De la Redacción de El Litoral
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Este domingo, una vecina de Monseñor Zazpe y avenida Freyre vivió momentos de angustia cuando en horas tempranas de la mañana salió a la vereda y se encontró con siete frascos de vidrio con fetos sumergidos en formol. “No soy mamá pero me pareció tremendo lo que vi. Sin saber lo que había tumbé un tarro con el pie y vi un feto entero”, relató Marta.
“Me levanto siempre muy temprano; ayer mi marido se fue a trabajar a las 5 de la mañana y yo me levanté a las 7. Tengo la costumbre de salir a la vereda, porque con el tema del clásico de Colón y Unión ya sentía ruido de bombas y patrulleros. Salgo y veo que en el árbol que está en la puerta de mi casa había unos tarros, como botellitas. Me acerco y pienso: ‘Otra vez me llenaron el árbol de basura’ y cuando veo lo que había adentro lo primero que pensé fue que eran pickles”, dijo la mujer que se llevó una espantosa impresión.
Advertida de lo que realmente había dentro, la mujer fue en busca de ayuda a una estación de servicios cercana y de paso aprovechar para llamar a su esposo que estaba por la zona. De regreso a su casa, el esposo se encontró con la policía a la que le dio aviso para que los acompañara.
Investigan denuncias
Una vez en el lugar, el personal policial comunicó del hallazgo a la Seccional 2a. que tiene jurisdicción en la zona y de inmediato se le dio aviso a la jueza de Instrucción Cuarta, Susana Luna, que requirió algunas medidas.
Por las características del hallazgo, la jueza pidió el historial de denuncias vinculadas con robos a laboratorios o centros de investigaciones médicas donde pudiera haber este tipo de cosas.
Por las características, no se descarta que se trate de un robo y que al advertir los ladrones lo que se llevaban prefirieron abandonarlo. Sin embargo, Marta, la vecina incrédula, no pudo sino relacionarlos con casos de “aborto”. En realidad a “cesáreas clandestinas”, ya que “el más grande era de un embarazo de 5 ó 6 meses” y “estaban intactos”, dijo.
Versiones
“Tenían nombres”, entre los que recuerda los de “Gisela y Sofía”. Además, estaban rotulados con una cinta blanca con fechas y uno decía 1994, otro 2002, 2004, 2006, etc.
Aunque no se pudo confirmar hasta el momento, entre los elementos secuestrados se encontró documentación con el nombre de un profesional de la salud, por lo que se investiga su vinculación con el hecho.
Otra de las hipótesis que sugirió la dueña de casa supone que por ahí un carro lo juntó y después se dieron cuenta de lo que era y lo tiraron. La testigo principal reconoció que cuando salió el marido a trabajar los frascos ya estaban, pero él ni se percató de lo que tenían.
Si bien “cuando vi eso salí espantada, después rocié el frente de la casa con agua bendita y les recé tres Padrenuestros, porque son almitas”, resaltó.






























