Este viernes por la tarde murió Boris Furman, el empresario creador del Teleférico del Cerro Otto –entre otras empresas- que donó sus ganancias para construir panaderías -una en nuestra ciudad- y otras obras para ayudar a los más necesitados.
Furman tenía 91 años –dos hijas, casadas- y murió alrededor de las 15 en su casa de Buenos Aires, según relató a El Litoral.com una de las mujeres que lo acompañó en su obra en nuestra ciudad: la panadería “Sara Furman” (nombre de su madre).
El empresario era judío y sería sepultado el próximo domingo en Buenos Aires.
En Santa Fe, Furman tenía previsto reabrir la panadería solidaria en mayo próximo, sobre calle Lamadrid y Vera, en barrio Roma. La panadería producía diariamente 1.200 kilos de pan destinados a personas necesitadas y a comedores comunitarios. Ahora la Fundación que la sostiene cuenta con los recursos necesarios para reabrirla.
En noviembre de 2000, la panificadora cerró sus puertas por problemas económicos, luego de que durante 12 años entregara a diario y gratuitamente 1.200 kilos de pan a familias de escasos recursos y a unos 20 comedores comunitarios.
Desde entonces desapareció del paisaje la extensa fila de personas que cada mañana llegaban hasta Gobernador Vera y Lamadrid para llevarse su ración.
Un hombre, un ejemplo
Boris Furman había nacido el 24 de junio de 1916 en Santa Fe. Su padre fue un lerer (maestro de judaísmo) ruso que enseñaba ídish, hebreo y Torá. Como eso no alcanzaba, Boris empezó a trabajar a los 14 años como cadete en una sastrería. Dos años después ya era ayudante de vendedor y a los 18 era vendedor. A los 20 se fue a Paraná y vendía insumos para sastres. Un tiempo después decidió probar suerte en Buenos Aires y le fue tan bien que pudo alquilar un local sobre la calle Alsina al 1300. Después de 5 años de trabajo pudo comprar la esquina de Irigoyen y Piedras que adquirió tanta fama: la esquina de Rocha Casimires.
En una entrevista, Boris Furman contó orgulloso que “su local tenía una superficie de 500 metros cuadrados y contaba con 40 empleados”. Desde su escritorio en la base del Cerro Otto recuerdó también el origen del Teleférico, por él construido. En 1970 llegó a Bariloche como turista con un amigo, subió a la cima del Cerro Otto y se quedó maravillado con ese paisaje. Gestionó permisos para construir un complejo que incluía el teleférico y la confitería giratoria.
En 1974 finalizó la construcción del teleférico y 6 años después recuperó toda la inversión. En vez de acumular ganancias, este hombre hizo lo que él cuenta que le enseñaron en su familia: “ya tenés suficiente para vos, dale a los demás”. Y constituyó la Fundación Sara María Furman, en honor a su madre y a su hermana, y desde 1980 donó la mitad de las ganancias del complejo al Hospital Zonal de Bariloche y la otra mitad al Hospital Israelita de Buenos Aires.
Apenas pudo prescindir de unos terrenos que usó para la construcción, los donó a una escuela, a la Cruz Roja, y a la comunidad judía.
Este hombre no sólo desarrolló un complejo turístico y realizó beneficencia. Además promovió la cultura desde su pequeña pero imponente galería de arte en la cima del cerro que cuenta con unas réplicas exactas de 3 esculturas de Miguel Ángel. Con un gesto cómplice cuenta que las obras de arte las llevó no sólo para promover la cultura sino para atraer más gente al complejo y así conseguir más plata para los hospitales.
Otra gran obra de filantropía de Boris Furman fue una planta modelo de pan que reparte 1.200 kilogramos de pan a 1.200 familias de nuestra ciudad. La panadería “Sara Furman” (nombre de su madre) fue cerrada tiempo atrás, además sufrió la inundación y fue reacondicionada, por lo que sería reabierta en mayo próximo.
“En estos tiempos de crisis, donde sale lo peor de nosotros, también sale lo mejor. Es el momento en el cual uno necesita la ayuda del otro, y Boris Furman nos muestra que se puede, y se ayuda”, dice Pablo Pejlatowicz en un artículo titulado “Un hombre, un ejemplo”.
Fuente: :www.hagshama.org.il





























