Los militares sublevados en Guinea, que el domingo capturaron al presidente Alpha Condé y anunciaron la disolución de las instituciones, hablaron este lunes ante los ex ministros y presidentes de las principales instituciones del país, para ordenarles que asistan a una reunión en el Palacio del Pueblo (sede del parlamento), en la cual deberán entregar sus documentos de viaje y sus vehículos de función.
Ante esta situación, el líder golpista, Mamady Doumbouya, aseguró que, contra los ex funcionarios, "no habrá espíritu de odio ni de venganza", es decir que "no habrá caza de brujas". Asimismo, los militares ordenaron la liberación de los "detenidos políticos de todos los bandos", tras el golpe de Estado condenado por la comunidad internacional.
También, en un intento por tranquilizar a inversores extranjeros y guineanos, Dumbuya aseguró que el comité que ahora está al frente de este importante país productor de bauxita y minerales "respetará todas sus obligaciones" y los "convenios mineros" y seguirá "promoviendo las inversiones extranjeras en el país". Además prometió un "gobierno de unión nacional" encargado de llevar a cabo una "transición política", sin dar más detalles.
La tensión en Guinea se disparó el domingo por la mañana con las noticias de tiros cerca del palacio presidencial en Conakri (o Conakry) y otros lugares de la capital. Más tarde se supo que una unidad de élite dirigida por un ex legionario del Ejército francés, el coronel Mamady Doumbouya, dio un golpe de Estado y derrocó al presidente Alpha Condé, cuya reelección para un tercer mandato en octubre de 2020 fue empañada por denuncias de fraude y dio lugar a violentas protestas.
El Frente Nacional para la Defensa de la Constitución, que aglutina a las fuerzas políticas contrarias a un tercer mandato de Condé, indicó en un comunicado que entre los detenidos que serán liberados están el destacado activista Oumar Sylla (conocido como Foniké Mengué), quien fuera condenado a once meses de prisión "por llamamientos a una concentración desarmada", así como Étienne Soropgui y Abdoulaye Bah, entre otros opositores.
Gran parte de la comunidad internacional condenó el golpe de Estado, pero el nuevo hombre fuerte del país fue recibido a su llegada al Palacio del Pueblo por cientos de guineanos que se aferraban a las puertas y gritaban "¡Libertad, libertad!" o "¡Viva el ejército!
Tanto la ONU, como la Unión Africana, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental y la Unión Europea alzaron su voz en las últimas horas contra el golpe de Doumbouya, una crítica a la que se sumó el gobierno de Estado Unidos, que advirtió que esta situación podría limitar la capacidad estadounidense de ayuda a Guinea.
El lunes, la capital guineana funcionaba con lentitud y en silencio, luego que los golpistas anunciaran el toque de queda que comenzó a regir, hasta nuevo aviso, a partir de las 20 del domingo. Los militares instalaron barricadas en los accesos al centro y soldados armados prohibían acercarse al palacio presidencial.
Muchos comercios estaban cerrados y el mercado central de Madina, siempre pleno de clientes, parecía inactivo. Esta tranquilidad sólo se veía interrumpida por los aplausos de algunos vecinos al paso de los vehículos militares. Además del toque de queda, los golpistas, que prometieron emprender un periodo de transición como el que se vive en Malí, cerraron las fronteras por aire y tierra.
No obstante esto último, el Comité Nacional de Reunificación y Desarrollo de Guinea (CNRD), constituido por militares golpistas, decidió reabrir las fronteras aéreas del país. "Todas las aerolíneas pueden reanudar sus operaciones siempre que pasen por el procedimiento administrativo correspondiente", admitió el antes mencionado Doumbuya, líder del CNRD.
Según Doumbouya, la reanudación de vuelos a la capital de Guinea, Conacri, está reservada solo para vuelos comerciales y humanitarios. Este golpe de Estado tiene lugar después de meses de grave crisis económica y política en este país de 12 millones de habitantes, que era gobernado desde 2010 por el presidente Condé, cada vez más aislado.
Desde su independencia en 1958, Guinea, que es una nación pobre que, aun así, tiene conocidos recursos minerales e hidrológicos, fue dirigida durante gran parte de ese tiempo por regímenes autoritarios o dictatoriales. Se trata de un nuevo golpe de Estado en África subsahariana en un año, tras los de la nombrada Malí (2020) y Chad (2021). Pese a los intensos disparos que se escucharon en la capital, aún no se reportaron muertos ni se registraron incidentes graves.