Días atrás, en la ciudad de San Cristóbal, estuvimos acompañando la presentación del primer libro de Ángeles Oroño Glur, un poemario titulado "La belleza del agua". Digo estuvimos, porque junto con las poetas Verónica Capellino y Natalia Oroño comentamos y leímos textos de la autora, en el marco de un sencillo pero cálido acto realizado en el hall de ingreso del Centro Cultural de la mencionada localidad.
Al leer el libro de Ángeles me impactó esa entereza que tiene sin dejar nada por decir. Su poesía fue derrumbando sus propios muros interiores mostrando lo que ella es y siente. Pero no sólo se involucra ella, sino que nos involucra porque al leer su poesía uno no puede quedar sin conmoverse. Muchos estarán de acuerdo y se identificaran con ella; otros tantos no lo estarán, pero lo innegable es que ella se desnuda y nos desnuda en nuestros sentimientos, dudas, amores, iras, preguntas.
No hay duda alguna que todo poeta está haciendo un streaptease ante su mundo. Y ahí está el oficio de la palabra, cual orfebre para que cada una de ellas, en un poema, trasluzca lo emotivo, sin ropaje alguno. Y eso lo convierte en arte. La lectura también me llevó a estos versos de Miguel Hernández: "Con tres heridas llegó/ la de la vida/la del amor/ la de muerte". Me llegó porque en sus poemas está presente la pregunta por el sentido del amor, de la vida, de la muerte. Y trata, de alguna manera, de responderse, de responder.
Y en ese juego, se desnuda. Se desnuda ante el mundo y nos muestra la soledad, el desamor, lo agradable, la ira, el amor ausente… Se desnuda para trasparentar en cada lector su propia desnudes, su propia soledad: "La vida es un vericueto tácito./ Nunca sabemos dónde, nunca sabemos cómo ni cuándo".
Y tiene certezas que no oculta: "El viejo sale -callado o cantando-/ y construye Patria: la patria pequeña de todos los días,/ de todas las horas,/ de todos los instantes". O cuando habla de las mujeres: "Quizás haya un poder/ −divino y humano−/ en el guisado de la carne,/ del pan, del vino/ y en los quehaceres/ de todos los días".
Todas sus preguntas se resumen en esa prosa poética "El último día" y que tan bien lo cierra: "¿O seremos el sueño del algún dios que nos sueña?" Lo importante, además, es destacar su logro, su persistencia en el intento de la palabra que cargue, lo mejor posible, con sus percepciones. Bienvenida querida poeta.