"Un día fui a Santa Fe cuando la costanera era de tierra, un chico del orfanato se escapó por abajo de un alambrado y me dijo que no tenían televisor. Hablé con la celadora y se lo mandé. Al poco tiempo me mandó una carta el gobernador, agradeciéndome".
Son esas notas en las que uno no sabe por dónde empezar. Hay algo muy claro e indiscutible: una de las tribunas del Mario Kempes lleva el nombre de Daniel Willington. Es el homenaje que se le hizo en el estadio a los cordobeses más famosos. Y estamos hablando de una tierra que ha dado grandes campeones. En este caso, el "cordobés" nació en Santa Fe. Y al poco tiempo de ser profesional volvió a la ciudad para jugar uno de los partidos más importantes de la historia de Colón: el de la victoria en 1964 ante la selección argentina. Era aquél equipo de José María Minella que venía de ganar la Copa de las Naciones con un triunfo impactante ante Brasil y que tenía, entre otros, a Rattín, Ermindo Onega, el Tanque Rojas, "Puchero" Varacka y la "Oveja" Telch, entre otros.
Cuando a Willington le preguntan por algún compañero que le dio gusto compartir una cancha, en Vélez, lo nombra al "Pulga" Ríos, otro ex Colón. Su historia estuvo muy ligada a Vélez (con el que salió campeón en 1968) y con Talleres, donde se cansó de ganar títulos en la liga local a la vez que brillaba en cada Nacional. En 1969, jugando un amistoso con el Santos erró un penal pero después hizo el gol del empate. Pelé dijo aquella vez: "Es el mejor jugador del mundo"... ¡Y lo dijo Pelé! Willington jugaba para Vélez en ese entonces. "Cómo no voy a querer a ese club donde viví debajo de la tribuna casi tres años con otros jugadores, entre ellos Eduardo Solari. Me cuidaron mucho; un año tenía una anemia terrible y don Pepe Amalfitani nos mandó de pretemporada a Mar del Plata para que me recuperara". Admite que le gustaba la noche, el tango y tomarse alguna copa. Con fama de mujeriego, se cuentan mil historias. Y hasta a alguna de ellas, la admite. Pero lo más curioso es que nació en Santa Fe y tiene recuerdos imborrables de su infancia pobre. Recreados en la entrevista en La Primera de Sol.
Gentileza El Gráfico Una foto cargada de talento y personalidad: Willington y el inolvidable Pato Pastoriza.Una foto cargada de talento y personalidad: Willington y el inolvidable Pato Pastoriza. Foto: Gentileza El Gráfico
-Pensar que Daniel Willington pudo haber sido uno de los mejores de la historia del fútbol santafesino pero terminó siendo "cordobés"...
-Mi papá jugó en un equipo que se llama La Capital, de barrio Mayoraz, en Santa Fe. A él le decían "Tuto" y acá en Córdoba le pusieron "Toro". Se llamaba Atilio. Jugó mucho en Talleres y fue el que me hizo debutar cuando era muy chico... ¿Sabés qué pasa?, ¿quién iba a conocer un apellido Willington en esa época?... Mi mamá tenía 15 años cuando se casó con mi papá... Eran tres hermanos, los tres albañiles. Y se cruzaban enfrente de la casa, donde estaba la cancha de La Capital.
-¿Qué se acuerda de Santa Fe?
-Todo... Dios me enseñó a conocer el hambre, la pobreza y el frío en Santa Fe... La quiero como loco a Santa Fe... Es la tierra en la que nací... No puedo olvidarme nunca de Santa Fe... Allí nacieron mis padres, nací yo y también mis hermanos... Sólo quedamos una hermana y yo, porque los otros dos hermanos también partieron al igual que mis padres... Yo nací entre la 26 y la 27, ¿sabés a qué me refiero?
-¡Por supuesto... La 26 sin nombre le decían a la actual calle Angel Cassanello...!
-Bueno... Talleres lo compró a mi papá y el más grande de los hermanos era yo, que tenía 4 años... ¡Todos con asma! Y lo mejor que nos podía pasar, era irnos a Córdoba, porque es como en la vida: el aire es bueno y la gente es mala... Así que nos fuimos a Córdoba... Eramos tan pobres, como dice Olmedo, que a mi en Santa Fe me dejaban con mi abuelita en Pasaje Ingenieros entre 27 y 28. Ahí conocí a los Bustos, los Duarte, el Nítaro, Beto, el Negro Coria... No sé si viven, porque yo tengo 78 años y ellos eran un poquito más grandes.
-¿Y ya jugaba en ese tiempo?
-¡Con una pelota de trapo...! Era lo único que teníamos... A los 7 u 8 años me agarró un principio de poliomielitis... Y cuando me recuperé, empecé a jugar…
Archivo El Litoral Charlando con Ringo Bonavena en una visita al Luna Park, cuando jugaba en Huracán.Charlando con Ringo Bonavena en una visita al Luna Park, cuando jugaba en Huracán.Foto: Archivo El Litoral
-¿Y la movía de chiquito como lo hizo de grande?
-¡Me mandaban al arco porque decían que no servía...! Como mi papá jugaba en Talleres, siempre me regalaban un "fulbo"... Entonces llevaba la pelota para jugar con los chicos del barrio... Había tantos jugadores que los clubes ni se fijaban en esos potreros... Yo disfruté mucho el fútbol... ¿Saben quién era la Chiva Di Meola?
-Era mi amigo... Había una estación de servicio que era de Méndez, cerca de la Iglesia de Guadalupe... Me acuerdo que de la estación había que doblar y agarrar la calle que te llevaba hasta la Iglesia... Mucho tiempo después que nos fuimos a Córdoba, volví con un lindo auto y me acuerdo que jugué con la Chiva... Siempre volvía a Santa Fe... Pero, ¿saben lo que hacía?, yo le dejaba el auto a mi papá y me iba a la casa de mi abuelita a pie, porque ahí donde nací me conocían de otra manera...
-Como un niño que nació con muchas carencias económicas, me imagino...
-En un rancho, que era de paja y cuando llovía había que poner los tachos porque se llovía adentro... El piso era de tierra... Y cuando íbamos al baño, que quedaba en el fondo, había que esquivar los pozos con agua... No había cocina, teníamos que prender fuego con otras cosas... Me decían "Pantallita" en barrio Mayoraz, capaz que alguno se acuerda... Y en Villa María Selva me decían "boca chica"...
-¿Y Tacita?, ¿su primo?, ¿el que jugó en la Federación por Juventud y en la Liga por Sportivo Guadalupe, con el Conejo Delbianco, Julio Bravo, Distéfano, el papá del Rusito Israilevich, Robles y Pruvost, entre otros?
-Y jugaba a las bochas también…
Archivo El Litoral Con la camiseta de la T, formando parte de aquéllos inolvidables equipos de la década del 70. También jugó en Instituto con Saldaño, Ardiles y Kempes.Con la camiseta de la T, formando parte de aquéllos inolvidables equipos de la década del 70. También jugó en Instituto con Saldaño, Ardiles y Kempes.Foto: Archivo El Litoral
-¿Cuál fue el mejor equipo que integró?
-En Talleres tuvimos un equipo que anduvo por todo el mundo, con jugadores de la provincia... Acá en Córdoba venían River o Boca y no sabían que ganaban, no era fija, éramos muy duros... Era como el Cementerio de los Elefantes de la cancha de Colón... Con Vélez teníamos un gran equipo con Bianchi, el Turco Wehbe, el Pulga Ríos, Marín... Y después el Instituto famoso con Saldaño, Ardiles, Kempes, Ceballos y yo.
-¿Qué le pasó a Talleres en aquella final con Independiente en el Nacional del 77?
-¡La que se jugó a principios del 78!... Se cometieron equivocaciones... Yo estaba para jugar ese partido y no me pusieron ni en el banco... Ví el partido en la platea.
-Pero lo que llama la atención es la manera en que recuerda esa infancia en Santa Fe...
-Mirá, a mí la gente me quiere porque sigo teniendo los mismos amigos de siempre... Los sábados los espero con asado... En eso no he cambiado, sigo siendo el mismo de siempre, como fui cuando jugaba. Córdoba es muy diferente a Buenos Aires. El otro día cumplí años y tuve 500 llamados, hasta de Europa.
-¿Cómo es la historia con Ringo Bonavena?, ¿es cierto que lo compró él a usted para llevarlo a Huracán?
-¡Era difícil sacarle un mango a Ringo...! El me dio plata después, pero para ir a Huracán la puse yo a la plata... Lo hablamos al Flaco Menotti, a quién conocí allá por el 62 porque jugamos juntos en la selección; yo me estaba por ir a México y el Flaco un día le preguntó si me quería en el equipo y Ringo le dijo: '¿cómo no lo voy a querer al cordobés en el equipo?'... Era el 72 y casi salimos campeones... Lo que pasa es que estaba Babington en ese equipo, por eso era difícil que pudiera jugar... Después, ellos salieron campeones en el 73.
-Ufff... Yo le decía el Viejo y él me decía el Loco... Ese hombre era mi segundo padre... Para sacarle plata era peor que Ringo... Lo que pasa es que él me decía que a la plata me la gastaba rápido...
-Y si... Yo jugaba en la selección argentina y me iba a jugar los nocturnos a Luján y ganaba más ahí que en Vélez... Yo viví tres años abajo de la tribuna de Vélez porque no tenía plata para alquilarme una piecita... ¡Y ahora ganan fortunas los jugadores! Así que imagináte si no le voy a estar agradecido a don Pepe y a ese club... Allí me hicieron un monumento.
-Le quedó pendiente decir algo de la Chiva Di Meola...
-Una vez, yo ya era un poco más grande y estaba en plena actividad y fui a Santa Fe con mi viejo. La costanera era de tierra, había una cancha de fútbol entre la playa la costanera y había un orfanato de chicos chiquitos. Y uno, por abajo del alambre se escapó y me dijo que no tenían televisión. Entonces hablé con la celadora y le dije que les iba a mandar un televisor. Y lo hice... Después, el gobernador me mandó un agradecimiento. A mí me gustó mucho ayudar a los chicos porque no quería que pasaran por lo que pasé yo... Fui después, al poco tiempo y no me gustó como estaba ese orfanato... Y respecto de la Chiva, lo conocí cuando era chiquito... No me acuerdo bien, pero debe haber sido allá por el 64 o 65...
-¿Sigue viniendo a Santa Fe?
-Paso de largo... Me encanta ir a pescar a Helvecia... Pero siempre tengo a Santa Fe en mi memoria y en mi corazón.
La noche, el tango y las mujeres
Se han contado muchas cosas de la vida de Daniel Willington al margen del fútbol, entre ellas una supuesta relación con Mirta Legrand que Daniel Willington nunca dijo si existió o no. Pero en aquellos tiempos tenía esa fama de salidor. "Don Pepe Amalfitani no me decía nada porque sabía que el domingo le rendía", contó Willington más de una vez. Desde el domingo a la noche hasta el miércoles, frecuentaba lugares nocturnos. Era un amante del tango casi tanto como del fútbol. Y con arrastre femenino. "Iba al centro, al bowling, al billar, a estar con mis amigos... Incluso a practicar deportes, porque el ping pong es un deporte y me gusta. Y también me gustaba milonguear... Yo bailo todo. Y en el tango, como en el fútbol, hice grandes amigos. Pero amigos, ¿eh? Amigos de verdad... Floreal Ruiz, Argentino Ledesma, Jorge Valdes, Abel Córdoba, el Polaco Goyeneche, Roberto Rufino, Roberto Florio, Oscar Alemán... ¿Sabe lo que me gustaba hacer? Sabía llevar los violines a la orquesta de Pugliese, cuando tocaban en Palermo... Ibamos con mi amigo Piraña, que vendía banderines en la cancha", contó en una entrevista.
-¿Es cierto que una famosa cantante de tangos lo iba a ver en los entrenamientos?
-Ruth Durante... Una de las mejores, más allá de mi (risas)... Y no fue la única...
-¿Le creaba problemas que se dijera que le gustaba la noche?
-¿Y por qué te pensás que Don Pepe me quitaba la plata...? Mirá, al fútbol lo disfruté porque me gustaba, también disfruté la vida y nunca pensé mucho en la plata, porque la plata se va... Y la vida también se va... Esa ha sido siempre mi forma de pensar.