Mónica Ritacca - mritacca@ellitoral.com
Nadie pone en dudas los beneficios del tercer tramo de la Circunvalación Oeste que se habilitó el miércoles pasado: descongestiona el tránsito pesado de Blas Parera, se llega en menor tiempo al norte de la ciudad y consolida la defensa contra inundaciones.
¿Pero debían habilitarla sin iluminación y sin culminar trabajos fundamentales para la seguridad vial, como las barandas de protección y los guardarraíles? Definitivamente, no.
Ayer, lo que pretendía ser un paseo familiar a Esperanza casi termina en tragedia. El motivo: en dos sectores diferentes del nuevo tramo, a la altura de barrio Las Lomas y San Agustín, se cruzaron dos perros que parecían asustados y perdidos. También se observó la presencia de caballos pastando detrás de los guardarraíles, y al menos cinco animales muertos en ambas manos. La situación ocurrió a las 12.20 del mediodía. Y sirvió para determinar lo peligroso que puede ser transitarlo de noche.
Además, se observó personas caminando por el cantero que separa los dos carriles.
Cabe recordar que la obra que demandó años de construcción fue habilitada con la faltante de un 10 % de la señalización horizontal y vertical autorreflectante, barandas de protección y guardarraíles. También sin iluminación, para lo cual se invertirán más de $ 24 milloness. La mala noticia es que esos trabajos podrían estar terminados recién a fin de año.
El monto requerido para iluminar el tercer tramo y la realidad económica de la provincia no pueden ser el justificativo para habilitar una obra vial sin iluminación, sobre todo cuando se destinaron $ 20 millones en otras obras, importantes pero no urgentes: 12 millones para transformar el Molino Franchino en Fábrica Cultural, 7 millones en recuperar La Redonda, $ 400.000 para traer a Fito Páez al bicentenario de la Bandera y 600.000 para expropiar la casa de Sor Josefa.





























