Lisandro Plank
Con más de diez años de experiencia en el mundo del rap y de la rima, Emiliano Delfino reaparece con un nuevo material que pone en foco a la cultura urbana de nuestra ciudad y de las ciudades del país. Con un fuerte anclaje en el universo del Hip Hop, “Generación bastarda” trae consigo ritmos que se desprenden y que migran hacia otros géneros, yendo y viniendo de uno de los estilos más universales que existen a escala mundial: el rap.

Lisandro Plank
Más allá que su terreno más cómodo es el ámbito artístico -puntualmente los géneros urbanos y la cultura del hip hop-, Emiliano Delfino lleva varios años trabajando como coordinador de diferentes dispositivos pensados para adolescentes de barrios periféricos de la ciudad, en los cuales busca fomentar la creatividad haciendo foco en la palabra, en la rima y en el rap. Claramente, esta realidad cotidiana atraviesa los 11 tracks que componen “Generación bastarda”, nuevo material, en donde se puede notar una mirada crítica y analítica de cómo se están gestando nuevas formas de consumos culturales, y cómo así se moldean nuevos modos sociales. En paralelo, su formación como psicólogo social de la escuela de Pichón Rivière, termina de darle un anclaje específico a su percepción de la actualidad.
Fiel a su estilo y a su propia mirada, el artista santafesino dialogó con El Litoral para desandar las claves de este nuevo material y la actualidad de su proyecto Delfino Flow.
—¿Por qué “Generación bastarda”?
—Es un juego de palabras que intenta englobar un concepto de una especie de tribu urbana medio futurista, que busca estar a la moda y a la vez en contra de la moda, una generación contracultural. La palabra “Generación” la entiendo como un corte, o una ruptura, y en otro plano la palabra “bastarda” que es algo que supone un rechazo. Es como una generación que es hija de un sistema que a la vez nos deja huérfanos, y ahí está toda la búsqueda de creatividad, de resistencia y lucha que intento transmitir en mis canciones. Por más que en algunos momentos la lírica se transforme en aspectos más metafóricos o personales, también tiene un lenguaje que engloba los hechos cotidianos que vivimos socialmente. Entonces, la generación bastarda se mueve por esos ámbitos: la pantalla táctil, las generaciones milennial, y yo, que tengo 30 años y viví mi infancia en los ’90. Ese cambio es el que se supone con la generación de ahora, la que también te dice basta y que te propone arder. En el arte de tapa, por ejemplo, hay muchas personas juntas en la tapa del disco, muchos seres que conviven y que coexisten en la calle, en un paisaje donde hay desde una bolsa de basura, un perro, un pibe en bici, unos aerosoles... esa generación bastarda se enmarca en lo urbano y también se expresa artísticamente.
—¿Cómo fue el proceso de creación del disco?
—El proceso de grabación y producción siempre es muy divertido, porque trabajé al igual que en los dos discos anteriores- con Nicolás Sarudiansky como productor. Él graba y también produce musicalmente todos los arreglos de todas las canciones, y además realizó la ingeniería de sonido bajo el nombre de Wood Box Estudios, la caja de madera.
—¿Qué diferencias tiene “Generación bastarda” con tus dos discos anteriores?
—Muchas, porque considero que en el arte de escribir rap, rimas y componer canciones que tengan que ver con la palabra escrita y la oralidad, hace que uno -bueno yo hace más de diez años que estoy metido en esto- vaya pasando diferentes etapas y escribiendo lo que a uno le va pasando; descubriéndose todo el tiempo en su faceta artística y explorando sin dejar de lado las técnicas. Siempre trato estar actualizado en la rima como estructura, y en la poesía también. Y en la música, obvio. Naturalmente yo no rapeo igual que en el 2010. Hay diferencias notables en cuánto a lo que me tocó vivir, quizás en los ámbitos que me tocó estar en los últimos años, que tiene que ver con mi vida cotidiana, con los trabajos que hago, con lo que pude ver, en carne y alma. “Generación bastarda” está atravesada por un clima más terrenal que lo que apareció en mis discos anteriores, que tienen que ver más con lo metafórico y lo espiritual. Incluso desde lo musical, en los discos anteriores aparece más en forma de dub, reggae y un estado de trance, cosa que cambió bastante en este último disco. También hay una diferencia fundamental que tiene que ver con el formato del disco, que en este caso es plenamente digital mientras que en los anteriores pude generar copias en formato físico (500 en el primero y 1.000 en el segundo). Esto tiene que ver, por un lado, con el contexto económico actual, donde por ahí se vuelve muy costoso el realizar réplicas en formato material, sobre todo cuando se trabaja desde la autogestión; y a la vez, busqué un agiornamiento en cuanto a los nuevos formatos digitales y las nuevas formas de consumir cultura y música específicamente.
—¿Cuánto aporta tu formación académica y tu trabajo como tallerista a las letras de las canciones de este nuevo disco?
—En “Generación bastarda” las letras tienen obviamente una dirección hacia la crítica social y mi formación académica aporta mucho a esa perspectiva. Si bien yo me recibí de psicólogo social en la escuela de Pichón Rivière, eso fue en la época del disco anterior, “Fractales”. En cambio ahora, estoy más atravesado por lo que es mi trabajo que es directamente en el territorio y no tanto en lo académico. Hace varios años que soy tallerista de distintos espacios en barrios periféricos de la ciudad y esa experiencia es parte de este nuevo disco. El hecho de trabajar cotidianamente con adolescentes de esos barrios y de gestionar recitales, coordinando y produciendo material de los pibes, le aporto mucho a este disco. De alguna manera lo que yo escribí tiene que ver con un desarrollo de la mirada crítica y también de ver que somos sujetos siempre inmersos en un contexto social, y mi formación hace que pueda entender esa instancia de aprendizaje como un correlato donde hay un punto de inflexión entre ambas partes. El que enseña y el que aprende es un lugar que se mueve constantemente y a la vez se retroalimenta.
—¿Cuáles son los próximos proyectos para lo que queda del año?
—Tengo pensado hacer una presentación oficial, que me gustaría ensayarla con diferentes músicos, y hacerla en un lugar importante de la ciudad. Mientras tanto, seguimos difundiéndolo, a través de las diferentes plataformas digitales; y también hay algunas propuestas para ir a tocarlo a Rosario y a Buenos Aires, que son lugares donde estamos tocando seguido. La idea es moverlo más allá de Santa Fe.




