me han informado los preceptos de esta hermandad y los acepto. Respondo.
- La declaración que hiciste ha sido registrada en nuestro libro sagrado, pero antes de certificar con tu firma, tendrás un tiempo de meditación.
- Llévenlo a la Cámara de Reflexión. Ordena a dos guardias que están en la entrada.
La Cámara de Reflexión resultó ser una habitación oscura, de paredes negras, sobre ellas grotescas pinturas de esqueletos. "La vanidad de la vida hace al hombre inútil". "La envidia es la perversidad del corazón". Estas y otras frases están impresas sobre los muros. La escritura en una lápida llama mi atención, sobre el mármol agrietado se lee: "Aquí se acaban las riquezas, el orgullo y la vanidad".
"Supongo que el objetivo es que esté encerrado aquí por un cierto tiempo". Pienso.
Sobre la mesa, una hoja con la siguiente pregunta: ¿Qué deberes tiene el hombre para con la divinidad, para con la humanidad y para consigo mismo? Más tarde entendí que la Cámara de Reflexión es un espacio simbólico, es la privación de la libertad, para pensar únicamente en lo trascendente y efímero de la vida.
Cuando salgo, soy escoltado por los mismos guardias al centro del parque. Veo un ataúd, dentro de él, un miembro de la cofradía con la camisa manchada de sangre, aparenta haber sido asesinado. Los miembros de la logia, empuñan espadas que señalan los puntos vitales de mi cuerpo.
Es una advertencia, si falto a mi obligación como miembro, la muerte me alcanzará por más que me oculte. Entiendo que es una simulación, un acto simbólico con intención de representar la seriedad del proceso.
- ¿Estás determinado a cumplir con las normas de la orden y pertenecer a ella con lealtad hasta el fin de tus días? Pregunta el hermano principal.
- Sí, lo juro con mi vida.
Los reunidos en el campo levantan las espadas como símbolo de unión entre los iniciados de todos los tiempos. Camino a la puerta principal, la última parte de la Ceremonia de Iniciación ha comenzado. Ubicado en el estrado el gran maestro sostiene un libro, está encuadernado con piel negra, el lomo es dorado.
- Aprendiz Arturo, voy a tomarte juramento. Dice poniéndose de pie.
Repito una oración de fidelidad a la doctrina y a la institución.
- Ahora que tus manos son puras puedes ponerte los guantes blancos.
Regreso a casa con el título de Hermano Aprendiz, entiendo que soy solo una piedra sobre la cual mi maestro deberá trabajar con el mazo y el cincel, no importa cuánto duela el cambio, estoy dispuesto a recorrer este camino evolutivo.
El ambiente es sucio, impuro, indecente y escandaloso. A un año del ingreso a la logia veo cómo las miserias humanas se imponen sobre las virtudes. Sentado en un rincón de la sala, observo todo desde una platea preferencial. El maestro con esa sobrevaloración del YO, se cree cubierto con un manto divino que lo hace resplandecer incluso ante Dios. Soberbia es la palabra que lo describe.
Las conversaciones dejan expuestos celos y rivalidades, avaricia, envidia,… sentimientos que se liberan a causa de posesiones ajenas. La lujuria posee los cuerpos entregados al placer sexual en verdaderas orgías. En la mesa, infinidad de exquisiteces, la gula está en la cabecera, la imagino con una enorme barriga y me asquea. Drogas usadas a libre placer. La ira toma posesión de mis pensamientos, los odio.
Esta hermandad pregona valores nobles y es una farsa, al ingresar mis intenciones eran mejorar mi vida y moderar el carácter. No puedo más, necesito expresar la ira, el dolor, llamar la atención para que ellos se asusten.
- Yo el aprendiz, la piedra bruta, soy lo contrario para lo que fui llamado, ustedes contaminan mi vida.
Con un movimiento dejo que la túnica caiga al piso. Salgo al parque, camino entre los árboles, siento frío, meto las manos en los bolsillos, los guantes blancos están bien al fondo, los saco y al verlos entiendo.
- El aprendiz va por ustedes mis hermanos. Grito en la noche, de cara al helado viento sur.
Titular de la portada del diario vespertino El Litoral, "Continúan las repercusiones por el homicidio de la profesional":
"Tal cual informamos en nuestra edición de la víspera, se confirmó mediante la autopsia que la causa del deceso fue por ingesta de veneno. Es la décima víctima en lo que va del año que muere con la misma metodología. Los investigadores están convencidos que se trata de un asesino serial. Todavía no hay sospechosos".
- Arturo… ¿ya clasificaste las drogas? Dice el farmacéutico.
- Sí, sobre la mesa está la planilla.
El hombre busca unos minutos hasta encontrarla.
- Tratá de mantener en orden el escritorio, estás tapado de papeles. Dice antes de irse.
De un manotazo tiro lo que no sirve en el cesto de basura, los papeles caen sobre un par de guantes blancos.




