Por Andrés Szychowski
Por Andrés Szychowski
Augusto Munaro nos sitúa en la hipotética línea que separa el mundo exterior del interior (también humano, acaso). Poética, descarnadamente, este diario fue escrito como si se pintase la fractura expuesta de nuestra propia extremidad. Porque la guerra también está adentro; la guerra sobre todo va por dentro... y es Mundial.
"El ayer es siempre ridículo" o "Hago nada, es decir, pienso todo. Hamletizo", leemos en la obra "1944", reciente trabajo de Munaro, editado por Volcán de Agua (*). El protagonista del mismo, que dejó sus impresiones entre el final de la Francia de Vichy y los inicios de la Liberación, nos sitúa en la fascinación de pensar hasta dónde es factible llegar cuando se tiene conciencia absoluta del infierno de haber nacido.
Depuesto de la vida social, supo ser farmacéutico, vive en la "inautenticidad". Se tiene una farmacia para aliviar el dolor y ahora es el dolor. Bajo estos cánones, incluso el hecho de morir puede tornarse aburrido. ¿Se trata de una persona subjetivamente lacerada a la que sólo le faltaría escuchar (encontrar) el gong? ¿O la escritura es una rebeldía más atroz que las abominables condiciones que lo rodean?
¿Cuál es el momento exacto en que uno deja de existir? ¿Cuál es el momento, preciso, en que dejamos de leer? Dejamos de ser lectores cuando nos adentramos en un texto que nos permite pasarnos al otro lado, momento (temporalidad) en que damos, únicamente, las gracias. Sucede pocas veces y en este libro sucede. Pareciera que Munaro nos lleva al borde del disfrute y la incomodidad, como si pudiésemos acariciarnos las tripas.
No es una novela en clave poética sino una poética de la perplejidad. En este sentido, podemos asociarla a la pluma, y condiciones, de Emil Cioran. Mientras preparaban la cicuta, recuerda el filósofo, Sócrates estaba aprendiendo una melodía de flauta. Para qué te servirá, le preguntan. "Para saber esta melodía antes de morir", contesta.
Son esos golpes de gong los que da Munaro. ¿Y qué refleja el espejo que está por romperse? "Desesperación embalsamada". Es el final, sí. La luz a lo sumo ilumina irrealidad. Pero alguien le pone tinta a la pluma.
(*) Volcán de Agua se define como una editorial artesanal independiente y autogestiva de poesía, artes visuales y música.




