+ SECCIONES
El Litoral
BUSCAR
EL LITORAL
  • Todos los Títulos
  • Área Metropolitana
  • Sucesos
    • Santa Fe Policiales
  • Deportes
  • Política
    • Filtrado
  • Economia
    • Puerto negocios
    • Dolar Hoy
  • Educación
  • Salud
  • Información General
  • Clima
  • Regionales
  • Campolitoral
  • Internacionales
  • Actualidad Sabalera
  • Actualidad Tatengue
  • Arte
  • Necrológicas
  • Edición Impresa
  • Contenido Patrocinado
  • Clasificados
  • Agenda Cultural
  • Podcast
  • Servicios
  • Radios en vivo
  • Sitios
    • Mirador Provincial
    • Vivi Mejor
    • Notife
    • Sur 24
    • Revista Nosotros
    • Puerto Negocios
    • CyD Litoral
    • Educación SF
    • Norte 24
  • Escenarios & Sociedad
    • Show
  • Videos
  • Multimedia
    • Galerías de Fotos
    • Videos
    • Webstories
  • Opinión
  • Quienes Somos
  • Autores
  • Temas
  • Alianzas
  • Comercial EL

#HOY:

Maximiliano Pullaro
Javier Milei
Unión
Colón

OPINIÓN

Crónicas santafesinas

En algunas calles de ese territorio había en una cuadra cuatro o cinco casas de estudiantes. Con su ritmo y sus horarios. Abundaban las peñas, las reuniones políticas en cuartos donde convivían los afiches en las paredes con camas destendidas y mesas con libros.

Crónicas santafesinas Crónicas santafesinas

Viernes 7.8.2020
 0:01
Rogelio Alaniz
Rogelio Alaniz

I

Durante años, por lo menos durante dos décadas, la ciudad de Santa Fe fue para mí un territorio acotado -más o menos- entre avenida Freyre y República de Siria, y entre Suipacha y las Cuatro Vías. Más allá era territorio desconocido, tierra de nadie, estepa ignorada. Por supuesto que sabía que Santa Fe existía más allá de esos límites, y con relativa frecuencia incursionaba aquello territorios, pero, y esto es lo que importa, la incursión era muy parecida a la del forastero que ingresa por primera o segunda vez a una ciudad desconocida. Al respecto, digo sin exageraciones, que durante ese tiempo vivía en Santa Fe, pero conocía más la ciudad de Buenos Aires e incluso la ciudad de Córdoba que mi ciudad, mejor dicho, con lo que luego, con el paso de los años y otro tipo de convivencia, se transformó en mi ciudad, porque, bueno es decirlo, a la ciudad uno se la va apropiando a lo largo de la vida.

II

A la distancia observo que entonces mi territorio era muy pequeño. En términos de extensión ocupaba menos del cinco por ciento de la población; y en términos de habitantes, seguramente no llegaba, no llega, al uno por ciento. Pero sin embargo (y mi memoria no me traiciona) esa suerte de condado incluía todo lo que un joven -y después de no tan joven- necesitaba para vivir, y para vivir bien, incluyendo algunas penas y muchas alegrías, pero sobre todo incluyendo la totalidad de mi vida cotidiana de entonces. De hecho, durante todos esos años yo no necesitaba para vivir de la peatonal San Martín, (que entonces no era peatonal) mucho menos de la costanera, del barrio sur o de las barriadas populares. Mi vida de todos los días se extendía por la zona mencionada, algo así (y dale con la cultura francesa) como mi Barrio Latino o, si no les caen bien las orillas del Sena, mi Greenwich Village.

III

En principio, en aquellos años todas mis necesidades cotidianas se satisfacían en ese territorio. Allí estaban las casas de estudiantes, las facultades de Derecho e Ingeniería Química, el rectorado de la universidad y todos los bares y comedores en los que me encontraba con centenares ( y no exagero) de amigos y amigas; y también de algunos enemigos y algunas enemigas, porque hasta en las ínsulas más encantadoras las diferencias existen y a veces esas diferencias –sobre todo en aquellos años- pueden llegar a ser feroces. En ese territorio funcionó durante muchos años el Comedor Universitario, el templo, el foro de miles de estudiantes que todos los días del año, de lunes a domingo nos convocaba al mediodía y a la noche. Allí, además de comer, nos pasaban las cosas más importantes. En el Comedor se establecían las citas para las próximas reuniones del día: una peña, una guitarreada, una sesión de jazz, un ensayo de teatro independiente, una mesa de café. Allí nos conocíamos y allí sesionábamos en una suerte de estado de asamblea permanente. Lo digo sin exageraciones: el Comedor Universitario fue el principal responsable, deliberado o no, de la bohemia estudiantil de aquellos años, una bohemia que incluía todo lo que nos pudiera interesar, desde la amistad al amor, desde la sociabilidad a las alegrías y las penas. Todo entonces empezaba y terminaba allí.

IV

Ayer pasé por ese lugar establecido en bulevar entre 4 de Enero y 1º de Mayo. El Comedor Universitario cerró en 1975 y nunca más se abrió. Durante años funcionó allí una dependencia de Tribunales, pero ahora observó que se está levantando allí un edificio torre. Un pedazo de la vida de Santa Fe, de la vida juvenil de Santa Fe o, para ser más preciso, de la estudiantina de los sesenta y de los setenta, desaparece para siempre. Muchos estudiantes del interior pudieron estudiar y recibirse gracias a ese Comedor Universitario. Muchos estudiantes en su momento se movilizaron para que exista y muchos estudiantes nos movilizamos años después para que no se cierre. No pudo ser. Y fue una pena. Alguien dirá que el Comedor se había transformado en un foro en estado de asamblea permanente. Algo de eso es cierto, pero pregunto a continuación: ¿Alguien supone que dos mil o tres mil estudiantes de los años sesenta o setenta se reúnan todos los mediodías y todas las noches y que solamente se limiten a comer como autómatas? Por supuesto que abundaban las asambleas políticas y a veces esas asambleas se prolongaban durante horas. Y por supuesto que también pasaban muchas otras cosas que iban más allá del acto de masticar comida: la amistad, el amor, la alegría, estaban presentes. En el recuerdo lo que me llega es un rumor permanente de voces, de todos los tonos de voces. Y colores, colores de la ropa, colores de los cabellos, colores de la calle y de la vida. Alguna vez se dijo con tono crítico que estudiantes ricos hacían uso del comedor. Es verdad. Alguna vez hablé con uno, hijo de una familia de estancieros de provincia de Buenos Aires. Sus argumentos fueron muy claros. "Mis viejos me dan la plata necesaria para comer en el mejor restaurant de la ciudad, pero como solo, mientras que acá me acompañan los amigos que quiero, las mujeres que me gustan… ¿que la calidad de la comida no era la misma? A los veinte años nadie pierde el sueño por esos detalles, por las proteínas de la comida o por la calidad del vino.

V

Entonces ser joven era un permanente bullicio. Los días y las noches eran largas. Evoco entonces ese tiempo y registro para mi sorpresa que todos los días conocía gente. Hombres y mujeres. Todos los días eran ricos en novedades. Un escritor, un intelectual, un director de teatro, un pintor, un músico, un tarambana. Contemplado a la distancia, puedo permitirme decir que ser joven es precisamente eso: conocer gente interesante todos los días, estar dispuesto a hacerlo, estar disponible para el asombro. Y también para el amor. Esto no me ocurre ahora. Pero volvamos a la ciudad, al territorio que entonces era mi ciudad. Decía que allí estaba todo. Por lo menos todo lo que a mí me gustaba y me interesaba. Las casas de estudiantes, por ejemplo, las antiguas, nobles y solidarias casas de estudiantes, muchas de las cuales se sucedían de generación en generación. En algunas calles de ese territorio había en una cuadra cuatro o cinco casas de estudiantes. Con su ritmo y sus horarios. Abundaban las peñas (sospecho que esa costumbre alrededor de una guitarra y unas botellas de vino, ha desaparecido del planeta), las reuniones políticas en cuartos donde convivían los afiches en las paredes con camas destendidas y mesas con libros; los asados en el patio para festejar el aprobado de alguna materia; y las citas amorosas, las cálidas e irrepetibles citas amorosas de entonces. Todo se mezclaba con todo: la política, el amor, la lectura, el estudio, las peñas. ¿Se entiende ahora el contexto? ¿Se entiende por qué la ciudad para mí y para nosotros tenía límites precisos? Límites que nadie trazaba pero que los establecían nuestras vidas y nuestros años.

VI

Se vivía mucho de noche. Una vida nocturna estudiantil hecha de estudiantes que se habituaban a estudiar de noche. Salíamos del Comedor, algún café en el San Jerónimo, por ejemplo, y después a estudiar hasta la madrugada. Las anfetaminas ayudaban. Ningún elogio para ellas, pero ayudaban. Y, además, no estaban prohibidas. Todavía recuerdo los nombres; Actemin, Desbutal, Obesin, Dexamil Spanshul. En algún momento, cuatro o cinco de la mañana suspendíamos la lectura y nos íbamos a tomar un café. Caminatas por calles oscuras o por un bulevar casi sin tránsito. Entonces el Torino, el Capri o las Cuartetas estaban abiertos toda la noche. Y además uno llegaba al bar a las cuatro a las cinco de la mañana y siempre había conocidos. De la estudiantina nocturna o de la noche. No cuento estas escenas o estas historias para escandalizar a nadie o para hundirme en la melancolía; las cuento, porque en primer lugar son verdaderas, pero también porque mi prolongada y perdida juventud estuvo marcada para siempre por estas escenas; y las cuento para que algún joven las conozca, si es que le importa.

Muchos estudiantes en su momento se movilizaron para que el Comedor Universitario exista y muchos estudiantes nos movilizamos años después para que no se cierre. No pudo ser. Y fue una pena. Alguien dirá que el Comedor se había transformado en un foro en estado de asamblea permanente.

En algunas calles de ese territorio había en una cuadra cuatro o cinco casas de estudiantes. Con su ritmo y sus horarios. Abundaban las peñas, las reuniones políticas en cuartos donde convivían los afiches en las paredes con camas destendidas y mesas con libros.

#TEMAS:
Edición Impresa

Suscribite a nuestro newsletter


SUSCRIBIRME

Acepto recibir las noticias de El Litoral en mi correo.

TENES QUE SABER
Con mejoras y nuevos proyectos, María Susana refuerza su oferta turística
Proa a febrero: el Gobierno volverá a convocar al Congreso Nacional para extraordinarias
Guardia Provincial incautó más de medio kilo de droga durante un operativo nocturno
Segunda condena en el año para un joven ladrón reincidente
Demoran un colectivo en Santa Fe por un caso de alcoholemia positiva en un chofer

Te puede interesar:


  • Avanza la colocación de pantallas subterráneas para frenar la erosión en el Arroyo Saladillo
  • Las diez canciones más escuchadas en Argentina en 2025
  • El Trébol dirá presente en la maratón acuática de Villa Rumipal con una nutrida delegación
  • Los diez libros más leídos en Argentina según Buscalibre
  • Dos muertos y una venganza que desató el terror en Loyola Sur
  • Con mejoras y nuevos proyectos, María Susana refuerza su oferta turística
  • Proa a febrero: el Gobierno volverá a convocar al Congreso Nacional para extraordinarias
  • Guardia Provincial incautó más de medio kilo de droga durante un operativo nocturno

Política

La reforma laboral en agenda Proa a febrero: el Gobierno volverá a convocar al Congreso Nacional para extraordinarias
Lenta recuperación Cristina Kirchner pasará Año Nuevo internada
Lo que cortó la motosierra Energía: un tercio del superávit del Estado Nacional surge de la reducción de los subsidios
Renovación de autoridades Los jueces penales de Santa Fe, ante el desafío de "unificar criterios y gestionar las dificultades cotidianas"
Volvió a apuntar contra Maduro Javier Milei: “El mundo sería un lugar mejor sin el comunismo venezolano”

Área Metropolitana

Clima Alerta amarilla por altas temperaturas para este miércoles en la ciudad de Santa Fe
Controles municipales Diciembre se va con un impactante número de motos y autos retenidos en la ciudad de Santa Fe
Emblema local Un 2025 que va quedar como el año en que la ciudad de Santa Fe creó su bandera oficial
En medio de temperaturas altas Santo Tomé: vecinos reclaman la falta de agua y el municipio promete mejoras en enero
Temperatura durante los festejos ¿Cómo estará el clima en la noche del 31 en Santa Fe? Todos los detalles

Sucesos

Violencia Dos muertos y una venganza que desató el terror en Loyola Sur
Operativo en Circunvalación Oeste Guardia Provincial incautó más de medio kilo de droga durante un operativo nocturno
Tribunales de Santa Fe Segunda condena en el año para un joven ladrón reincidente
Controles Demoran un colectivo en Santa Fe por un caso de alcoholemia positiva en un chofer
Seguridad en fronter Detuvieron en Ezeiza a una mujer con más de cuatro kilos de cocaína en su equipaje

Información General

En plena ola de calor Corte masivo de luz en el AMBA: más de 30 mil afectados y complicaciones en vísperas de Año Nuevo
Memorias de Santa Fe A casi 80 años de la inauguración del mítico bar Baviera en la costanera
Panorama astrológico Horóscopo de hoy 31 de diciembre de 2025
Del papa Francisco a Brigitte Bardot In Memoriam: las personalidades argentinas y del mundo que murieron durante 2025
Guinness World Records Flossie, la gata más longeva del mundo cumple 30 años y sigue rompiendo récords
El Litoral
  • Campolitoral
  • Revista Nosotros
  • Clasificados
  • CYD Litoral
  • Podcasts
  • Mirador Provincial
  • Viví Mejor
  • Puerto Negocios
  • Notife
  • Educacion SF
Hemeroteca Digital (1930-1979) - Receptorías de avisos - Administración y Publicidad - Elementos institucionales - Opcionales con El Litoral - MediaKit
El Litoral es miembro de:
adepa.org.ariab.comadira.org.ar
afip.gob.ar